CAP3-"Explicaciones"

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"Explicaciones"

Se cayó la caja de cereal de mis manos.

Seguía estando paralizada mientras veía esa cosa estando tan cerca de mí, como prueba de que existía cuando eso no era posible. También andaba por mi cabeza el hecho de que la persona que hace una hora consideraba normal y estaba comprando cosas para llenar una alacena, parecía estar al tanto de todo y, no solo eso, sino que también era la responsable de que lo que estaba frente a mí ya no era más que un cuerpo sin vida.

Un cuerpo que –insisto –no debería existir, pero ahí estaba.

Reparé en como el charco verde que provenía de él crecía en el piso hasta alcanzar mis zapatos. Como acto de reflejo alcé mis antebrazos frente a mí y los miré, cayendo en cuenta, y sintiendo más pánico, cosa que no creía que se pudiera –al parecer estaba descubriendo muchas imposibilidades posibles hoy–.

–Tiene sangre verde. –Pronuncié sin alterar la voz, en estado de shock.

Janneth llegó a ver el alboroto y vi como su cara reflejaba la expresión de pánico que seguramente yo también tenía en la mía.

–Corre. –le dijo Phinie con voz grave a la cajera, la cual no necesitó más para obedecer.

–Tiene sangre verde. –repetí con el mismo tono, pero la voz quebrada, aun viendo mis antebrazos, que tenían gotas de esta.

Phinie bajó del cuerpo, muy molesta.

–¡Malditos rencac! –proporcionó una patada al cuerpo –¡Ni siquiera respetan el protocolo de las 23 horas!

Caminó de un lado a lado en un rango de un metro durante un momento y luego se inclinó al cuerpo.

–Tiene sangre verde.

–Si, cariño –me respondió –ya lo noté.

Ella se puso de cuclillas al lado del cuerpo del monstruo –que había llamado por un nombre– y empezó a hurgar en los bolsillos de la rasgada poca ropa que aún le quedaba a esa cosa.

–Tiene sangre verde. –Phinie suspiró, cansada.

–Sí, nena. ¿Podríamos pasar de página eso? –me miró, notoriamente molesta, luego volvió a rebuscar entre las prendas –Ayúdame, ¿quieres? –pidió sacando la mano de una de las bolsas del pantalón –Sostén esto –me tendió algo que parecía una billetera, pero llena de sangre verde, así que solo la tomé con dos dedos de una esquina–. Todo lo que encontremos nos puede servir. –seguía buscando.

Cuando acabó de registrar, yo aún miraba fijamente esa criatura, intentando explicarme el hecho de que todo se sintiera tan real si no podía ser más que un sueño. Ella se levantó y tomó una de mis manos para jalarme y sacarme de ahí, pero yo se solté de un tirón.

Hasta entonces noté que me había consumido lentamente el pánico.

–¡No me toques! –le grité, estaba entrando en una fase de histeria.

–Saige, por favor, cálmate. –me dijo tomándome de los brazos, volví a zafarme.

–¿¡Que me calme!? ¿¡Cómo me voy a calmar!? –grité otra vez –¡Acabas de matar a... eso! ¡Como si fuera lo más común del mundo! ¡Yo...!

–Saige, sé que estas asustada, pero si por favor vienes conmigo...

–¡No iré contigo a ninguna parte si no me dices qué está pasando! –Ella respiró profundamente.

–Te llevaré con alguien que te puede explicar mucho mejor.

Lo pensé por un momento, no sabía con quién me llevaría, ni si estaría segura, no sabía nada. Y ese sentimiento fue como si sacaran todo el aire. Ya no sabía si podía confiar en ella...

ORIÓN: La realidad del planetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora