Capítulo 12

29 4 0
                                    

Era de esperarse que ya los chicos no estuvieran en el aula de teatro cuando llegue, no que no esperaba era no toparme con ninguno de los tres miembros del consejo estudiantil en todo el día, esto parece una broma de mal gusto, cuando no quiero verlos aparecen en cada esquina de este infierno, pero cuando los busco parecen haberse esfumado.

No me rindo, no dejó el tema de lado, por cada minuto que pasa en lugar de aplacar mi rabia esta va más en ascenso.

Salgo impaciente de clases, si ellos entrar a mi habitación a su antojo porque yo no hacerlo de igual modo, solo paso por mi cuarto a dejar los libros, cambiar mi uniforme por ropa casual tomaría más tiempo.

No dudo ni un segundo en decidir a que chico le haré la visita, está claro que Alex, el presidente será el elegido.

Su puerta al igual que la mía no contaba con ningún tipo de seguro que me prohibiera la libre entrada, todo es impecable, las paredes blancas a juego con las sabanas de la cama perfectamente tendida, sin una arruga. En la pared sobre el escritorio una pequeña estantería en igual tono con algunos libros, pero sin rastro del chico.

Me acomodo en la silla en espera de este, no me importa cuanto tarde en llegar, cuando lo haga estaré aquí para ponerlo en su sitió.

Después de los veinte minutos de espera me arrepentí de no traer el teléfono conmigo y a la hora me encontraba jugando con los bolígrafos sobre el escritorio.

El sol empezó a caer por la ventana y mi estómago a rugir, no pensé que Alex tardaría tanto, ahora me encuentro a punto de perderme la comida por su culpa.

Camino hacia la puerta con la intención de marcharme, buscaré algo de comer y regresaré en su búsqueda. Este infierno es demasiado chiquito para esconderse de mí toda la vida. Cuando estoy a punto de girar el pomo de la puerta escucho pasos acompañados de risas, es él, ha llegado.

Corro a ocupar de nuevo la silla y estiro mi columna, mis horas perdidas no han sido en vano.

La puerta se abre y el presidente del consejo se deja ver, está acompañado de una chica morena, ambos ríen, se besan, se desnudan, mientras Alex tiene los ojos sobre mí. Mi estómago se retuerce, aun así no abandono mi papel, limpio mi garganta haciendo que esta suene para llamar la atención de la chica, esta al verme se aparta alarmada del presidente e intenta cubrir su desnudes de mí.

—¿Qué haces aquí? Estoy ocupado, veté —me echa de su habitación sin vacilar.

—La que debería irse es tu amiguita, tengo que hablar contigo —La chica tiene tanta vergüenza que no sabe ni que hacer.

—Ella no ira a ninguna parte.

—¿Seguro? —lo reto.

—Seguro —asiente.

—Tú —llama a la pobre chica que se ve envuelta en nuestra discusión— lárgate.

—Sí... Si claro —tartamudea nerviosa mientras comienza a caminar a la puerta de salida.

—Qué no se te ocurra dar ni un paso más, no iras a ningún lado hasta que no terminemos lo que hemos comenzado.

El rostro de la chica palidece, no por las palabras de Alexander, más bien es la situación la que la supera, sin saber a quién obedecer, entre las órdenes del presidente del consejo estudiantil y la letal Katerina Berlusconi, sin duda un momento incómodo para cualquiera.

—¿Eres sola o que? Te he dicho que te marches de aquí —la presión que pongo sobre ella hace que comience a mover uno de sus pies.

—¡No! —su orden es concisa. La chica con lágrimas en los ojos mira a Alex.

Abandono la silla para caminar hacia ella, me detengo justo al frente tomo uno de los mechones de su pelo y lo coloco atrás de su oreja, para luego acercarme a la misma para susurrar.

—¿Sabes quién soy? —la desconocida asiente— bien, te haré las cosas fáciles o sales por esa puerta ahora mismo o te puedo asegurar que mañana no amanecerás viva.

No me hicieron falta más que esas palabras para que la pobre saliera corriendo de la habitación del Alexander dejándome sola con él.

El rubio deja escapar un suspiro al ver que me he salido con la mía.

—Ya se ha ido, di que quieres y largaté tú  también de una vez —sonrió.

—Solo venía a saludar, pero chico veo que no estas de ánimo así que me voy, lindos sueños.

Camino a paso lento fuera del cuarto.

Si yo no follo más nadie lo hará.

—Ya veo, así que tu intención solamente era lograr que no estuviera con la chica —Grita desde el marco de la puerta.

Giro la cabeza para ver en su dirección.

—No sé dé que me habla.

—Yo creo que si sabes y que todavía estas dolidas porque te encontré en el techo, solo te diré una cosa Katerina, yo al menos no tengo que emborracharla para que quieran estar conmigo.

Las palabras de Alex son un balde de agua fría que apaga mi felicidad, aun así no respondo solo giro y sigo mi camino como si verdaderamente no supiera de qué me habla.

Academia de asesinos: Black SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora