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Que oso quería que fuera una sorpresa y deje el borrador de lo que tenía planeado para el capítulo aquí arriba D:

Aleixander Malfoy

Me despierto de repente por el movimiento de alguien a mi lado, tratando de acomodar mis ojos a la inmensa luz que alumbra el sitio en el que estoy. Al parecer es el pleno día, y me sorprendo porque estoy nada más y nada menos que acostado sobre un montón de paja. Trato de recordar todo lo que hice ayer pero no puedo, y me siento mientras sigo tratando de averiguar qué rayos pasa cuando alguien habla detrás de mi.

—Aleix, vuelve a acostarte, son apenas las tres, tenemos una hora más.— dice la ronca voz detrás de mi, mis ojos se abren a más no poder y volteo, Gilbert está detrás de mi, también tirado en el montón de paja y sin camiseta.

Mi vista baja desde su pelo hasta su hermoso rostro con ojos cerrados a su brazo flexionado junto a su cabello negro, sigo bajando hasta sus hombros y pecho desnudos, y abro los ojos a más no poder cuando veo su espalda baja también descubierta, lo único que lo cubre es una fina sábana.

Totalmente shockeado y con la boca totalmente abierta como un pez, mis ojos bajan a mi regazo para encontrarme con la misma situación. ¡¿Por qué estoy desnudo?!

—¿Quéeeee?— pregunto, y Gilbert abre los ojos confundidos, levantando su cabeza de donde estaba apoyado para verme como si tuviera tres cabezas.

—Que sigas durmiendo, Danielle tiene clases hasta las 4, podemos seguir dormidos.

—¿Qué? Yo... Dios, ¿estoy soñando?— Gilbert enarca una ceja y deja salir una sonrisita pícara antes de literalmente abalanzarse sobre mi, pone sus piernas entre las mías obligándome a abrirlas y suspiro con alivio cuando veo que ambos llevamos ropa interior.

—Ya entiendo, el señor no quiere dormir, ¿eh?— sigo boqueando como un pez que busca oxígeno y un grito ahogado sale de mí sin reparo cuando hunde su cabeza sobre la mía y comienza a be-sar-me. Besarme.

Besarme. A mi.

Le devuelvo el beso sin pensarlo dos veces, por supuesto, y me deleito en la sensación hundiendo mis manos en su sedoso cabello. No pienso en nada que no sea en tenerlo para mi por fin, de una vez por todas. Tomo sus muñecas y le doy la vuelta para dejarlo abajo de mi, o al menos eso trato.

Gilbert bufa y trata de pelear conmigo, muerde mis labios con fuerza y terminamos en una pelea inalcanzable en la que ninguno quiere ceder.

Logro ganarle en la batalla cuando lo tomo de la cadera y lo obligo a quedarse quieto debajo de mi, se deja hacer con un suspiro y voy a darle un beso de premio cuando se escucha la puerta de la verja abrirse.

—¡Aleix, Gilbert, ya llegué!— se escucha una voz femenina y Gilbert me empuja con tanta fuerza que me caigo de espaldas al suelo con un fuerte golpe sordo.

—¡Ay!— me quejo y hago un puchero acariciando mi pobre trasero que tomó todo el golpe. Al parecer, el universo me castigaba porque al parecer si era el turno de Gilbert. Me río de mis propios pensamientos hasta que Gilbert me lanza mi ropa con fuerza.

—¡Muévete! Ya viene.— me confunde su tono de pánico pero le hago caso y comienzo a cambiarme a toda prisa. Estoy subiéndome el último tirante y Gilbert finge tomar una pala Justo al mismo tiempo que la puerta se abre.

—Buenas tardes, hombres trabajadores.— dice una hermosa y honestamente despampanante rubia apoyando ambas manos en la puerta del granero. Su hermoso vestido abullonado rosa combina con los hermosos ganchos de su pelo que sujetan su largo cabello lacio.

Me quedo mirándola sin comprender nada y veo como camina hacia Gilbert, el también lo hace y me dedica una mirada incómoda antes de encontrarse con ella en el medio de la habitación y darle un gran beso en los labios sujetándola de la cintura.

Pero, ¿qué diablos?

—¿Tuviste un buen día hoy, cariño?— le pregunta Gilbert una vez se separan, traga fuerte al ver mi mirada y de vuelta le pone toda su atención a la hermosa mujer.

—¡Sí! Los niños y yo comenzamos con la suma y resta. Venga, terminen aqui y vayan a comer, la señora Rose me regaló un pie de manzana.

Ella se voltea y comienza a caminar hasta la casa meneando las caderas, se voltea de nuevo como si se le hubiese olvidado algo y vuelve corriendo, sus hermosos hoyuelos adornando su cara.

—Casi lo olvido, perdón, Aleix.— dice, acercándose a mi y dándome un beso en la mejilla que supongo es mi saludo. Revuelve mi cabello con su mano izquierda y es cuando veo el hermoso anillo que adorna su dedo. Ella se va, y volteo hacia Gilbert con determinación.

Él ya me está mirando, sus ojos brillan con lo que parece vergüenza, y camino hacia el para levantar su mano izquierda que cuelga a su lado. Hay un anillo. Están casados.

—Lo siento, sé que no te gusta cuando se pone cariñosa frente a ti.— Abro la boca con indignación y dejo salir un bufido antes de darle un puñetazo en la mejilla que lo manda hacia atrás.

—¡¿Cómo te atreves a estar conmigo si estás casado?!— se incorpora con la mano derecha sujetando la herida que le acabo de hacer, sus ojos están llenos de ira, ¿el cómo se atreve a estar enojado? ¡El enojado soy yo!

—¿Acaso estás volviéndote completamente loco? ¡Estuviste de acuerdo!

—¿Qué?

—Llevo casado 3 años, ¡fuiste mi puto padrino!— se queja, caminando hacia mi y empujando mi pecho con su mano.

—No... no entiendo.

—Aleix, hemos estado haciendo esto desde hace años, ¿no lo recuerdas? Quedamos en que eres un secreto.

—¡Aceptar estar contigo en secreto y aceptar que tengas una maldita esposa son dos cosas completamente diferentes!— el endurece su mandíbula y camina hacia mi.

—Ya hemos hablado de esto. Dijiste que serías mi secreto para siempre. Nunca serás más que eso.

Y entonces desperté, en medio de todos los Baynard, y la decisión llegó a mi.

Yo merezco más que ser escondido.

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Ustedes ahora (espero)

Últimamente no se pueden quejar de mi, ahre

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Últimamente no se pueden quejar de mi, ahre.

¿qué creen que pase o quieren que pase?

Este capítulo me encanta, creo que podría ser mejor pero es sin duda uno de mis favoritos, espero que también les guste 😊

No sé por qué se me hace tan fácil actualizar aquí últimamente pero espero que disfruten de esta racha.

Gracias por leer,
Lau.

Pride - Gilbert Blythe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora