CAPÍTULO DOS.
Lo primero que notó la mujer al despertar fue un increíble dolor de cuerpo, todas sus extremidades se quejaban en silencio haciendo que ella frunciera el ceño por la incomodidad. Se inclinó lentamente sobre su cama y la habitación la esperaba absolutamente igual a como la dejó el día anterior.
“Debí quedarme dormida mientras lloraba.”, pensó Clary.
Cuando por instinto se llevó las manos hacia su rostro, para desperezarse, pudo notar que estas estaban manchadas de un color escarlata muy oscuro. Su vista no sólo se enfocó en sus manos sino también en sus ropas, las cuales estaban igual de manchadas. La extrañeza acudió a su cuerpo cuando analizó la situación, dándose cuenta que no recordaba haberse vestido así ayer. Lentamente se levantó de la cama y fue hacia el espejo, este le mostró la imagen más horrorosa que una mujer podría ver.
Su cara estaba delicadamente decoraba con manchitas vinotinto, igual que sus manos, entonces pensó: es sangre, pero, ¿de dónde llegó tanta sangre? Buscó una herida en su cuerpo sin éxito y se fijó en la ropa que llevaba puesta, la cual hacía a Clarissa más joven. Esta era ajustada y oscura, de modo que la confusión se hizo presente muy rápido. Más que confundida, Clarissa estaba asustada. Se sentía extrañamente desesperada por no recordar nada y todo eso era muy raro, de modo que la única opción que le sobró fue ir al baño y hacer como que nada había pasado.
Dentro de la ducha el agua condicionó sus músculos, relajándolos y causando placer en la joven psicóloga. Sus ojos se cerraron por instinto y disfrutó de aquel momento sin pensar en nada más.
Cuando ya estaba lista, decidió bajar y hacer el desayuno. Sin duda alguna ella estaba aturdida y comenzaba a creer que no estaba pasando por una etapa normal de su vida, era algo más. Algo diferente. En sus manos se encontraba un plato lleno de comida y delante de ella un vaso lleno de jugo junto el control del televisor que yacía en la sala, sin pensarlo dos veces encendió el plasma y se dispuso a observar las noticias.
—El cuerpo de José Rodríguez, el jefe de la pandilla de “The dragons” se encontró la mañana de hoy sin vida y con un total de veintinueve puñaladas dispersas, estaba en su hogar y se sospecha que el asesino es un individuo bastante agresivo. La policía está trabajando para conseguir al responsable. Con otras noticias… —La mujer de la noticiera hablaba sin emoción alguna.
Un dolor de cabeza tan repentino apareció en la cabeza de Clary, causando que su mano se posara sobre su cráneo. Todo su cuerpo tembló gracias a un escalofrío tan espeluznante y una sensación de que algo no iba bien. Inmediatamente apagó la televisión y dejó el plato en el fregadero.
Observó su reloj y se dio cuenta que debía trabajar. La camioneta plateada le esperaba perfectamente estacionada en su lugar, solo que había un pequeño detalle: el automóvil también poseía manchas escarlata sobre el volante y la puerta. Esto desconcertó mucho a la rubia, su corazón estaba ligeramente acelerado y la angustia de lo desconocido le atacaba nuevamente. Todos sus pensamientos divagaban en busca de una respuesta, todos sus conocimientos trabajaban por un mismo fin. Si no era su sangre, puesto que no encontró ninguna herida en la apurada revisión que se realizó, era de alguien más. Y si era de alguien más, eso no era bueno.
Rápidamente buscó un pequeño pedazo de tela con alcohol para limpiar la sangre que estaba en su camioneta. No podía dejar que nadie sospechara de algo que ni ella recordaba, así que con movimientos bruscos y nerviosos quitó toda mancha que le recordaba lo irrecordable. Bajó las ventanillas del auto y encendió la radio, dejándose llevar por la música. No deseaba distraerse.
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Detrás de un mismo rostro.
General FictionClarissa Benette, una prestigiosa y reconocida psicólogo de Francia. Agatha Castell, una asesina en serie buscada por la policía del estado. ¿Qué pasaría si se conocieran? O mejor aún, ¿qué pasaría si fueran la misma persona? ©Todos los derechos res...