CAP8-"Peque"

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Abrí los ojos rápidamente para darme cuenta de que la oscuridad reinaba de manera absoluta en mi pequeña habitación.

Me incorporé y noté que aún llevaba puesto todo el equipo negro, así que me lo quité y me puse algo más cómodo –pues no podía ser una hora propia para levantarme todavía–, para volver a dormir. Pero a pesar de la oscuridad, la paz y el calor de mi cómoda cama, no logré pegar del todo los ojos otra vez. Tomé mi celular para ver la hora.

¡Las tres de la madrugada! Quedaban cuatro horas para que tuviera que despertarme.

Pensé en alguna forma de relajarme y dormirme de nuevo, y solo se me ocurrió el chocolate caliente o cocoa, que funcionaba cuando estaba pequeña.

Tomé la bata azul negro del armario con la que usualmente me levantaba y salí en dirección a la cocina. Me sorprendió que la luz estuviera encendida, no acostumbraba deambular por la base a estas horas, pero ¿había alguien que lo hacía?

Cuando entré, me topé con la espalda, envuelta en una bata negra, de Agni junto al horno al otro lado de la isla en medio de la cocina.

Él giró su cabeza para ver sobre su hombro, luego de mirarme se giró por completo para encararme.

–Saige –emitió algo sorprendido –¿Qué haces aquí a estas horas?

–No podía dormir. –dije

–Somos dos, Peque –suspiró.

Caminé hasta quedar frente a él y le pregunté:

–¿Tenemos cocoa o chocolate caliente? –él me miró un momento, y luego pensó.

–Creo que no, solo hay chocolate en polvo para leche. –me dijo y fue como si me encendieran un interruptor interno.

–¿Leche con chocolate? ­­–Era mi favorita cuando era niña, y no tomaba hace tantos años... Agni sonrió –¿Dónde está?

Él rio entre dientes, yo lo miré:

–¿Aún lo tomas? –preguntó, yo lo miré confusa.

–¿A qué te refieres? –le pregunté yo de vuelta.

–Yo fui el culpable de que empezaras a tomarlo –le mantuve mi mirada confusa y hundí más el entrecejo –. Cuando eras pequeña te gustaban mucho las cosas dulces, yo tenía y aún tengo cierta manía por la leche chocolatada, así que un día te di una y desde entonces siempre me la pediste... –rio recordando –claro, hasta que tu mamá dejó de traerte.

Solté un poco de aire en una risita. Agni me indicó que me sentara.

–Siéntate en la isla, yo te la preparo. –dijo, mientras movía las manos de manera ágil sacando botes por aquí y por allá en la cocina. Hice lo que me indicaba, y lo miré prepararme la bebida, mientras se preparaba una él mismo.

Se volteó para mirarme con la bebida lista, la puso frente a mí para que empezara a tomarla. Cuando era pequeña, me preparaba la leche con chocolate yo misma, porque nadie sabía ponerle la cantidad que me gustaba más que yo. Por eso me sorprendí al darle un sorbo y darme cuenta de que estaba... perfecta.

En ese momento me di cuenta de algo y lo solté:

–Pareces saber todo de mí y yo apenas sé unas cuantas cosas de ustedes –dije pensativa –. Se me hace injusto.

–Primero: no sé todo sobre ti. Solía saberlo cuando tenías dos, ahora solo sé lo que Cosme me ha contado (que no ha sido mucho) y lo que yo estoy descubriendo teniéndote cerca nuevamente. Segundo: puedes preguntar lo que quieras. Rara vez olvido algo, como sabes, y ya estamos aquí.

ORIÓN: La realidad del planetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora