Capitulo 23

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-Está bien- dijo Mikasa, queriendo calmar a Annie. La situación ya era complicada, no necesitaban nada para empeorarla -Sea lo que sea, puedo soportarlo. Lo peor que pueden hacerme es azotarme. Puedo manejarlo-

-¿Azortarte?- Erwin repitió, devolviendo la atención de Mikasa a él -No, tu castigo es la ejecución-

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-¡¿Qué?!- Mikasa exclamó, dando bandazos hacia adelante solo para ser restringida con más fuerza.

Mikasa luchó contra sus ataduras, y dos soldados más entraron, apuntando sus espadas hacia ella en una amenaza silenciosa. Mikasa se detuvo, respirando con dificultad.

-Maldito idiota- le escupió Mikasa -¿Te das cuenta de las consecuencias de mi muerte? Tu misión está casi muerta si mi escuadrón y yo no estamos allí. No solo eso, sino que si muero por tus manos, Eren jamás peleara bajo tu mando. Tú también lo perderás-

-¡Que se joda Eren!- Tauriel habló, luchando contra sus propias ataduras -¡Nos perderás a todos también, pequeña gallina rubia de mierda! ¡Nunca trabajaré para alguien que mate a mi capitana!-

-Pásame una espada- Erwin extendió una mano y un soldado salió de la formación del círculo y le entregó la suya. Erwin agarró la pechera de la camisa de Mikasa y se arrastró por el suelo seco, a solo un pie de distancia de los demás.

El otro soldado que la sostenía empujó su rostro al suelo, su mejilla pegada al suelo.

Erwin levantó su espada, la punta apuntada hacia su sien.

-¡No!- Annie gritó, dando bandazos hacia adelante, pero otro soldado entró y ayudó al otro a sujetarla. Ella les pateó, pero ellos también la presionaron contra el suelo -¡Mikasa!-

-Duele, ¿No?- Erwin le preguntó a la titán femenina -¿Ver al que más te importa morir frente a ti? Esto es lo que se siente estar a manos de personas como tú-

Los ojos de Annie se congelaron, y Mikasa pudo ver todos los pecados de su pasado correr a través de ellos. Las palabras de Erwin la perforaron, y todos sus errores de repente la agobiaron más.

Mikasa no sabía cómo Annie había soportado el peso todo este tiempo.

La expresión de Tauriel palideció, y mientras que otros pudieron haber pensado que era porque estaba recordando a un ser querido muriendo a manos de cambiaformas, Mikasa sabía que era porque Tauriel estaba sintiendo una creciente vergüenza por ser uno de ellos.

Erwin dirigió su atención a Mikasa y levantó la espada. Annie la miró fijamente y Mikasa cerró los ojos. No quería discernir lo que estaba sintiendo Annie. No quería ver lo que sentía su escuadrón.

Por un breve momento se preguntó qué pensaría Eren. ¿Atacaría a Erwin? ¿O Erwin también lo mataría? ¿O Erwin haría algún tipo de mentira para convencer a Eren de que Mikasa tenía la culpa? ¿Qué pasaría con su escuadrón?

¿Qué le pasaría a Annie?

Todos estos pensamientos inundaron su mente y apretó los ojos con más fuerza. No podía permitirse reflexionar.

No adiós. Sin palabras. No se dijo nada a sus seres queridos. No sabrían nada, y aquí estaba a punto de morir a manos de un hombre en lugar de un titán.

Que patético.

Mikasa apretó los ojos. Ella era un soldado.

Ella no moriría así.

Mikasa escuchó un grito y un hombre gritó de repente. Los ojos de la capitana se abrieron de golpe y respiró hondo.

Annie acababa de levantarse del suelo, dejando a un soldado con un brazo roto en el suelo. El otro soldado lanzó un puño hacia ella, pero Annie se agachó, giró y llevó una mano hacia su cuello. En un movimiento rápido le hizo una llave en la cabeza y le dio una patada detrás de sus rodillas, haciéndolo caer al suelo. Annie miró a Erwin, varios cabellos rubios cayendo frente a sus ojos -Déjala ir o lo mataré-

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