Cap 5 ♪

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“El paraíso Jhonson”

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La inseguridad es como una espina, si no se deshace de ella a tiempo termina haciendo heridas realmente dolorosas.

Las ilusiones son iguales. Y yo siento que ambas colisionan en mí. Y tengo miedo, porque las heridas advertidas duelen aún más.

—¿Por qué yo? No logro entender porque me eligió a mí para su falsa —cuestiono, tratando de obviar el cansancio de mi cuello inclinado hacía arriba y sus dóciles pero pesadas manos sobre mi rostro haciendo presión hacía abajo—. ¿Acaso no te lo dijo a tí?

Mis manos tambalean un poco, ya que todo el peso del dorso están sobre ellas, pero logro mantenerlas firmes y rasguño un poco la tela terciopelo del cojín, ansiosa que todo termine.

Laila sigue maquillando mis cejas, ha terminado todo el maquillaje pero las cejas siguen sin convencerla. Gracias a Dios éste vestidor tiene un aire acondicionado a la temperatura del polo norte, o de lo contrario estuviera toda pegajosa y llena de sudor. El “Ponte ésto y quítate éso” de la exigente actriz fué casi más agotador que correr un maratón. Ésto del cambio de look ha tardado más de lo que esperaba.

—Hablamos de muchas cosas —susurra, alejando mi rostro de su mirada para observar con ojos críticos mis cejas desde la distancia—. Una mejor que la otra, como siempre, pero no descansaré hasta que ambas queden perfectas, eso júralo.

Levanta un poco más mi rostro y sigue mejorando la ceja izquierda. Ya perdí la cuenta de todo lo que me ha echado en el rostro. Siento que voy a quedar con el cuello inclinado y la espalda arqueada para siempre y luego me van a llamar como a un señor del barrio conocido como “Cabeza'virá”.

—¿Por dónde iba? Ah sí, Rhysand me habló de tí, claro que lo hizo; toda nuestra conversación fué en torno a tí. Y a mi pago como actriz —replica, prestando más atención a sus maniobras de maquilladora—. Me puso al corriente de todo. Y con respecto a tu pregunta de porque tú, sólo puedo decirte que... ¡El mundo está lleno de actores, pero sólo muy pocos saben actuar! Tú sólo disfruta de éste show, porque sin duda serás el centro de atención.

¿Ah? ¿El mundo está lleno...? Quedé peor que antes.

Se aparta un poco, dejando descansar mi rostro, muevo mi cuello de un lado a otro para estabilizarlo y poder mirarle la cara a ella. Sus ojos color café brillan y sus gruesos labios se ensanchan dejando al descubierto una decenas de dientes tan blancos que parecen de algodón.

Si tuviera que describir a Laila en una sola palabra ésta sería “Diva”. Su cabello color chocolate y totalmente rizado está sujeto en un moño que lo deja en libertad, su maquillaje es elegante y sensual, además la forma de vestir es como si fuera a la alfombra roja de cualquier evento donde hubiera que mostrar que todo estaba en su lugar. Para tener la edad que me ha comentado se ha mantenido bastante bien.

—Ya quedó —murmura con notable orgullo—. Levántate y déjame verte por completo ¡Estás divina! Como una actriz de Hollywood.

Mis mejillas arden y se me escapa una sonrisa, no conozco a Laila muy bien pero las horas junto a ella en éste vestidor me han dado indicios de que podríamos ser grandes amigas, aliadas, como dijo Rhysand. Me pongo de pies sobre los tacones de aguja que ella ha elegido, no, no tambaleo; aunque estoy más acostumbrada a tenis y sandalias bajas camino muy bien en tacones gracias a las clases gratuitas de putería que me ofreció Marina y obvio acepté.

—¡Estás divina, divina! —chilla con voz cantarina, sin dejar de mirarme—. Ven, tienes que verte en el espejo. Estás mood diosa, si Rhysand no se muere por llevarte a la cama entonces ése hombre es de hierro.

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