CAP 5-"Situaciones inesperadas"

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"Situaciones inesperadas."


Habían pasado dos semanas desde que descubrí la existencia de los llamados alienígenas en el planeta tierra. Y este mismo tiempo había resultado de lo más interesante; lo primero había sido la larga charla en la que Agni y Phinie decidían si el último año de preparatoria me sería imprescindible. En esta, yo estuve sentada en medio de los dos una gran parte del tiempo mientras Agni aseguraba que no me haría ningún tipo de falta en mi nueva vida, y que lo mejor era que me quedara permanentemente en la base junto con todos ellos para estar protegida. Phinie por otro lado, difería totalmente, ya que seguía sin querer que yo me uniera del todo a ellos. Ella quería que volviéramos al apartamento y yo siguiera yendo de lunes a viernes a la preparatoria aparentando no saber lo que sabía, y asegurando una digna normalidad...

Una que yo ya no quería.

Mi mundo estaba en peligro por una especie de desalmados seres de otro planeta que quería exterminar a las especies del universo y gobernar sobre las que quedaran. Claramente no iba dejar que eso pasara si ayudar estaba en mis manos y para ello necesitaba ponerme del lado de Agni.

Así que intentando mostrarme decidida, pero sin faltarle el respeto a la persona que me había cuidado la mayor parte de mi vida, me levanté y le expresé lo que yo quería: quedarme con ellos.

Después de muchas insistencias y técnicas de convencimiento entre Agni y yo, ella accedió. Y no negaré que el hecho de no ir más a la preparatoria fue como comer un algodón de azúcar.

Lo único malo de mi algodón de azúcar, era recordar ese par de ojos oscuros que se condenarían a eso: un recuerdo.

No volvería a ver a Hudson, y a pesar de que eso se sentía como una patada en el estómago, era lo mejor para él. Él se graduaría con el equipo, iría a la universidad... se casaría, tendría hijos (que jamás me dirían tía), envejecería, moriría a los noventa años y si todo salía bien, los Mogarclade jamás interferirían en su vida la cual sería larga y feliz.

Esto era mejor para él, por mucho que me doliera.

Después de convencer a Phinie, empezó a traer por tandas cosas del apartamento: el resto de nuestra ropa, algo de comida...

También habían estado tomando turnos con Agni para entrenarme. Me llevaban a un pequeño lugar en el bosque detrás de la base en el que habían puesto unos blancos en árboles gruesos y resistentes, además de unos clavados en la tierra que parecían ser de hierro. Los de los árboles eran para las cuchillas y las dagas, y los de hierro para las armas, eso me lo habían explicado para que no le diera a un árbol, ya que los disparos de las avanzadas armas que ellos usaban pulverizaban y destrozaban la madera (un árbol partido por la mitad de manera nada perfecta que noté cerca del lugar, seguramente era testigo de ello).

Yo también fui testigo cuando casi me disloco un hombro por la potencia de la pequeña pistolita extraña. Era una fuerza abrumadora con la que soltaba ese extraño tipo de bolita de fuego azul, que no me había atrevido a preguntar qué diablos era.

Agni dijo que lo último que me enseñaría era el combate cuerpo a cuerpo, ya que era algo a lo que pocas veces se recurría y la puntería era lo más importante.

¿Lo sorprendente? Resultó que tenía mucha. Logré manejar el arma pequeña en poco tiempo y ahora que manipulaba la grande se me hacía mucho más fácil porque era más estable. Agni se sorprendió cuando di doce disparos puntuales en cola.

–Peque, eres una bendita caja de sorpresas –me reí –. No eras asesina en masa en alguna vida pasada, ¿O sí? –me volví a reír.

–Pues la verdad es que nunca había hecho algo parecido.

ORIÓN: La realidad del planetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora