En todo el transcurso para llegar a su casa, Meryl no pudo dejar de pensar en lo que había pasado. Se había quedado tan sorprendida que no había encontrado palabras para contestar. La supervisora al ver que no se movía le dijo que agilizara el trabajo. Así que eso hizo. Aún le dolía el corte de la mano donde tenía puesto un curita. Más que dolor era ardor, pero uno leventemente incómodo.
Sentía el cuerpo muy pesado y lo único que quería era llegar a mi casa a dormir. Desde la mañana hasta la noche se encontraba laborando, así que lo único que veía cuando salía era como las tiendas cerraban y cómo el cielo oscurecía. A veces se entristecía por algo tan rutinario, pero era mejor a no hacer nada. De todas formas, no podría decir que odiaba su vida, pero tampoco era lo que había soñado. Darle vueltas a todo eso solo hacía que una migraña apareciera, así que simplemente se enfocó en pensar en el gato que iba por las noches a su ventana. ¿Ya estaría ahí? Esperaba que sí, era la única compañía que tenía. Ella creía que evitar a las personas era lo mejor que podía hacer. No las odiaba, pero prefería no establecer una relación amistosa si no quería.
Como lo había imaginado, el gato estaba intentado entrar por la ventana hasta que la vio. Era un gato atigrado de color amarillo. Hermoso, si se lo preguntaban. Sacó las croquetas de su mochila para darle su ración de cada día. El gato al que le había puesto Lionel, no dudó en bajar a devorar todo lo que le había servido.
A veces, Lionel entraba a su casa y se subía a una silla a dormir. Pero esta vez no. Empezó a maullar mucho hacia una dirección, lo cual hizo que Meryl se sintiera intranquila. El gato empezó a caminar hacia el patio trasero y ella lo siguió. De pronto aparecieron varias sombras en la pared como si volaran. Fue lo último que vio antes de que todo se oscureciera.
Silencio. Extremedamente silencio incómodo. Ahora se encontraba en su cama. ¿Había sido todo una pesadilla? No lo creía, vio su mano. En vez de una pequeña cortada, vio como la herida se había vuelto más grande y cómo más sangre salía de ella. Se levantó rápidamente a lavarse al baño. Había algo que le decía que tenía que curarse rápido. ¿Cómo se había vuelto más grande? Ya no le importaba, lo único que quería era dormir y que no fueran pesadillas. Se vendó la mano y se fue a dormir.
Al siguiente día, su mano se encontraba totalmente normal. Como si no hubiera pasado lo de la noche anterior. Pero, al ver la venda con sangre en la mesa de al lado se inquietó.
¿Qué rayos le estaba pasando? ¿Se estaba volviendo loca? No entendía nada de lo que pasaba. Trató de respirar profundo y calmarse. Tal vez todo el estrés le estaba afectando su memoria o incluso padecía de alucinaciones. Lo que era seguro era que debía ir a un médico.
La ida al trabajo fue la habitual. Pero habían ciertas cosas que le parecían extrañas. Por alguna razón, todo se encontraba vacío. Se detuvo en el parque que siempre estaba lleno y notó que tampoco había el tráfico habitual alrededor de él. A lo lejos, divisó a la chica que había conocido el día anterior. Se quiso acercar a ella cuando oyó una voz detrás.
–¿Con qué viniste a verme, no?
Giró y de alguna forma, la chica había llegado detrás de ella.
–¿Qué está pasando?
–Oh, querida Meryl... Tan inocente. Ya has estado muchas veces aquí.
–No sé qué lugar es este. Tampoco sé quién eres tú–dijo con la voz temblorosa.
–Noto que me tienes miedo. Tranquila. No soy una mala persona. De hecho, soy tú. Bueno, no específicamente tú, pero si una parte de ti. En resumen y para que sea más fácil entender, soy una creación tuya.
–Pero si eso no tiene sentido, ayer te vi en un restaurante.
–Sí... Digamos que puedo tener ciertas libertades. Porque no me gusta mucho este mundo que creaste para mí. Es mejor el original y me gusta ir de visitas a veces. ¿Me entiendes?
–¿Y por qué no te quedas en el mundo original?
–¿No lo sabes? ¡Y eso que te pusiste las reglas! Sólo puedo estar determinado tiempo fuera. Mantengo algo de equilibrio en esta parodia de mundo.
–No lo recuerdo.
–Pues qué decepción. Jugábamos de pequeñas mucho. Yo sí me acuerdo, puesto que era mi único entretenimiento. Qué ganas de divertirme. Pero has crecido y ni siquiera me reconoces ya... Si no me hubieras soñado esa noche, creo que para mí hubiera sido el fin. No sé que pasó para que me recordarás, pero estoy feliz de que haya pasado.
–Pero te soñé como a una niña...
–Digamos que el tiempo aquí es relativo, podría lucir así–dijo tomando la forma de niña–o así–ahora, como una adulta–y finalmente de esta forma–dijo mientras parecía una vieja de 80 años. –Pero creo que es mejor si me veo como mi creadora. Así podemos congeniar.
Ahora se veía de la misma edad que Meryl. Ella seguía atónita pero por alguna razón todo le resultaba familiar.
–¿Te suena familiar no?
¿También puede leer mentes? Se preguntó.
–Estoy en tu mente... Así que tecnicamente sí.
–Eso es raro de todas formas.
–Te podría explicar más, pero, sólo te puedo decir lo más importante, hace algunos días, pude retomar fuerzas, la vez que soñaste conmigo fue como si me llamaras. Si no lo hubieras hecho, probablemente ya no existiría. Algo pasó y pudiste recordarme. No te veía desde que éramos pequeñas, aunque tú no lo recuerdes. De todas formas sigue viviendo tu vida normal, algún día, podrás entender todo esto.
La "creación" de Meryl ya no estaba. Y ésta, se encontraba de nuevo en su cama preguntándose si era real todo lo que había pasado. Su herida, al parecer seguía ahí, cuando se supone que ya se había curado. ¿Había empezado a confundir los dos mundos? Ya no le importaba nada. Tampcoo quería dormir por miedo a lo que podría pasar, así que se quedó toda la noche despierta.
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Siempre estuviste ahí.
Fiction généraleMeryl ha acabado su carrera, pero no ha tenido suerte. Trabaja de mesera. De un momento a otro, empieza a soñar cosas extrañas y tener encuentros misteriosos con una... ¿Persona? Pareciera que en vez de resolver las cosas, todo se vuelve más complic...