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Culpa era lo que sentía en ese momento, culpa de no poder comer bocado de la comida que Hange le había traído, se suponía que tenía que desayunar pero no podía, sentía que era una molestia para los demás, ellos le ofrecían comida y ella la rechazaba. Fayna dejó escapar un suspiro mientras corría la bandeja y dejaba caer su frente sobre el duro escritorio de madera que había en su habitación. Esa noche tampoco pudo dormir, las pesadillas volvieron nuevamente de forma más intensa y el encuentro con el comandante tampoco la dejó muy bien.

Permiso.-se escuchó la voz de Hange mientras entraba a la habitación.- Si ya terminaste de desayunar me llevaré la bandeja.-dijo con una leve sonrisa en su rostro, la cual se borró al ver que la joven no había tocado la comida.- ¿No te gustó? Puedo pedir que te preparen otra cosa.

¡No! Digo, estaba rico pero no tengo hambre, lo siento. Si me meto algún bocado de algo terminaré vomitando, no me siento bien del todo.-dijo en un tono avergonzado.-

Tienes que comer igualmente, tienes que recuperar fuerzas, no debes dejarte estar.-dijo en un tono algo molesto, no quería que esa chica esté descuidada.- Por cierto, Erwin quiere que vayas a su despacho.-dijo tomando la bandeja en sus manos.- Aún tiene que hablar contigo sobre lo sucedido, mientras más rápido cuentes lo que paso, serás libre.-dijo dedicandole una mirada de pena.-

Hange, no quiero que sientan lástima por mi.-dijo en un tono medio abrupto, estaba cansada que la miren con lástima.- Son cosas que pasan, con el tiempo sanara.-dijo mirando por la ventana que había en su habitación mientras sentía un nudo formándose en su garganta.-

Lo siento.-se disculpó rápidamente la mayor.- No quiero que te sientas así. Vengo en unos momentos a buscarte para ir a hablar con Erwin.-dijo caminando hacia la puerta con la bandeja en sus manos y saliendo de la habitación.-

La joven tardó en darse cuenta de lo que iba a suceder a continuación, tendría que mirar a la cara al rubio. Luego de lo sucedido anoche solo sentía enojo y vergüenza, la noche anterior se había entregado a el como si de un regalo de tratara, jugó con ella y ella lo permitió gustosa. No estaba preparada, no quería verlo, no quería estar con él en la misma habitación, lo quería lejos.

Habían pasado veinte minutos y Hange había ido a buscar a la joven, esta asintió nerviosa mientras salía de su habitación siguiendo a la mujer. Mientras caminaba por los largos pasillos, observaba todo con atención, los pasillos estaban repletos de puertas, no caminaron mucho antes de que Hange hablara.

Esta es la oficina de Erwin, sabe que vendrás así que entra. Se fuerte y cuenta todo lo que sabes.-le sonrió tiernamente mientras despeinada su cabello.-

Hange se alejó y dejó a Fayna sola, frente a la puerta. El corazón de la joven latia con fuerza y ya podía sentir como la vergüenza se apoderaba de ella. Estaba teniendo una pelea interna entre entrar a esa oficina o salir corriendo, definitivamente las dos eran muy malas opciones. Tomo valor y levanto su mano con decisión de golpear la puerta, pero fue interrumpida rápidamente por la puerta abriéndose y dejando ver a un serio rubio del otro lado.

Te estás tardando mucho, no puedo perder el tiempo, entra.-dijo en un tono serio mientras se hacía a un lado para que la joven pueda ingresar.-

Ella lo miró atónita unos segundos, sin expresión en su rostro, el tono en el que le hablo la incómodo bastante, dejó escapar un suspiro e ingresó a la oficina. Observo todo a su alrededor, era una habitación grande con un gran escritorio y tres sillas, una del lado de Erwin y las otras dos frente a la antes mencionada. Estaba todo perfectamente ordenado, el olor al comandante se filtraba por las fosas nasales de la joven, toda esa habitación olía a el.

Toma asiento, Fayna.-ordenó rodeando el escritorio para sentarse frente a la silla que tendría que ocupar la joven.- Ahora.-demandó al ver que la muchacha no reaccionaba.-

《Alive》▪︎Erwin Smith▪︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora