Capitulo 35

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Bertholdt estaba agotado.

Siempre lo estaba cuando salía de una reunión con su líder. Planes para matar y mutilar y mucho más. Ese peso cada vez mas grande estaba nuevamente sobre los hombros de Bertholdt, amenazando con aplastarlo. Tomó un respiro profundo y siguió caminando por el gran trono. Salió de la entrada a la sala del trono, por un pasillo más estrecho. Maldijo que su habitación estaba lejos, sintiéndose lento y cansado. Estaba todo el camino en el lado oeste del castillo, y el hecho de caminar todo el camino agrió su estado de ánimo.

Lo que lo agrió aún más fue la visión de Alexander en el mismo salón que él. Alexander estaba apoyado en la pared izquierda, tarareando una melodía mientras jugaba con un cuchillo. Bertholdt frunció el ceño, pero no dijo nada cuando pasó junto a él. Alexander era arrogante, molesto y un absoluto imbécil. No quería tener nada que ver con él.

-¿Como estuvo la reunión?- Alexander preguntó, sin dejar de mirar el cuchillo con el que jugaba. Bertholdt le da la espalda y detuvo el paso. El más alto de los dos miró por encima del hombro, frunciendo el ceño.

-Lo sabrías si hubieras estado ahí-

Alexander se burló -Probablemente me hubiera aburrido demasiado-

-Era importante- espetó Bertholdt -El vínculo de Annie se activó y estábamos planeando nuestra ruta para conseguirla-

-Escuché- dijo Alexander con un bostezo -Aunque la captura de Annie Leonhart no es una razón para ir a la reunión. No podía importarme menos por ella. Además, estaba ocupado con otras cosas-

Berthold se volvió hacia él completamente ahora, entrecerrando los ojos. Había sangre por todo el cambiaformas. Salpicó su ropa, sus pantalones, y Bertold se dio cuenta de que incluso sus manos y su cuchillo tenían sangre fresca. El cuchillo giró entre las manos de Alexander, todo el tiempo el cambiaformas con una sonrisa, como si recordara el recuerdo más preciado. Berthold se estremece de terror y miedo.

-¿Qué diablos hiciste?-

Alexander finalmente miró hacia arriba y lo golpeó con una mirada perezosa, aunque la amplia sonrisa contó otra historia -Nada fuera de lo que requería mi trabajo-

-Ella esta viva- gruñó Berthold

-Oh, lo esta- le aseguró Alexander -Tal vez no de una sola pieza, pero eso es lo hermoso de los cambiaformas, ¿Verdad? Lo resistentes que somos-

-No hay un nosotros- escupió Berthold -No soy nada como tú. No eres más que un animal salvaje-

De repente, Alexander estaba justo enfrente de Berthold con el cuchillo mortalmente cerca de su garganta -¿Y eso es tan malo?- Los ojos de Alexander se veían rojos como la sangre con una especie de oscuridad que aún tenía a Berthold atemorizado.

Alexander se burló, sus ojos recorriendo lo tenso que estaba Berthold.

El cambiaformas enloquecido se rió y pasó junto a Berthold. Le puso una mano al pasar y le susurró al oído -Es una pena que no estés hecho para esta línea de trabajo-

Berthold espetó.

Agarró a Alexander por la pechera de su camisa y lo empujó contra la pared a su lado. La cabeza de Alexander golpeó duramente contra la piedra, lo que le hizo cerrar los ojos mientras siseaba de dolor. Berthold acercó su cara a centímetros de la de Alexander. -He estado aquí más tiempo que tú- se enfureció. -Haz todo lo que nuestro líder pidió obedientemente. Y continúa haciéndolo. Valgo más que la meada que disparas. Conoce tu lugar-

Los ojos de Alexander se abrieron de golpe y parecían regocijados. Dio un sesgo -¿Es así? Entonces, ¿Cómo es que después de cada interacción con nuestro querido señor y salvador mismo, parece que te han succionado el alma?-

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