A LOVER FROM HELL. ➸yoonmin

Capítulo 2: Sympathy For The Devil

Yoongi quedó estupefacto cuando llegó al mundo de los humanos. Las cosas dieron un drástico cambio desde la última vez que estuvo ahí, y eso había sido varios siglos atrás, cuando apenas era un niño. En lugar de castillos veía imponentes y altos edificios, la gente no se transportaba en carruaje como él recordaba sino en una máquina de acero que se movía por sí misma, los humanos que caminaban por las calles portaban prendas extrañas, no había mujeres con vestidos pomposos ni hombres en mallas. Todo era desconocido para él.

No tenía idea de qué hacer o a dónde ir. Sí, sabía que se encontraba en el país y ciudad correctos, o al menos se dirigió a donde, según decían los rumores, el Consejo Demoníaco exilió a Taehyung. Se sintió estúpido por no dejar que Kihyun lo acompañara, él tenía más conocimiento sobre el mundo humano ya que lo visitaba con regularidad.

Y se sintió aún más estúpido por no informarse antes de salir del Infierno. Ahora la gente le daba extrañas miradas haciéndolo sentir incómodo. De nada le servía su forma angelical si se veía completamente ridículo usando mallas. Estaba empezando a odiar a Taehyung.

Cansado de que los mundanos no dejaran de observarlo, y sintiéndose un tanto derrotado, entró a uno de los locales que tenía al frente. El sitio era rústico, varias mesas de roble se extendían por el lugar, la decoración no era excesiva ni lujosa: unos cuantos tallados en madera adornaban las mesas y cuadros de pinturas renacentistas colgaban de las paredes. Yoongi se sintió relajado allí.

Tomó asiento en una de las mesas desocupadas. Una vez su trasero tocó la silla, se desparramó en la mesa. Llevaba menos de cinco minutos en el mundo humano y ya se había rendido. Nunca se sintió tan humillado y frustrado como en ese momento. Y de nuevo toda la culpa recaía en su primo idiota. Definitivamente le daría la paliza de su vida. El pensamiento lo emocionó tanto que golpeó la mesa con su puño.

—Ve a atenderlo.

—¡¿Qué?! ¡¿Por qué yo?! Ve tú.

El de tez pálida escuchó a dos personas discutir cerca de él, al parecer eran quienes atendían el lugar.

—Es tu turno.

—Pero, ¿ya lo viste, Taewoo? —exclamó la segunda voz, y murmuró—: Viene vestido como si estuviéramos en la Europa de 1548, y trae una espada.

—No seas exagerado, Jaeyoung. Bien podría ser un animador de fiestas. —respondió el primero con tranquilidad.

—O podría ser un completo lunático. —expresó alarmado el otro.

Yoongi sonrió con amargura. Al parecer, aparte de la humillación, tendría que soportar que la gente creyera que estaba loco. El humano podría decir lo que gustara, de cualquier forma, no le interesaba que lo atendieran, solo quería que lo dejaran hundirse un rato en su ira y miseria.

—¿Podrías ser más discreto? —una tercera voz se hizo presente reprochando al humano que lo llamó lunático; Yoongi ignoró su conversación—. Y no te preocupes, yo lo atiendo.

El demonio odiaba admitirlo, pero, de verdad necesitaba a Kihyun. Aunque la mayoría del tiempo su amigo era hostigoso e irritante, también era el único que sabía sobre su misión de regresar a Taehyung al Infierno, por lo tanto solo él podía ayudarle.

Quizá debería rendirse de una vez por todas y aceptar su destino como gobernante del Inframundo, por mucho que la idea de ello lo estresara en demasía.

—Maldito Taehyung. —murmuró entre dientes.

En cuanto lo tuviera en frente patearía su infernal culo y... Un carraspeo detuvo a su mente de seguir planeando el cómo golpearía a su primo.

—Buenas tardes, ¿le puedo servir en algo? —una persona se posicionó delante de su mesa. Yoongi se sentó recto, sintiéndose de repente avergonzado. Al subir su mirada se encontró con un joven no muy alto, de cabellos rubios y rostro de facciones suaves, el cual le sonreía de forma amable— ¿Listo para ordenar?

El de cabellos negros posicionó su mirada en los ojos del humano, y en cuanto lo hizo, una extraña sensación le recorrió el cuerpo entero. Abrió la boca para hablar, mas nada salía de esta, y no porque no pudiera comunicarse, uno de los tantos beneficios de ser hijo de Lucifer era tener la capacidad de hablar en cualquier idioma; más bien, parecía que su voz desapareció en ese momento. 

—¡Ya sé! —exclamó el rubio sorprendiéndolo— ¿Me permitiría hacerle una recomendación? —preguntó, y el demonio solo pudo asentir. El contrario sonrió ampliamente y salió corriendo hacia la barra.

Yoongi quedó perplejo. No entendía lo que pasaba; el humano le daba una extraña vibra, como si algo lo repeliera pero al mismo tiempo lo atrajera. O tal vez el estrés lo estaba haciendo alucinar.

—Aquí tiene —tan rápido como se fue, el mesero regresó, colocando un vaso con un líquido amarillento frente a él—. Es un smoothie de mango. Lo vi algo decaído, así que pensé en traerle una bebida dulce. Espero que no le moleste. —explicó un tanto tímido.

El demonio examinó el vaso, nunca había tomado un smoothie, ni siquiera sabía qué era. Sin rodeos, tomó un gran trago a la bebida, no temía que el humano le haya puesto algo ajeno a dicha bebida, después de todo, Yoongi era inmortal.

Se sorprendió por el buen sabor y se bebió todo de un jalón.

El mesero lo observaba con una sonrisa y el pelinegro correspondió. La misma rara sensación de antes lo atrapó, no obstante, se disipó al darse cuenta de que no tenía con qué pagar. Avergonzado, miró al humano. Cuando le iba a explicar que no podía pagar, el otro lo interrumpió.

—No te preocupes, corre a cuenta de la casa.

Al parecer el rubio notó su preocupación y entendió a qué se debía. 

—Gracias. —la palabra salió de su boca por sí sola.

Pasaron unos segundos en los que el silencio los envolvió. Sin saber qué más hacer, Yoongi volvió a agradecer al único humano que sintió simpatía por él, y abandonó el establecimiento.

—No puedo creer que le hayas regalado un smoothie a ese maniático. —le recriminó Jaeyoung al rubio una vez que el otro salió de la cafetería.

—Yo creo que hice bien. —contestó el mesero.

Algo dentro de él le decía que el chico vestido de príncipe podría ser alguien muy especial.