Capítulo 50

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Ha pasado tiempo desde que la joven abandonó el bosque de los demonios para salir al mundo con el chico que se convirtió en su mejor amigo, su compañero y el amor de su vida.

—Él tenía razón —Dice la joven humana mientras sonríe con lágrimas en los ojos —Hay muchas cosas en el mundo que no hubiera podido conocer dentro del bosque —Fey acaricia su cabello para luego depositar un beso sobre su cabeza.

—Bien hecho, cariño.

—Son tan pequeños —Se le escapa un sollozo.

—Son perfectos ¿Cómo los llamaremos?

—¿Qué te parecen Rija y Borka?

—Bastante originales, como nuestra familia ¿No lo crees?

—Claro que sí.

—¿Que dices amiguito? Ahora eres hermano el mayor de mellizos —Fey voltea a ver al niño que permanece mirando a los pequeños.

—Creo que es genial —Dice antes de enseñar una gran sonrisa y volver a mirar a los pequeños.

Ambos jóvenes juntan sus labios para luego acomodarse junto a sus tres hijos.

—Han pasado cinco años desde entonces. —Murmura Fey.

—Lo extraño. Yo... Creo que es tiempo de regresar.

***

Desde que Vesta se marchó del bosque, el enorme demonio no ha hecho nada más que solo permanecer en el interior de su cueva en un profundo sueño que se rompe cada cierto tiempo para recorrer el lugar de forma pacífica.

—Estos han sido los cinco años más largos de toda mi existencia —Comenta Lonch.

—Los días son lentos sin Vesta —Dice Lanch.

—Se hubieran quedado con las brujas —Dice Borja con fastidio.

—Si Vesta no está con nosotros no tiene gracia. —Dice Lonch.

—Suficiente. A joder a otra parte. —Gruñe el demonio.

En su soledad, el demonio no ha dejado de pensar en la joven que vio crecer y que conoció en un día como el que está viendo. En el bosque frío, nevado, oscuro y solitario, una pequeña niña de cabello rojo se acercó para buscar protección en él.

Esa niña temerosa, llorona, pero también alegre y encantadora que logró volverse amiga de la mayoría de los demonios del bosque, ahora permanece viviendo su vida como una humana ordinaria.

—Descuida, estoy segura de que ella está bien. —Dice el demonio blanco, transformado en humano mientras sostiene la esfera rojiza entre sus manos —Ya verás que algún día volverá.

—Prometió volver cuando...

—Los humanos deben tomarse su tiempo, Borja.

—Aun así siento que el tiempo no avanza como antes. —Finaliza para seguir caminando por los alrededores y volver a su cueva —Tengo más de ocho siglos en este sitio; pero cinco años me parecen una eternidad.

***

Con el paso de las estaciones, tres inviernos han transcurrido para dar paso a la primavera.

El sol se filtra levemente entre la espesura de los árboles, derritiendo los restos de nieve y hielo que penden de algunas ramas.

En el interior de la cueva, la calamidad permanece dormida hasta que una extraña sensación lo despierta de su sueño. Un par de pequeñas manos que se sostienen de su nariz.

El Bosque De Los demonios (3): La Búsqueda De Vesta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora