«La Edad de Oro no conoce guerra, trabajo, vejez ni enfermedad», aquella frase es lo primero que se recuerda cuando se refiere al reinado del Titán del Tiempo. Los seres divinos de esta era vivieron con sus corazones libres de preocupaciones, al margen de las penas y miserias, siempre satisfechos por la prosperidad que trajo la unión de Dino y Rhea, misma que se convirtió en una festividad anual que actualmente se conoce como "Kronia", celebrada por los humanos principalmente en Atenas y Tebas durante la temporada de cosecha, siendo los dioses quiénes reciben las ofrendas mortales, las cuales suelen compartir durante su propia fiesta en Olimpo. Una noble tradición que lamentablemente ayudó a ocultar las perversas actividades que el rey y sus secuaces llevaron a cabo con seres divinos no-titánicos.
Hestia y Deméter —hijas legítimas de Rhea, pero no de Dino— no fueron la excepción en aquellas hórridas prácticas que se realizaban en lo más alto del gran monte. Las diosas engendradas del más ardiente fuego y de las más abundantes cosechas, respectivamente, fueron devoradas por el Rey Titán, quién ignoró las incontables plegarias de su esposa e ingirió a sus hijastras para así evitar la predicción que Urano le anunció, la cual indicaba que sería derrocado por un importante dios de la primera generación. Con la angustia que sólo una madre puede sentir, Rhea decidió aminorar su dolor utilizando polvo cósmico para engendrar a una nueva y bella diosa, no obstante, fue descubierta en el acto, condenando así a su última descendiente, «Yau-si», a siglos de tortura en manos de su "familia adoptiva".
Dino se deshizo de todas las divinidades que suponían una fuerte amenaza a su lugar en el trono, manteniéndose reacio a aceptar a los dioses olímpicos hasta que sus ojos se posaron sobre un ser tan bello como el amanecer, deidad con la que se obsesionó al punto en que intercambió enormes bienes con Thea para lograr colocar sus manos sobre aquel niño. Fue en ese entonces que el pequeño Dios de la Riqueza se convirtió en el secreto del Rey de los Titanes, sufriendo infinitos abusos y maltratos que destrozaron su cuerpo, convirtiéndolo en un dios de la destrucción que pobremente intentaba mantener su forma física. El frágil niño fue mantenido en cautiverio por largos y tortuosos cincuenta años, décadas que llegaron a su fin cuando un descuido finalmente le permitió escapar de la prisión, conectando su camino con una pizca de esperanza a la que no dudó en aferrarse con todas sus fuerzas.
「 La penosa apariencia de aquel tembloroso niño que se aferra a una delgada manta para ocultar su desnudez lleva al límite la ira que Rhea ha estado conteniendo durante los trescientos años de unión que ha mantenido con Dino. Su furia —manifestada como largas espinas que abarcan todo su cuerpo— altera al joven, por lo que se ve obligada a respirar profundo, logrando producir girasoles que envuelven al pequeño en un gentil gesto que reduce levemente el estrés al que ha sido expuesto.
-Tranquilo, cariño, no voy a hacerte daño- habla con dulzura, llevando su dedo en dirección al desordenado cabello del dios, no obstante, él se encoge en su lugar, atemorizado. -¿Cuál es tu nombre?-
-No tengo- murmura, temblando.
-Oh, bueno, yo soy Rhea, estoy aquí para ayudarte- asegura. -Por ahora voy a llevarte para que te des un baño y luego...-
-¿Qué quieres de mí?- inquiere con rudeza, asomando sólo sus ojos entre las mantas para observar la reacción de su contraria.
-Quiero que te subas a mi mano y me permitas llevarte al cuarto de baño- responde, pero como no recibe respuesta alguna decide utilizar sus habilidades naturales para germinar dos manzanas doradas que coloca junto al joven. -Come, tienen ambrosía dentro, te ayudarán a recuperarte-
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Flowers in the Underworld 「Asheiji AU」
Fiksi Penggemar«Aslan del Inframundo» es temido, odiado y respetado a partes iguales por dioses y humanos. Sus dominios son un lugar prohibido para todas las especies, sin embargo, Eiji decide recorrer el Inframundo, dejando tras de sí un camino de flores que sirv...