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Aleixander Malfoy

La Luz de La Luna brilla sobre la gran casa y su enorme jardín, viéndose exactamente como lo recordaba. Le doy una mordida más al triste y duro pan que tengo en la mano mientras observo a los guardias y anoto cada movimiento que hacen en mi libreta. A lo largo de este mes, me he dado cuenta de que sus turnos son un patrón que nunca cambia, los dos guardias cambian a la media noche, ni un minuto más tarde.

El viaje en el barco me tomó 4 largos meses, en los que noté que el medio año que pasé en príncipe Edward realmente afectó mi resistencia cuando se trataba de cargar el pesado carbón de la maquinaria. Esto me hace recordar a Gilbert, y sonrío sin darme cuenta al acordarme de lo débil que era cuando lo conocí.

Mojo mis mugrientas manos en el lago para lavarme la cara, el mismo lago donde pasaba mis tardes con Lucas hace lo que parece ser una vida atrás. Todas las noches me acerco más y más a la casa, arrastrándome en el frío patio que nadie visita debido a profunda capa de nieve que lo cubre. Todo mi cuerpo está quemado por el frío, pero ya ni siquiera siento esa desagradable sensación de calor cuando lo hago.

Admito que mi plan no es el más brillante, porque no tenía ninguno cuando llegué. Los guardias nunca dejan de rodear la casa ni por un segundo, por lo que debo aprovechar que ya estoy dentro de el perímetro de la casa y esperar que fallen para poder entrar.

Es de día, por lo que no puedo moverme mucho entre los árboles. Por segunda vez desde que llegué, veo a mi hermana pararse en su balcón y mirar hacia el patio; sin saber que estoy aquí. Muerdo mi labio con desesperación, tratando de llamar su atención moviendo el espejo que tengo en el sol, pero no estoy lo suficientemente cerca como para que vea el reflejo de la luz.

Estoy cansado. Por favor, mírame.

Decido arriesgarme, levantándome sigilosamente del suelo y tratando de que el grueso árbol que tengo delante me cubra lo audience cuando comienzo a escalarlo. Me siento en la rama más baja y agradezco estar lleno de tierra, porque tal vez así sea más difícil verme. Levanto de nuevo mi pequeño espejo y me emociono cuando logro ver que se refleja un poco con las paredes. Tengo suerte de que en invierno, el duque no se quede en el palacio real.

Mi corazón se acelera cuando parece ver algo a la distancia, y se detiene cuando sus ojos, por fin, parecen detenerse en mi dirección.  Me detengo de caerme por la emoción y muevo levemente el espejo tres veces. La boca de Alizee se abre con asombro, y veo como la tapa rápidamente con su mano.

Está acompañada por una de sus damas, como siempre, y veo como habla con ella levemente para excusarse. Bajo del árbol lentamente, y vuelvo a tirarme en el suelo con el corazón en la boca. Veo como sale de la casa, con un abrigo que parece de gruesa piel en las manos y dos de sus damas detrás de ella, comenzando a caminar disimuladamente por el patio en lugar de venir directamente hacia mi.

—...je veux juste être seul un instant, s'il te plaît, attends ici.— apenas escucho que dice. Ellas se quedan como diez metros lejos de mi, y Alizee sigue caminando rápido hacia mi dirección.

Observo anonadado como mira nerviosa el árbol donde estaba anteriormente, y camina de una manera tan decidida que no puedo hacer nada más que exhalar fuertemente cuando pisa mi mano.

—¡Mon Dieu!— grita  de manera aguda, mirando hacia bajo con los ojos como platos. Levanta su mano hacia las damas y guardias, que ya habían saltado de su posición para acercarse a ella. — Tout bien, Araigneé.

Uno de los guardias pone su mano en su corazón, como si hubiera estado aterrado, y el otro rueda los ojos antes de volver a su posición. Sus damas se ríen un poco y se voltean cuando mi hermana les dedica una mirada reprobatoria. Ella comienza a agacharse, lentamente, y me mira con los ojos abiertos como platos, algunas lágrimas llenándolos.

—Aleix...— susurra, pasando su mano por mi magullado rostro. Agradezco que la hierva alta me cubre, y suspiro de puro alivio ahora que sé que la tengo por fin de mi lado.

—¿Dónde está?— susurro, mi voz apenas perceptible después de semanas sin usarla. Mi hermana se lame los labios con nerviosismo y mira levemente sobre su hombro, seguro para asegurarse de que no está llamando la atención de los guardias.

—Hace meses que no lo veo, solo sus nanas y maestros entran a su cuarto. — susurra ella de vuelta, y más y más lágrimas salen de sus ojos. —Dime, por favor, que te lo vas a llevar contigo. Papá...

—No me digas.— le susurro de vuelta, cerrando los ojos con fuerza como si eso evitara que mis oídos funcionen. — No quiero saberlo. Me lo llevaré conmigo.

—Amandine murió hace un año, Aleix. Lo hizo... ella misma, y quería hacerle lo mismo a Lucas.— ella traga fuerte y yo aprieto mis puños a cada lado de mi cuerpo, no quería saber. — Desde entonces papá lo tiene vigilado como si se fuera a romper.

—Esta noche, distrae a los guardias. — comienzo a decirle, ella me escucha atentamente mientras finge observar las flores que están a su lado. Disimuladamente, baja el abrigo que trajo en sus manos y lo coloca encima de mi. Es blanco, y podría arruinar mi escondite, pero no se lo digo porque parece estar en el límite de un ataque de nervios.

—Lo haré.

—¿Y si... vienes con nosotros?— ella me sonríe débilmente, y niega con la cabeza.

—Es muy dulce que no te des cuenta.— dice, bajando las manos a su abrigo y abriéndolo para mostrarme su enorme barriga. — ¿Sorpresa? Vas a ser tío. Otra vez, porque tu otra sobrina está tomando la siesta.

Aunque la situación es absurda, realmente absurda, me río un poco y ella me imita, disipando un poco de la tensión que había en el aire. Abro la boca para decir algo, pero ella me interrumpe.

—Estoy feliz, no te preocupes, mi esposo es el mejor, solo veo a papá en invierno, y todas las otras preguntas que tienes van con una respuesta parecida; todo está bien. Váyanse, pero por favor dime dónde encontrarte.

—Isla príncipe Edward. — sus ojos se llenan de algo que parece burla, y sé que en otras circunstancias se reiría de mí por haber acabado en una pequeña isla llena de agricultores, pero debe ver en mis ojos que estoy feliz con eso.

—Media noche, ni un minuto más, ni un minuto menos. Tendrás 5 minutos a lo mucho, su puerta siempre está abierta, te dejaré algo a los pies de su puerta y sabrás que hacer, ¿de acuerdo?

—Te amo, hermana. Nos veremos de nuevo.— le digo en su lugar, ella toma mi mejilla y sonríe.

—Lo sé.— me mira por un segundo más y se pone de pie pasando su guante por sus ojos e incorporándose, camina hasta sus damas y escucho que las regaña por haber dejado que ensuciara su vestido.

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⏰ Última actualización: Jul 04 ⏰

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