Dans mes bras

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Al abrir la puerta, la escena que se reveló en el interior era un caos total. Los ojos escarlata de Liam se abrieron desmesuradamente al ver el desorden y la desolación que dominaban la habitación.

Intentando conservar la calma, entró rápidamente y cerró la puerta tras él. Dejó sus pertenencias en el recibidor y se encaminó directo hacia la sala. Sus pasos resonaban de manera urgente en el suelo de madera.

Su primera acción fue identificar los objetos de valor, como el televisor y el tocadiscos, que permanecían inmutables. La posibilidad de un robo pasaba a un segundo plano en su mente. Ahora, los papeles esparcidos por doquier; una botella de whisky escocés rota con su líquido derramado en la alfombra. Mientras exploraba visualmente la estancia, sus ojos se posaron en una jeringuilla en el suelo.

Suficiente información.

Mientras continuaba inspeccionando el resto del apartamento, Liam comenzó a llamar a Sherlock.

No respondía.

Meticulosamente, Liam reconstruía en su mente la escena, delineando cada detalle con imágenes nítidas que se grababan como fotografías en su memoria. Recordaba con claridad las secuelas de aquella vez, cuando Sherlock luchaba contra su adicción, resistiéndose ante la amenazaba de consumirlo por completo. Ecos de aquellos tiempos turbios resonaban en sus recuerdos, recordándole la lucha desesperada contra una adicción que casi lo había arrebatado de su lado.

Al llegar al cuarto, Liam descubrió la puerta del baño entreabierta. A pesar del vidrio empañado que velaba la ducha, divisó a Sherlock apoyado contra la pared de azulejos blancos. Un aire miserable lo envolvía, casi palpable e impenetrable.

— Sherly... — apenas logró articular Liam, su voz apenas un susurro quebradizo.

En respuesta al llamado, Sherlock levantó la mirada. Su cabello desordenado velaba parcialmente su rostro, mientras sus ojos vidriosos reflejaban la desesperación que lo embargaba. Sin embargo, al posar la vista en él, Sherlock sintió como si hubiera encontrado la luz de su salvación en medio de la penumbra.

A pesar de su estado emocional, se empeñó en ponerse de pie. Anhelaba abrazar a Liam con todas sus fuerzas, aferrarse a él sin dejarlo escapar. Buscaba esa sensación de seguridad, ansiando no ahogarse en la corriente de sus emociones negativas. A pesar de sentirse frágil y vulnerable, su orgullo no le permitían mostrarse débil; tampoco lo alentaba positivamente.

La percepción de Sherlock como un individuo de fuerte carácter siempre dispuesto a ayudar, aún batallaba con sus demonios internos, lidiando con una adicción que había creído superar al salir de Londres. Aunque había logrado dejar el tabaco por un tiempo, la ansiedad lo golpeaba y la necesidad de nicotina podía más que su voluntad. A pesar de sus esfuerzos por liberarse de las drogas, Liam sabía que Sherlock había caído en la tentación en más de una ocasión, ocultando su consumo a espaldas de todos.

Era incapaz de juzgarlo; no solo por carecer de la omnipotencia divina, sino porque él mismo sucumbía a la ansiedad y luchaba por resistir la atracción de su deseo más profundo: el anhelo de desvanecerse. La idea de no sentir nada, de no ser nada, de poder liberarse de la necesidad de existir. Simplemente, la idea de desaparecer, de dejar de ser.

Con una sensación de humedad y temblores recorriendo su cuerpo, con casi todo su peso apoyado sobre él, se comprometió a sostenerlo hasta que encontrara la seguridad que tanto necesitaba.

Espero que les haya gustado, ¡nos leemos!

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⏰ Última actualización: Mar 25 ⏰

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