Je te complète

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Mucho antes de estar en París...

— Siempre lo has sido. —La voz de Sherlock era baja, gutural—. Ya sabes, lo que has dicho antes, que cuando escapaste te habría gustado que alguien te atrapara. —Respiró hondo—. Yo te estaba buscando. Nunca dejé de buscarte hasta que te atrapé.

William lo miró a los ojos. Él no se movió, pero las manos con las que se agarraba las rodillas tenían los nudillos blancos. Se inclinó hacia él, tan cerca que pudo ver la incipiente barba en el mentón y captar su olor: nicotina. Puso las manos sobre las de él.

— Ya me atrapaste.

— Y no te dejaré solo — declaró Sherlock al instante.

Sólo unos centímetros separaban sus rostros. Liam notó su aliento en los labios antes de que Sherlock lo besara, y se dejó llevar, cerrando los ojos. Su boca era tan suave; el roce de sus labios era tierno, y Liam sintió escalofríos por todo el cuerpo. Alzó los brazos y le rodeó el cuello, hundió los dedos en su rebelde cabello y le rozó la piel de la nuca, bordeando el cuello de la gastada camiseta.

Él lo acercó más. Estaba temblando. Notó el calor de su delgado cuerpo contra el suyo mientras él le bajaba las manos por la espalda.

— Liam — susurró él. Comenzó a subirle el borde del jersey, sujetándolo por la parte baja de la espalda. Movió los labios sobre los de él —. Ahora eres mío. Siempre serás mío.

Con el corazón acelerado, Liam se apartó de él y se bajó el jersey.

— Sherlock, deténte —dijo William, con una voz seca y firme.

Se apartó. Lo miró con expresión sorprendida y preocupada.

— ¿Qué sucedió? ¿No ha estado bien? No he besado a nadie excepto a ti, desde... — Liam no le permitió acabar la frase.

Él negó con la cabeza.

— Nada de eso —contestó él sin la más mínima vacilación —. No me gustó lo que dijiste, yo no soy tuyo.

Sherlock parpadeó sorprendido.

— Perdón, Liam — contestó él. Parecía muy vulnerable, sentado allí, con el desánimo marcado en su expresión.

Liam le acarició el cabello. Él lo miró a través de los dedos. De cerca, pudo ver que los ojos de Sherlock no eran negros, sino de un azul muy oscuro, como las profundidades del mar. Aunque el mar esté en calma, no significa que no esté sucediendo algo en la profundidad.

— Te amo más de lo que pensé que podría amar a alguien, pero el amor no es posesión, es apreciación — repuso Liam —. Yo no te pertenezco, yo te complemento.

Sherlock experimentó una oleada de vergüenza.

Liam sonrió piadoso. Le puso la mano en el costado del rostro y con ternura, le acarició la mejilla con el pulgar.

— Si lo entendiste, bésame...

Espero que les haya gustado, ¡nos leemos!

Nous sommes Paris ♡ Sherliam. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora