La academia de asesinos Black Swan, se encuentra aislada de la civilización, básicamente en el medio de ninguna parte.
La única forma de llegar es por una estrecha carretera en mal estado que abraza la montaña Toyt de 1300 metros de altura.
Observó el acantilado a mi derecha, el mar, y recuerdo porque el nombre de la prominencia, Toyt significa muerte, el destino de muchos inexpertos y descuidados que han intentado llegar a la cima.
Muerte, el destino de los débiles en la academia.
Muerte, el fin de todos.
Pocos son aceptados —mejor dicho, elegidos— para ingresar en Black Swan. No existe dinero suficiente que compre la matrícula de un estudiante, tampoco el examen de aptitud.
Ellos te encuentran.
Te reclutan.
Divisó la escuela entre los árboles, sombría, una espeluznante réplica del castillo de Margam, algo más amplio.
—Ya estamos llegando —suspiro, diciendo las palabras para mí.
Ciro conduce el auto que me traslada, es un hombre grande, de brazos belludosß, un homicida más, como todos aquí —créanme— a nadie en sus cabales le gustaría meterse en una pelea con él.
Fue el encargado de localizar y mover mi culo desde el territorio insular francés en Polinesia, donde disfrutaba de la tradicional gastronomía francesa con sus exóticos sabores de productos isleños y buceaba, de regreso a este infierno con forma de edificio con arquitectura gótica.
Bajo del auto cuando Ciro aparca frente a la puerta principal.
Me adentro en la academia sin mirar atrás, recuerdo la primera vez que llegue a este lugar nueve años atrás, todo me deslumbraba, era joven e ilusa, tan inocente.
—Buenas noches, el señor Berlusconi la espera en su oficina —habla Ophelia.
—Bien, iré a verlo —Informó profundizando en los pasillos—, que tengas una linda noche.
A esta hora ningún estudiante deambula por esta zona.
Camino hacia la oficina del Director, Orestes Berlusconi.
Entró en la dirección sin llamar a la puerta. Orestes me espera a pesar de la hora, sentado en su escritorio.
—Buenas noches, padre —Recuerdo la primera vez que lo vi, cuando me adoptó.
Vivía en un convento, junto a otros huérfanos.
Una vez a la semana las hermanas nos llevaban de excursiones a teatros, cines, museos o parques de atracciones.
En aquel entonces era muy apegada a Salma, la chica que dormía en la habitación contigua a la mía.
En la última salida que fui, Salma encontró una perrita moribunda, en el convento estaba prohibido tener todo tipo de animales, aun así, no prestamos atención a las normas y nos llevamos al animal con nosotras.
De dejarla en la calle habría muerto.
Dana, como nombramos a nuestra mascota con cada día que pasaba se hacía más fuerte y recuperaba sus energías.
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Academia de asesinos: Black Swan
Roman pour AdolescentsNo solo nos enseñan como acabar con la vida de las personas, también nos enseña como ser los mejores en ellos. Aquí todos somos elegidos, perfectos, todos destacan en algo y si por un segundo uno de los estudiantes se queda atrás en su aprendizaje...