Parte Cuatro

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Jongho se tomó demasiado en serio lo de cortejarlo

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Jongho se tomó demasiado en serio lo de cortejarlo.

Durante tres semanas recibió cada madrugada del lunes una flor de loto diferente en una caja de cristal. La primera era de un hermoso azul, un capullo cerrado que jamás florecería porque así era su naturaleza; aludía al conocimiento y la sabiduría. La segunda era tan blanca como la seda; significaba la perfección de la mente y el espíritu, un estado de pureza absoluto. La tercera era tan roja como las rosas; simbolizaba naturaleza e inocencia, pero también sentimientos tan intensos como el amor y la pasión.

Yeosang creyó que bastaría con ignorarlo y que en cualquier momento se rendiría.

El problema fue que no lo hizo.

Cuando las flores se terminaron continuaron las fotografías polaroid, durante una semana completa recibió cinco fotografías por día, todas ellas fueron tomadas por Jongho el tercer día de la Cronia. Lo que más adoró fue que al voltearlas encontraba pequeñas frases que el chico puso ahí. Cada frase fue tan dulce, casi como si Jongho estuviera hablando con él a través del papel.

Una mañana, Yeosang estaba en su despacho revisando algunas tareas que tendría pendientes como elegido cuando su madre llegó para entregarle un nuevo sobre. Se sintió encantado cuando identificó un nuevo set de fotografías a través del papel que no tardó en rasgar. Todas fueron maravillosas, todas tenían una frase diferente que le invitaban a conversar a pesar de no poder hacerlo.

Sin embargo la que más llamó su atención era una fotografía suya junto al estanque, su cabello rubio estaba despeinado y sus ojos parecían maravillados con las flores de loto. No se dio cuenta de que Jongho había tomado una fotografía suya en ese pequeño instante de distracción.

Curioso, volteó la fotografía para leer la leyenda tras la toma, y terminó sonrojándose profusamente mientras leía una y otra vez la corta frase.

"El verdadero loto blanco."

Yeosang empujó las fotografías en el sobre desgarrado y las lanzó en el primer cajón de su escritorio. Debió sostener su corazón contra su pecho tratando de calmarse.

Este condenado chico...

Para su propia sorpresa terminó llevando las fotografías a su habitación, solo para recostarse en la cama leyendo una y otra vez la misma frase hasta dormirse.

Los regalos continuaron tan únicos como podían serlo. Se diferenciaba de cualquier cortejo que hubiera recibido antes porque esta vez los regalos eran significativos para él, no para Afrodita. Jongho le obsequió algunos libros interesantes, un par de novelas, materiales de arte y joyas que realmente fueron de su agrado.

Ese tipo de atención por parte de Jongho lo hizo sentir feliz... al menos hasta que los regalos se detuvieron repentinamente. Una mañana esperó con ansias otro obsequio de cortejo, pero la mañana se transformó en noche y nada llegó.

• El Capricho de Ares • [JongSang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora