Breathe

El pajarraco junto al mar

Pasaron semanas enteras donde me dedicaba en las mañanas a ir al cuartel a buscar las papeletas que debía rellenar para los informes de registro social. Había una buena cantidad de gente que esperaba que todo el trabajo de parte de los chicos que venían con ideas nuevas desde el continente más el trabajo colaborativo de la Reina y altos mandos consiguieran traer prosperidad, unión y evitar cualquier golpe de estado.

El trabajo estaba bien, me remuneraban, era algo sencillo, las personas me conocían por los años de reconstrucción de la ciudad y por ser una de las que traicionó a la isla pero volvió a ella luego de la destrucción. Aún habían recelosos que no me dirigían la palabra, eran especialmente los soldados de la milicia, pero eran casos de los cuales no me preocupaba.

Luego volvía a casa, pasaba por el mercado, intercambiaba pequeñas palabras con las caras conocidas y volvía a mi rutina.

Cuando las temperaturas subieron a mediados de Mayo y Junio, los chicos pidieron dos días de descanso para hacer un pequeño viaje al mar, si bien pronto Reiner y Pieck iban a volver al continente a actualizar la situación política, estaban estresado y querían un descanso antes de partir.

¿Tú también irás Armin? -Le pregunté mientras me acercaba a él, sintiendo luego de tanto tiempo como el agua salada de la playa me cubría los pies.

En algún momento tendré que volver para dejar los tratados firmados y ofrecer mi cargo en el continente para poder quedarme en la Isla, pero por el momento, los chicos pueden hacer ese trabajo. Sus familias están al otro lado del mar, la mía está acá -Me miró con una sonrisa la cual se la devolví con total sinceridad.

Esa tarde se apodera una paz en mi que hace años no sentía. Todo se veía mejor, todo tenía algo de sentido, la humedad del mar, la frescura que nos ofrecía la pequeña estancia de poder sentarnos a disfrutar de esa libertad deseada.

¿Lo estás disfrutando? -Preguntó Jean que venía empapado por culpa de Connie que lo tiró al mar de sorpresa por detrás.

Si, hace tiempo no venía al mar, hace años. -Comenté moviendo mis pies entre la cálida arena.

He escuchado que las personas han cooperado con los reportes, al parecer vamos por buen camino y quién sabe si algún día podemos ser una isla democrática sin una monarquía -Dijo colocándose la toalla por los hombros.

Dudo que Historia quiera dejar a la isla a la deriva, aunque si su pueblo lo exige, ella estaría feliz. -Señalé el espacio vacío a mi lado para que Jean se sentara.

Se nota que ahora son más cercanas ustedes dos. -Tomó asiento a mi lado mientras ambos mirábamos a los demás disfrutar del agua.

Era la única que se me acercó cuando llegué, a parte de la señora Kiyomi, me habló sobre Eren y sus decisiones, ella lo sabía todo, pero no podía revelar nada. -Entrecerré los ojos al darme cuenta que tenía una pequeña molestia dentro de mi al saber que ella lo sabía todo, pero tampoco tenía la culpa. Eren confió en su plan y en ella por razones obvias.

Bueno, no podemos retroceder el tiempo, lo hecho, hecho está, el legado de Eren seguirá por mucho tiempo. Tal vez podamos comprender sus razones pero no sus acciones en totalidad. Igual, hasta el último momento siguió avanzando sin importar qué, y de eso debemos aferrarnos para no defraudarlo y poder eliminar el círculo de odio. -Dijo sin interrupciones. Lo miré directamente mientras él aún miraba al frente. A veces sentía que Jean entendía mejor a Eren que cualquiera o que se trataba de poner en su situación para no caer en opiniones sin argumentos.

Jean. -Llamé su atención para que me mirara.

¿Hm? -Volteó a verme con el cabello todo despeinado con curiosidad.

Gracias, de verdad. -Sonreí ligeramente, era un gracias por todo, por entender el contexto, por entender a Eren, por entender el precio de la libertad luego de tanto que se ha vivido. Un gracias por reconfortarme al igual que Armin con sus palabras de esperanza y seguridad.

En ese momento que nos mirábamos, uno sorprendido y yo con la sonrisa en plenitud, justo un ave aterriza cerca de nosotros levantando arena al lado de Jean, aleteando como si no hubiera un mañana, emitiendo alaridos molestos.

¡Ah! Pero qué... Pajarraco de mierda ¡Fuera de acá! -Jean se paró para ahuyentarlo aunque el ave no tenía intenciones de moverse hasta que de un momento a otro abrió las alas y emprendió el vuelo nuevamente, dejándonos con los aperitivos llenos de arena, unas cuantas plumas y una ligera cosquilla interna que me hizo reír un par de segundos.