Mi remordimiento

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(Sigue ¨Raphael¨)

Ya ha pasado una semana

Kala parece irse acostumbrando rápidamente a nuestro estilo de vida y se la pasa el día haciéndonos a todos alegres. Incluso las discusiones y los escandalosos ruidos que provocamos siempre, se han reducido. Más de una ocasión escuché a Sensei decir: "Ya era hora de que una mujer pusiera las cosas en orden aquí". Claro, ella siempre se entrometía cuando yo iba a iniciar una pelea con Leo; me llevaba a su cuarto y empezaba a decirme cosas dulces, lo cual me tranquilizaba. 

Últimamente se ha vuelto más pegote conmigo. La he visto sonrojarse cada vez que me ve entrenar o levantar objetos pesados, o también cada vez que la mimo un poco para irme adaptando a esto de "ser novios". No me deja ni a sol ni a sombra y siempre se preocupa de prepararnos exquisiteces de comidas para nosotros... o para mí. Realmente es muy amigable y servicial. 

Ojala Mikey lo viera de esa manera...

¡Hm!... Mikey otra vez... 

Joder, ¿por qué siempre tengo que recordarlo?

Mmmmmmmm...

-¿Qué pasa, mi cielo? -preguntó Kala, espabilándome. 

Bajé mi vista hacia ella. Su cabello castaño brillaba a la luz de las estrellas de esta noche y podía oler su dulce aroma por tenerla recostada sobre mi pecho, rodeada entre mis brazos. Nuestras piernas caían por la orilla de la azotea de un edificio mientras teníamos en frente el extenso firmamento. 

Sus ojos aceitunados me observaban un tanto curiosa tras su pregunta, cuya respuesta era que nuevamente estaba pensando en mi hermano. 

-No pasa nada. Es que... bueno... -suspiré - Estoy... un poco preocupado.

O mejor dicho; muy preocupado. 

-¿De qué o quién?

-Es mi hermano... -respondí.

-¿Otra vez él? -preguntó, separándose de mí pecho para verme.

Es cierto; ya la he "molestado" mucho hablando acerca de Mikey durante toda esta semana que él decidió encerrarse en su habitación sin asomar ni la punta de la nariz. Pero es que simplemente no he podido quitarme esta sensación de remordimiento

-Ya sabes... Pensé que su enojo se pasaría, pero ya lleva una semana así y me tiene realmente intranquilo. Él... nunca se había comportado de esa manera, es muy extraño. 

-Sí, lo sé. Ya me lo has repetido... como diez veces -murmuró con algo de fastidio. 

-Mira, sé que tal vez pensarás que estoy exagerando o algo, pero verás, desde ese día que te mudaste le grité muy fuerte y le dije cosas que... lo afectaron demasiado -relaté con pesar, agachando la mirada - Creo que me pasé con mis palabras. Me siento... argh... culpable -gruñí.

-¿Culpable? ¿Y porqué? -preguntó, cruzándose de brazos - Tú solo le dijiste lo que tenía que oír. Yo no soy ninguna maldita bruja.

-Espera... ¿¡nos escuchaste!? -me alteré. 

-Cielo, esos gritos berrinchudos se podían escuchar por todas las alcantarillas de Nueva York -estiró los brazos como dibujando una esfera gigante - La verdad no entiendo porqué ese niño tiene esa perspectiva de mí. He intentado hacer lo mejor que he podido y lo sabes, pero ni siquiera me deja demostrárselo. Se encerró en su cuarto y no sale. Ya casi ni siquiera lo recuerdo... 

-Sí, pero... -la interrumpí. 

-Tal vez debería hablar con él, ¿no? -me interrumpió de vuelta.

Lo que siento de verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora