"¡Idiota, idiota perrito fiel!"
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Seis meses, Lauren, según el contrato sólo serán seis meses.
—Creo que ya es hora —susurro, observando la elegante furgoneta negra que se estaciona frente a mí. No es difícil percatarse que el estrambótico y lujoso auto ha llamado la atención de los vecinos, ya que estos se asoman por puertas y ventanas sin disimulo alguno. Sí, así de chismosos son.
Las yemas de mis dedos rozan constantemente la carpeta que contiene el contrato.
Las ventanas oscuras no me permiten ver nada dentro del auto, solo mi reflejo al lado de la maleta color rosa, delante de mi humilde casa y el jardín de margaritas que mi madre ha hecho prosperar con mucho esfuerzo.
La puerta del conductor se abre de par en par, y no es Rhysand quién sale por ella. Claro, olvidaba que el soltero más codiciado de toda Nueva República es tan presuntuoso que tiene a personas que conducen por él y que deben abrirle la puerta para que pueda salir del auto.
El mismo hombre de lentes oscuros y traje elegante que ví ayer rodea el auto y... ¿Se está acercando a mí? ¿Qué pasa con lo de abrirle la puerta a Rhysand?
—Por lo que veo no hace falta que le pregunte si firmó el contrato —su voz estruendosa y cálida, como la de un dios del Olimpo, me hace estremecer un poco mientras que tengo que levantar el rostro para mirarle el suyo—. El señor Johnson tenía razón.
El chófer deja de mirar mi equipaje y posa sus ojazos inexpresivo sobre los míos, no posee los lentes oscuros que llevaba puesto ayer así que sus ojos azules resplandecen sobre su piel bronceada, su cabello rubio casi sigue el patrón que él ha querido que lleve y sus labios tensos parecen resecos.
—¿Razón? ¿A qué te refieres? —balbuceo, tratando de que no note que me intimida con su rostro de juez y su gran estatura. No responde y toma mi maleta para guardarla en el baúl del auto—. ¿Dónde está Rhysand?
Ignora mis interrogantes, cierra el baúl y se dirige hacía la puerta trasera, la abre y me doy cuenta que el auto se encuentra vacío. Se esfuma por completo el pensamiento de que Rhysand se encontraba en el.
—Entre, señora Jhonson, su prometido la espera —No sé si es su mirada o como lo ha dicho, pero siento que se está burlando de mí.
Entro al auto de mala gana y él cierra la puerta para luego ocupar su puesto de conductor, enciende el auto e ignorando mi presencia arranca. Yo también he decidido ignorarlo.
Observo por la ventanilla del auto como me alejo de mi hogar, de mi familia y hasta de mi ex, a pesar de todo también extrañaré a Larry y su manera coqueta de sonreírme todas las mañanas cuando me dirigía a la cafetería, siempre insistiendo en que debíamos regresar porque según él hacíamos una bonita pareja.
A veces las cosas que crees insignificantes son aquellas que cobran más valor que cualquier otra cosa cuando te alejas de ellas poco a poco, cuando ves todo esfumarse detrás de tí y sientes miedo, temor de que cuando regreses nada sea igual, ni siquiera uno mismo.
Es ése temor al cambio, a veces irracional, conflictivo y egocéntrico. No sé si es normal sentir éste miedo que me absorbe, pero aún así está aquí, haciendo estragos dentro de mí.
La despedida con mi madre y Ari no fué tan dramática, ambas hicieron como si nada pasara y éste fuese un día común y corriente. Ari me dió un fuerte abrazo y me guiñó un ojo con picardía antes de salir a zancadas rápidas hacía el colegio, iba retardada porque se levantó tarde gracias a que anoche me ayudó a empacar las cosas que creí mas importante, sólo una maleta que parecía no llenarse entre anécdotas de hermanas que por mucho tiempo ya no compartirían la misma habitación.
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Sígueme la corriente
Romance"Y todo el caos comenzó cuando se miraron a los ojos, ella desnudó su alma y él cubrió la suya".