Breathe

Especial: "Eres libre"

Otro año a pasado.

Estaba en la estación del ferrocarril junto a Jean y Connie despidiendo a Armin y Annie los cuales ya debían volver al continente a entregar el reporte general a los líderes de la ONU. Iban a estar fuera máximo dos meses, pero luego volverían para quedarse y trabajar desde la isla.

Volveremos lo antes posible. -Comentó Armin al momento que le daba un fuerte abrazo bastante protector. La verdad es que no quería que se fuera a ninguna parte, ya tenía a mis amigos más cercanos junto a mí, y Armin, que era la única persona que sentía un lazo de familia, como si fuéramos hermanos.

Ve con cuidado. -Lo miré fijamente unos segundos, apreciando la sonrisa que me entregaba cuando asintió a mis palabras. Desvié mi mirada a Annie, la cual también tenía su vista en mí.

No debes preocuparte, lo protegeré. -Los chicos comenzaron a reír por lo sobreprotectoras que éramos con Armin, siendo este mismo el que comenzó a quejarse por tratarlo como si fuera un niño que era encargado a una niñera.- Solo será un mes, pero, cuídate mucho Mikasa. Chicos, para ustedes lo mismo.

Jean y Connie asintieron al tiempo que se colocaban a mi lado. La pareja de rubios tomó las maletas y subieron al tren que los llevaría al puerto principal de la Isla para embarcarse en un barco que los llevaría de vuelta al continente.

Pieck y Reiner volvían constantemente por temas de trabajo, pasando una temporada acá y otra en el continente. Traían presentes cuando nos juntábamos a compartir noches eternas, e incluso traían presentes de parte del capitán Levi, con él siempre había comunicación, también había mencionado en una de sus cartas que pronto iba a visitar la isla con Falco, Gabi y Onyankopon, luego de años.

Luego de despedir a los chicos, volvimos a nuestros asuntos. Después del trabajo que me ofreció Jean, contemple la idea de seguir siendo un aporte para los chicos, pero meramente comunitario, no estaba interesada en lo burocrático ni menos formar parte de los militares líderes que entrenaban a los nuevos cadetes. No quería volver ser parte de una posible guerra en ningún ámbito, pero si un día debía defender esta isla nuevamente, lo haría sin dudar. Por el legado de Eren, por mis amigos, por la familia de los demás, por mi propia familia y mi pueblo.

Me dedicaba al traslado de ayuda para los más necesitados a las afueras del distrito de Shiganshina, dejando víveres, artículos de primera necesidad y también a un horario pequeño de patrullaje por los alrededores. Toda ayuda venía desde la decisión de Historia, el trabajo lo acepté por las mismas razones, no iba a dejarme mandar por los jaegeristas, que si bien ya la calma poco a poco se podía sentir, pero no faltaban los extremistas.

La casa que me habían designado como ayuda en el primer año que volví a la isla ya estaba a mi nombre, por la remuneración que recibía, la cual era bastante alta a mi parecer siendo que solo hacía cosas comunitarias, me permitió dejarla a mi dominio. Esa casa era mi nuevo hogar en donde recibía a mis personas más preciadas, donde en sus días lloraba sin que nadie me juzgara, donde compartía los nuevos recuerdos, los buenos y malos.

Pero en estos momentos no estaba ni en Shiganshina, ni en la colina donde descansaba Eren, ni en el cuartel del distrito, menos en el mar. Estaba sentada frente a un lago cerca de Ragako luego que me dieran mis primeras vacaciones legales luego de un año trabajando. ¿Qué hacía en Ragako? Connie nos había invitado a pasar una semana junto a su madre en su pueblo natal. La madre de Connie no quiso dejar su hogar luego que volviera hacer humana, tuvo el resguardo de militares de parte de la reina, al igual que la madre de Jean que seguía viviendo en Trost.

Connie, de verdad, gracias por la invitación, hemos estado dos días acá y han sido los dos días más relajantes que he tenido en años. -Comenté tomando uno de los aperitivos de albahaca con queso fresco y tomate que su madre nos había preparado para pasar el día lejos del pueblo.