"Las casualidades no existen, las cosas tienen que pasar por alguna razón"
Después de conocerte no se si a fuerza tenía que pasar algo entre nosotros, porque cada día que pasa siento que no puedo alejarme de ti, todo se vuelve más complicado.
#1 en...
No me sentía del todo bien, tenía una semana sin salir de mi habitación, mi mejor amiga y mi primo venían a verme para tratar de que saliera a dar un paseo por la ciudad, pero no tenía ganas.
En cuanto pise Montecarlo, me encerré aquí, tratando de no tener contacto con nadie.
Me daba lo mismo estar en México o aquí, porque no tengo a quien visitar y me quiero ahorrar los problemas.
—Hoy es definitivo - habló Andy, mi mejor amiga - Vas a salir de aquí y no es pregunta, es una orden—.
—Ya te dije que no - agarré mi manta - No quiero salir—.
—Sam - se sentó en una orilla de la cama - Debes salir de aquí, lo que pasó en México se quedó en México, si te traje aquí es porque quiero que superes eso—.
—¿De una semana a otra? - pregunté incrédula—.
—Hagamos un trato - asentí - Si en una semana no logro que te guste estar en Montecarlo, te dejo en paz y te regresas a México—.
—México no - me crucé de brazos - Pero acepto el trato—.
—Okay - sonrió - Ve a vestirte, iremos a comer fuera de este lugar, siento que hasta me estoy volviendo decoración de la casa—.
—Exagerada - me levanté de la cama—.
Estaba convencida de que Andy no lograría lo que quiere, por lo que estaba tranquila de lo que pasaría.
Me acerqué al armario y saqué un jumper de mezclilla, una blusa de color blanco con rayas negras, mis tenis y mi mochila, me vestí con eso y acomodé mi cabello en una trenza.
Salí vestida y mi mejor amiga me sonrió, salimos de mi habitación y bajamos al primer piso, Andy tomó sus cosas y salimos del departamento, caminamos por el pasillo hasta el ascensor, cosa que no me gustó, porque soy claustrofóbica.
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—Dice Chris que tiene una sorpresa - comentó Andy viendo su celular - Veremos de que se trata—.
—A este paso nada que venga de Chris me sorprende mucho - me puse los lentes oscuros—.
—Que cruel - se empezó a reír—.
Salimos del ascensor y nos dirigimos hacia el exterior, donde estaba mi primo con dos autos deportivos, ya había visto autos en la ciudad, pero no uno tan cerca, por fuera me sentía normal, pero por dentro estaba emocionada.
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