Hermanas

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La semana había pasado rápido.  Su teléfono sin recibir mensajes de quien estuvo pensando incansablemente cada vez que sus pensamientos dejaban de estar activos.  ¿Realmente era tan grave lo que había pasado como para que Mary se comportara de esa manera? De todas formas ella tampoco la buscó, compartieron algunas miradas cuando se cruzaron por los pasillos, podía notar la incomodidad de la rubia cada vez que sus ojos se encontraban a lo que respondía rápidamente desviando su mirada y siguiendo su camino.  

No podía permitir que nada la desconcentrara de lo que estaba a punto de enfrentar, no.  La tan esperada apuesta contra su hermana definiría su futuro y su valía, romperías esas cadenas imaginarias que habían hecho arrastrarse adonde su hermana se dirigiera.  Esa era su prioridad, no su corazón, aunque cada vez que pensara en Mary sintiese como este se apretaba.  

Recordaba el beso, por primera vez en su vida alguien la había besado siendo Ririka y no Kirari, no contando su incursión con Sayaka, claro, eso era tema aparte, eso no debió pasar.  Eso... Con un gran suspiro volvió a su compostura y abrió la puerta del Consejo de estudiantes, su corazón se aceleró al abrir y encontrarse un par de ojos ámbar y una sonrisa.

-¿Creíste que te iba a dejar sola?

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La adrenalina aún corría por su sangre, demasiado rápido como para respirar entre cortado, un pequeño pitido en su oído y todo parecía volver de la borrosidad.

-Ririka, riri! Ririka, reacciona, lo lograste!!

La rubia llevaba una sonrisa que jamás había visto en ella, sus pupilas dilatadas, sus ojos tan emocionados que podría jurar que vio como se formaba una lágrima

-Lo logramos -Murmuró la platinada, recibiendo un abrazo de la menor quien se abalanzó con brusquedad.

Ririka sintió como su cuerpo comenzó a destensarse lentamente, sus músculos débiles, tan débiles que si no estuviese sentada probablemente habría caído al suelo.  De repente notó como las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, incapaz de frenarlas, y lloró en los brazos de la rubia, a diferencia de otras veces ahora sintió el llanto, sollozó mientras apretaba más y más el cuerpo de Mary.  Sintió un beso en su mejilla y sonrió.

-Bien ganado hermana.

Una voz inexpresiva hizo que volviese a la realidad, Kirari sentada con sus piernas cruzadas con su actitud típica mientras que a su lado se encontraba la secretaria, sorprendida por los hechos recién ocurridos.

-Si me disculpan, Saotome, Sayaka, necesito hablar a solas con la vicepresidenta.

La idea pareció no gustarle a Mary, notó, ya que la rubia frunció el ceño como si fuese una gata a quien le intentan quitar su comida.  Sin embargo, soltó suavemente a Ririka y se dirigió hacia la puerta seguida por la secretaria.

Pasaron unos segundos que parecieron de eterno silencio mientras la mayor secaba sus lágrimas con la manga de su blazer.

-Sabes lo que significa esto, ¿cierto Ririka?- Preguntó la menor con una sonrisa. Ririka no respondió, por supuesto que sabía lo que significaba, pero sospechaba que había aspectos desconocidos respecto a su victoria, aspectos que Kirari solamente sabía... 

¿Y si esto no era más que parte de su plan? ¿Seguía siendo una maldita marioneta?

-Ilumíname -Respondió a secas, casi como si estuviese en el personaje de su hermana una vez más.  Escuchó una carcajada

-Desde este día tú, Ririka Momobami, serás quien lidere nuestro clan. ¿Estás preparada para eso?

La mayor asintió, aunque en su interior se imaginó asistiendo a las aburridas reuniones con todos aquellos depredadores que tenía de familiares. ¿Seguiría comportándose como Kirari? Era una opción, pues la personalidad de Ririka era demasiado blanda como para lidiar con eso. Tendré que aprender a cambiar como un camaleón, pensó, sin decirlo.

-También tendrás que hacerte cargo del consejo estudiantil junto a tu... amiga.  Algo me dice que será ella quien tome mi puesto, ¿estoy en lo correcto?

Claro, por supuesto que sería Mary quien asumiría la presidencia, pensó.  Después de su victoria contra Kirari el puesto estaba asegurado para ellas.  Hace unos días escuchó noticias acerca de Jabami quien dejaba su candidatura, a final de cuentas, ella sólo buscaba venganza con el clan y nunca estuvo interesada en liderar la academia.

-No lo hemos decidido aún.

Kirari sonrió

-Tengo otra noticia para ti, y creo que es lo mejor que podemos hacer de acá al futuro.

La menor descruzó sus piernas y se puso de pie, caminando hasta donde se encontraba Ririka. Su mano acarició sus largos y sedosos cabellos.

-Hermana. Ririka. Tú sabes cuánto te quiero, ¿cierto?

La mayor tragó con fuerza, no entendiendo las intenciones de su hermana.  Pocas veces era capaz de leerla y esta vez no era la excepción.  Se limitó a asentir mientras sentía unos dedos fríos recorriendo su mejilla.

-Todo lo que hago lo hago también pensando en ti. Todo este huracán lo hice pensando también en ti.  Desde ahora tú serás Ririka, y tu nombre será reconocido y valdrá por si solo.  Quiero que formes un legado y que cada uno de los imbéciles que asisten a este basurero te recuerden como alguien importante.  Imagínate "la historia de la hermana que vivió entre las sombras y logró vencer a la dictadora".  Digno de un héroe, ¿no crees?

Ririka alzó una de sus cejas, estableciendo al fin contacto visual con su igual ¿qué tramas Kirari? Pensó, sin decirlo. Mientras la otra mantenía su sonrisa

-No te preocupes hermanita, no es nada malo. Solo te estoy intentando decir que ya no será necesario que cambiemos de lugar nunca más.  Me aburrí de toda esta estupidez, y he pensado en mi futuro ¿sabes?... Ahora, hazte tu cargo de este lugar, haz lo que quieras, mi tiempo acá terminó.  Eso es lo que intento decir, y que me siento muy orgullosa de tu desarrollo,

Sintió como unos fríos labios tocaron su frente, cerró sus ojos mientras sentía como una lágrima se formaba.  Kirari y su peculiar estilo para demostrar cariño, pensó y sonrió.  Se puso de pie rápidamente y le dio un abrazo a su reflejo, Kirari emitió un sonido de sorpresa que hasta la hizo sentir humana y luego de unos segundos de confusión descansó sus brazos en su espalda, respondiendo al abrazo.

No buscaba nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora