Capítulo 5: Run Devil Run

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Yoongi observaba su celular y el número escrito en la servilleta. Seguía asombrado de que el humano accedería a dárselo y considerar salir con él. 

El resto del día se la pasó discutiendo consigo mismo si debería mandar un mensaje a Jimin e invitarlo a una cita. 

No, no debería, fue la respuesta a la que llegó. Tenía cosas más importantes qué hacer antes que ir por ahí tonteando con un mortal. 

Aunque esa fue su conclusión, Yoongi recordaba la forma en que Jimin lo trató y cómo le sonrió, por lo que ya no estaba seguro de qué hacer.

—¿Vas a llamarlo o te vas a quedar viendo su número como idiota todo el día? —Seokjin lo miraba impaciente.

—No, no voy a llamarlo. —respondió convencido, dejando la servilleta y su teléfono en la mesa de centro.

Con un bufido y ligera negación de cabeza, el castaño se acercó hasta él y tomó su móvil.

—¿Qué haces? —preguntó Yoongi confundido.

—Mejorando tu estadía en el mundo humano. —le guiñó junto a una sonrisa pícara.

El mayor de los dos se mantuvo tecleando unos minutos, luego le devolvió el celular a su dueño.

—Ve escogiendo un buen atuendo, porque mañana tienes una cita con el lindo mesero. —canturreó el demonio.

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo?! —se levantó del sillón de un brinco.

—Le dije que eres nuevo en la ciudad y que si podía mostrarte un poco del lugar. Él me contestó que lo haría encantado, y preguntó si podría ser mañana porque es su día de descanso. Acepto cualquier agradecimiento de tu parte. —explicó con una sonrisa petulante.

—No sé si quiero abrazarte o ahorcarte. —el de cabellos negros estaba atónito.

Por un lado, tenía muchas ganas de volver a ver a Jimin, y por el otro, sabía que no era momento para distraerse de su plan.

De cualquier forma, la cita ya estaba hecha, y Yoongi era un demonio de palabra.

—Cualquiera de las opciones me gusta, en especial la segunda. —Seokjin levantó las cejas de forma sugestiva. El otro demonio solo se carcajeó.








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Yoongi se sentía muy nervioso sin razón aparente.

Seokjin lo llevó al lugar donde Jimin y él habían quedado, después el demonio mayor se fue.

Sus nervios aumentaron cuando el bonito chico de cabellos rubios apareció.

—Hola —saludó muy animado—. ¿Comenzamos con el tour?

Yoongi asintió, ganándose una enorme sonrisa por parte del rubio.








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A pesar de decir no ser un experto en el tema, ya que su ciudad natal era otro, Jimin lo llevó por casi toda la ciudad, mostrándole los edificios más reconocidos, tanto antiguos como contemporáneos; le explicó la historia de varios monumentos y le nombraba las calles más importantes por donde pasaban.

Yoongi estaba embelesado por todo lo que veía y el rubio le enseñaba. Definitivamente debía salir más de su habitación.

Cuando el hambre se hizo presente, Jimin sugirió ir a un pequeño restaurante de comida tradicional. El pelinegro accedió con fervor, la comida era lo que más le gustaba del mundo humano.

Además, tenía la sensación de que alguien lo vigilaba, esperaba que solo fuera cosa suya y no uno de los miembros del Consejo Demoníaco. Ojalá la comida despejara su mente.

—De verdad lamento no ser la persona con más conocimientos sobre la ciudad y darte un tour completo. —se disculpó Jimin, los dos sentados a la mesa, a la espera de la llegada de sus alimentos.

—No digas eso, yo te agradezco el tomarte la molestia de mostrarme la ciudad.

—No es ninguna molestia… —un silencio se asentó mientras ambos mantenían la vista clavada en los ojos del otro, el de tez pálida fue el primero en apartar la mirada. Jimin rió algo incómodo y cambió el tema—. Y bueno, Yoongi, del que solo conozco el nombre, cuéntame un poco sobre ti.

—Pues… —hizo memoria de lo que Seokjin le dijo respondiera si a Jimin se le ocurría preguntar cosas de su vida. Como si de un robot se tratase, respondió en automático— Me llamo Min Yoongi, tengo 27 años, estoy en la ciudad buscando a mi primo que huyó de casa.

No le agradaba mentirle al humano apenas conocerlo, mas no podía decirle la verdad sin que este se asustara o no le creyera y lo tachara de loco. 

—Oh, no creí que fueras mayor que yo —soltó una ligera risa—. Y siento mucho lo de tu primo. —su expresión se volvió preocupada.

—No es nada, ese cretino se lo merecía —ante la mirada confundida de el rubio, hizo la nota mental de no hablar demás—. Disculpa, es que no me llevo muy bien con él, pero, su ausencia me está trayendo problemas con mi padre y mi tío.

Eso no era del todo mentira.

—Ya veo, espero que puedas encontrarlo pronto. —respondió de forma sincera.

—Yo también espero que sea pronto.

La joven que atendía su mesa apareció con sus platillos, y ya servidos se dispusieron a comer.

Entre tanto, el menor también le contó algunos detalles de su persona, detalles que Yoongi se aseguró de recordar. Jimin tenía 25 años, trabajaba a tiempo parcial en la cafetería pues ahorraba para seguir estudiando. Él había nacido y crecido en Busan, y al cumplir la mayoría de edad se mudó, con motivo de independizarse. Quería dedicarse a la música, al canto en específico. Amaba el ramen y las películas de terror aunque le daban miedo. No contaba con muchos amigos, tan solo dos de sus compañeros de trabajo, Jaeyoung y Taewoo, los cuales prometió presentarle la próxima vez que fuera a la cafetería.

Cada cosa que el humano contaba, con los ojos llenos de un brillo de emoción, hacía al demonio sentir algo muy raro, no de una mala manera, sino, en un sentido de sentimiento desconfianza desconocido. 

Al terminar de comer, Yoongi pagó la cuenta, aún cuando Jimin le pidió que la pagaran entre los dos.

Al salir del restaurante, notaron que ya el cielo estaba oscuro. El tiempo se les había pasado volando.

Caminaron un rato por un parque cercano, sin decirse nada, tan solo disfrutando la compañía del otro.

El momento de despedirse llegó, el mayor acompañó al chico a tomar un taxi.

—Gracias otra vez por mostrarme la ciudad. —comentó. Ambos esperaban que el medio de transporte pasara.

—No fue nada, lo hice con mucho gusto. —respondió, sonriendo.

Un taxi se aproximó y Jimin le hizo una señal para que se detuviera.

—Me divertí mucho —el rubio abrió la puerta del vehículo, se detuvo unos segundos, se giró y depositó un corto beso en la mejilla de Yoongi—. Ojalá nos volvamos a ver pronto. —susurró. 

El demonio se quedó pasmado por la acción del humano.

Jimin subió al taxi y se despidió de Yoongi con un gesto de mano.

Al marcharse el auto junto con el chico, el de cabellos negros tocó donde el humano había dejado el beso.

La sensación que experimentó cuando conoció a Jimin lo invadió de nuevo. Una fuerza lo atraía hacia al rubio, pero al mismo tiempo lo hacía retroceder.

No entendía nada, lo mejor sería que el demonio huyera de esos raros pensamientos y de paso del lugar también, ya que estaba seguro alguien lo vigilaba.











A LOVER FROM HELL. ➸yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora