Capítulo 26

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Mientras viajan sobre la carreta, ambos jóvenes saben que tarde o temprano deberán romper el silencio que los envuelve. Y es Vesta quien decide hacer la primera pregunta.

—¿Quién es esa persona que puede ayudar a Borja? —Fey aprieta los labios antes de responder.

—Es... Mi padre. Estoy seguro de haber visto esta cosa entre sus cosas.

—¿Por qué sabría algo sobre demonios?

—Es lo que planeo averiguar —Su temple se torna serio al pensar en el hombre —No lo he visto en años. De hecho, creo que mentí sobre alguna cosas, lo siento. —Vesta lo mira atentamente —La verdad es... Que cuando decidí irme de casa, sí quería buscar mi propio camino, pero también quería alejarme de él. No podía seguir viviendo bajo el mismo techo que ese sujeto.

—¿Qué hay de malo con él?

—¿Recuerdas que te dije que hace años, mi hermanito había desaparecido? —Vesta asiente —Ese día, Algiz estaba con él. Habían ido a pescar al río mientras mis otros hermanos y yo nos quedamos en casa con mi mamá; pero al caer la tarde, volvió solo.

—Fey...

—El muy infeliz nunca pudo dar una explicación lógica para lo que pasó. —La chica nota cómo Fey aprieta con fuerza las riendas —Luego de eso, mi madre cayó en una profunda depresión; y con los años, enfermó mientras el hombres se daba a la bebida. Uno a uno, mis hermanos comenzaron a irse de casa. Realmente no los culpo, yo también me habría largado de ese lugar...

—¿Por qué no lo hiciste?

—Por mi madre. No quería abandonarla. El hombre no le hacía daño ni nada; pero nunca tuve confianza en él después de lo que pasó. Ni siquiera sabía a qué se dedicaba... —Suspira irritado —El día enbque mi madre murió, él quiso hablar conmigo; pero no quise escucharlo, ya era tarde para eso. Así que esa misma noche me monté en mi caballo y me largué de ese lugar. —Traga con pesadez —Sí quería ayudar a otros cuando alguien a quien aman desaparece; pero lo que más quería alejarme de todo eso, de la tristeza, de los malos recuerdos... De todo.

Un nuevo silencio envuelve a ambos. Vesta no deja de mirar a Fey, quien permanece con la vista hacia el frente y el ceño fruncido, aparentando el no verse afectado por sus recuerdos.

Vesta permanece en completo silencio sin saber cómo hacerlo sentir mejor. Entonces solo se deja caer hacia el lado apoyando su cabeza sobre el hombro de Fey y rodear su brazo con los suyos.

El joven permanece en silencio mientras siente la calidez de la chica. Aquel acto es realmente reconfortante para él.

—Gracias —Murmura Fey mientras coloca una de sus manos sobre las manos de Vesta.

—¿Te sientes mejor de tus golpes?

—Sí, bueno, no es primera vez que me pasa. Así que... —Nota la expresión preocupada de la joven —Hace un tiempo yo... Estaba cansado de todo. De mi pasado, de mi presente, de las personas que me rodeaban. Quería cambiar todo eso. Así que fui al bar de un amigo y comencé a beber como si mi vida dependiera de ello. Estuve con muchas chicas y... No es algo de lo que me sienta orgulloso realmente. Supe que había tocado fondo cuando me atreví a meterme con una chica que ya era de alguien.

—¿El hombre que te golpeó?

—Marcus me dio una paliza aquella vez y amenazó con matarme si volvía a verme en ese sitio. No tuve más opción que marcharme y buscar suerte en otro lugar. Pero en lugar de eso, decidí enderezar mi camino luego de haber concluido que lo que en realidad quería era que me matara. —Fey la mira a los ojos —Quería que me matara porque yo era muy cobarde como para hacerlo por mi cuenta.

—O quizás eras muy fuerte y realmente no querías morir.

—Me centré en mi trabajo y comencé a viajar de un lado a otro. Le coqueteaba a las chicas que veía, pero... Me asustaba meter la pata otra vez y preferí... Huir.

—No creo que seas un cobarde, Fey —Vesta alza su mano para secar unas lágrimas de los ojos del joven —Yo creo que eres un buen chico. Y que a pesar de todo lo que ha tenido que pasar, es capaz de seguir adelante. —Mira hacia atrás para ver al lobezno que continúa dormido —Gracias a Borja es que no me derrumbo cuando me veo atrapada. Desde que soy una niña, él siempre ha estado ahí para mí, me enseñó a no rendirme. Borja me dio una familia cuando llegué al bosque de los demonios, siempre me protege, y yo no dudaré en ayudarlo cuando más lo necesite.

—Yo... Creo que ya procesé toda la información y... —Vesta lo mira algo confundida —Dejando de lado es hecho de que tu "padre" es un demonio y que esos dos gatos también, al igual que Mirilia y quién sabe qué otra cosa lo sea —Ríe por lo bajo —Me agradas, Vesta. Ustedes me ayudaron. Ahora es mi turno de hacer lo mismo. —Dice llevando un mano hacia la mejilla de Vesta.

Aquel acto hace que el corazón de Vesta vuelva a acelerarse. Realmente nunca creyó encontrar un amigo en un humano. Y en particular, en ese chico que no deja de mirarla a los ojos de forma tan cálida y afectiva.

 Y en particular, en ese chico que no deja de mirarla a los ojos de forma tan cálida y afectiva

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El Bosque De Los demonios (3): La Búsqueda De Vesta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora