Capítulo seis.

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CAPÍTULO SEIS.

En la central de investigaciones de Francia llevaban a cabo el estudio sobre los recientes asesinatos de criminales buscados por la policía. Autores de atroces actos como secuestro y violaciones. Curiosamente, a estos personajes tan peculiares y exóticos también se les hacia justicia, por lo cual buscar a al asesino de estos sujetos era… extrañamente interesante.

El detective Damien Casseau, graduado de la Universidad de París y con postgrado de criminología en la Universidad de Oxford, Canadá; era el encargado del caso en el plantel. Acababa de entrar en las oficinas con un café en manos mientras le daba pequeños sorbos y sentía como el sabor y la energía del delicioso liquido recorría su cuerpo regalándole más atención de todo a su alrededor.

Pasaba por el sector de laboratorio donde se encontraba Rossie, la analista que le saludo con una sonrisa encantadora delatando su amor por el apuesto detective desde hace años. El pasillo hacia su despacho se le hacía eterno mientras saludaba con sonrisas hipócritas a sus compañeros de trabajo, casualmente estaba un poco menos amargado aquel día, el conocimiento de un nuevo caso en que enfocarse le daba consuelo de distraerse y eso convertía su estadía en la central un poco más placentera.

—¡Casseau! Acompáñame, por favor. —Era su jefa, la directora Storm. Damien cerró sus ojos con fuerza, pues, era con quien menos quería chocarse pero la vida le odiaba, de eso estaba claro.

Su actitud en el trabajo era exasperante, el principio moral de seguir las reglas e imponer autoridad sobrepasaba sus límites y podía ser realmente molesta. Era una mujer sin experiencia, le habían asignado el cargo de directora hace un año gracias a su excelente hoja de trabajo luego de cerrar montones de casos exitosos con un porcentaje mínimo de fracasos, aunque la razón principal fue porque el antiguo director había muerto de un infarto y la mejor candidata para ese momento era aquellas mujer con agallas y rasgos endurecidos que emanaba poder, a excepción de Damien Casseau. El puesto fue otorgado en bandeja de plata al detective pero este se negó tomar semejante preocupación como su responsabilidad. Prefería hacer trabajo de campo, ensuciarse las manos.

Cuando le siguió hacia su despacho y esta cerró la puerta detrás de él, pudo observar aquellas cálidas y conocidas pareces color beige decoradas con frondosas palmas en las esquinas con un matero color wengue que hacia juego con el majestuoso escritorio que solo podría tener la directora de la central de investigación.

—Se que estas a cargo del caso, y sé que eres el más capacitado para atrapar a el asesino pero por ninguna razón eso te da derecho a hacer lo que te plazca, ¿me has entendido?

—¿Ni aunque eso me lleve a una victoria segura? —El detective le miró con sus ojos color gris esperando una actitud reactiva de parte de su jefa.

—¡Sigue las reglas, joder!

Damien sonrió. Como lo esperaba: actitud reactiva. La conocía muy bien.

Aquella joven mujer era contemporánea al detective, habían estudiado juntos en la universidad mientras que se enfocaban a un futuro exitoso. Sus personalidades solían chocar de manera constante ya que se basaba en una relación explosiva. Muchos de los problemas eran causados por Damien al provocar a la mujer, y por ella al poseer poca tolerancia a la frustración.

—Ya no se que más hacer contigo, haz gastado recursos económicos que no teníamos permitidos utilizar solo por resolver casos que se vuelven personales, Damien. Sigue el protocolo y limita tus acciones.

No podía hacerlo. No lo haría, era imposible para el no tomar los casos personales cuando eran su única herramienta de escape.

Anna…Ella suspiró. Era un caso perdido.

Detrás de un mismo rostro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora