El comienzo del fin

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Ririka caminaba sin rumbo claro sintiendo como su corazón latía tan fuerte como si quisiera salir de su pecho.   La conversación con su hermana recién había sido algo extraña.  Ella confesando su sentir hacia Mary y todo lo que le había ayudado a crecer, ambas estando de acuerdo en apostar entre ambas, esa era su oportunidad de demostrar realmente cuánto valía, que su personalidad por fin luego de 18 años había comenzado a tomar forma, que podía poco a poco desligarse del fantasma de su hermana.  ¿Era eso lo que quería?  Se preguntó, sin estar segura de la respuesta.

Pasó por la cafetería para pedir un café de la máquina y llevárselo hasta los jardines de la academia, le gustaba sentir el aire de la naturaleza y la tranquilidad entre los árboles antes del alboroto dentro de la academia, necesitaba pensar.  Su corazón latió con fuerzas ante lo que veía ante sus ojos.  Mary se encontraba con Jabami compartiendo un pie o algo similar desde la mesa, la pelinegra llevaba sonriendo un tenedor con restos de pastel hasta los labios de la rubia quien de brazos cruzados se negaba a abrirlos. Que estupidez- pensó Ririka, sintiendo un poco de vergüenza por la imagen y otra cosa que difícilmente podía catalogar.  Acaso son... ¿celos? Acaso esto es lo que sintió Kirari por mi y Sayaka?  Los pensamientos la aturdieron lo suficiente como para dejar de hacer lo que intentaba realizar hasta que un estudiante murmuró algo tras ella para que se apresurara en tomar vaso recién servido.   La platinada lo tomó con cuidado, siguiendo su camino.  Sintió una mirada siguiendo sus pasos y de reojo a través de su máscara observó a la rubia que hacia a un lado a Jabami para mantener la vista en ella.  No se volteó. Sabía que era mejor esperar a que Mary se acercara, no quería presionarla después de todo, ya le había ofrecido las disculpas correspondientes.

Ririka siguió caminando hasta cruzar la academia y llegar a los jardines, se sentó en una de las bancas mientras escuchaba a lo lejos las voces de algunos estudiantes.  Se aseguró que no hubiera nadie a su alrededor y se quitó la máscara para sentir el aire tibio en sus mejillas, cerró sus ojos.  Un sentimiento de incertidumbre la embargó al pensar en todo lo que pasaría durante los próximos días.  Su apuesta con kirari, las elecciones, un nuevo consejo estudiantil, un nuevo líder en su clan.  Todo parecía demasiado.  Volvió a concentrarse, pero esta vez en el pasado, pensó en la secretaria, en su último encuentro, era la despedida de aquella extraña relación, si así la pudiese llamar.  Luego de sus palabras aquel día no hubo ningún mensaje por parte de Sayaka, ella jamás sintió algo por mí, pensó, ella solo está tan obsesionada con Kirari que se enamoró de mi haciéndome pasar por ella, pero no de mi misma, no de aquella versión que estaba floreciendo gracias a Mary. 

Volvió a concentrarse esta vez en el presente, siendo consciente una vez más del leve calor sobre sus muslos, los rayos del sol sobre su rostro, el tímido viento moviendo sus blancos cabellos. Frunció el ceño, tomando un sorbo de café, entre tanta distracción olvidó agregarle azúcar y sabía demasiado amargo.

Al rato y luego de mirar por unos segundos el vaso vacío que yacía a su lado volvió a tomarlo, mientras que con la otra mano cogió su máscara. 

Ya era hora.

No buscaba nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora