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~Capítulo 16~

Richard

Después de aquella hora de placer mi querida alumna cae rendida en los brazos del sueño nuevamente. Mientras que por mi parte, luego de una relajante ducha me marcho hacia la farmacia, debería de ver por aquella jovencita durmiente la cuál tenía en mi cama, no iba a ser un cabron y dejarla, no claro que no, pero habría reglas, y luego de un relajante baño (el cuál estaba dispuesto a brindarle), pondría todas y cada una de ellas sobre la mesa.

Media hora después me encuentro en mi hogar nuevamente, Emilia sigue en su profundo sueño, así que la dejo descansar, mientras: preparo un cargado desayuno con muchos nutrientes y minerales, claro está que después de esas largas horas de descubrimiento por la anatomía del otro, estaba exhausta y necesitada de energía, y yo no se las negaría. Claro que no.

Emilia

Mi cuerpo sin duda alguna estaba exhausto, el sueño realmente me vencía, pero no estaba acostumbrada a esto, dormir no era una opción. Sin más abro mis ojos y me encuentro con Richard, sentado frente a su gran cama mirándome, fijamente, directo a los ojos, ¿les soy honesta? Mi piel se erizo de gran manera que su comisura derecha se alzó en una sensual sonrisa ¡dios! ¿Qué me estás haciendo Camacho?

—¿Nerviosa Emilia?

—¿Qué pasaria si digo que si?

—Tendriamos que hablarlo, por que entre nos-se acerca aún más a la cama y susurra como si fuera un secreto- no debería de ponerla nerviosa mi presencia, no después de lo que hicimos.

Mi cara era un tomate, si, me había acostado con el y a la hora de hacer lo que hicimos no tuve temor alguno, pero joder, ¿qué seguia? ¿Que pasaría después? La incertidumbre era lo que realmente me ponía nerviosa y por ende me mataba.

—Dilo Emilia.

—¿Qué va a pasar con nosotros?

—Me alegra que preguntes. Ven.

Sin pensarlo me levanto de aquella cama y voy a su lado.
Él se levanta de su anterior lugar y queda justamente detrás de mí, guiándonos hacía el baño de su gran habitación, confundida pregunto.

—¿No vas a responder?

—Claro que sí pequeña, pero antes te daré una muy relajante ducha, desayunarás y luego hablaremos.

—¿Tú a mí? Yo.. yo puedo sola.

—No es una pregunta Emilia, voy a darte el mejor baño de tu vida.

Un escalofrío recorre mi columna vertebral y bajo la atenta mirada de Richard me adentro más en el baño.

—¿No tengo otra opción? -pregunté luego de verlo cerrar la puerta.

—¿Rechazarás un relajante baño de tu querido Profesor Emilia?

—Simplemente, nunca me había duchado otra persona que no sea yo, es la primera vez.

—¡Muy bien! -Richard contesta animado- Créeme, luego de este baño querrás hacerlo más seguido.

Richard

Emilia accede a que le dé un baño, y sin más la guío hacía la bañera repleta de sales aromáticas, sin más me mira y con una sonrisa dice.

—Lo tenías todo preparado ehh.

—¿Yo? -me hago el desentendido- claro que no.

—¿A sí?

—Te lo juro. -Emilia entra lentamente en aquella bañera poniéndose totalmente cómoda en ella. Por mi parte voy del lado de su cabeza y comienzo a masajear le los hombros suavemente, sin siquiera pensarlo Emilia suelta un leve gemido, muy suavemente-. ¿Viste? Te dije que no te arrepentirías.

Mis manos viajan de sus hombros hacía sus pechos haciendo un leve masaje, vuelven a sus hombros y luego a su cuello, el masaje deja de ser inocente cuando tomo la esponja y comienzo a pasarla desde su cuello hasta sus pechos, brindándoles la atención que realmente se merecen, primero el derecho y luego el izquierdo. Mi mano junto con aquella esponja siguen bajando más abajo. Hago que Emilia abra sus piernas dejándome acceso directo a su feminidad, "inocentemente" toco aquel punto sensible y ella se desarma en aquella bañera, la torturó allí un rato, y luego sigo el paso con aquella esponja por sus hermosas piernas hasta sus pies, vuelvo ignorando completamente la zona que toque hace instantes y vuelvo a sus hombros. Los masajes hacen presencia nuevamente y luego de unos minutos decido realmente darle un relajante baño a mi querida alumna: tomo el shampoo y lo esparso sobre su largo cabello haciendo leves movimientos circulares por toda su cebeza; Emilia cierra sus ojos disfrutando de aquello, unos minutos más y decido enjuagarlo, aplicando así el acondicionador, nuevamente con movimientos circulares por todo su cabello.

—Mmm.. sin dudas nunca me habían brindado este tipo de atención. -murmura Emilia aún con los ojos cerrados y una media sonrisa en sus labios.

—Eso se ha acabado mi pequeña, a mi lado la tendrás en exceso.

Casi de inmediato abre sus ojos y no le doy tiempo a nada, la beso, sé lo que dije, sé lo que sostuve hasta el último momento, y sé de sobra que esto no está bien, pero ¡al diablo los demás! Hacía tanto tiempo que no me sentía tan pleno, y lo que logré con en Emilia en tan sólo horas no lo había logrado con ninguna otra en años, si de algo estaba seguro era de que sea lo que sea que hay entre nosotros no me alejaría.

Minutos más tarde ya había duchado a Emilia, ambos estábamos en mi cocina con la isla repleta de mi elaborado desayuno.

—Espero, y te guste lo que te preparé. -dije dándole la taza de café.

—Richard, cocinaste para un ejército ¡es mucha comida!

—Oh nena, créeme, necesitarás recuperar fuerzas y nutrientes.

Con ambas mejillas rojas Emilia bebe de su café.

—Vale, me has duchado, he desayunado y estoy aquí contigo, ¿responderás mi pregunta ahora?

Lᴀ Fᴀᴠᴏʀɪᴛᴀ Dᴇʟ Pʀᴏғᴇsᴏʀ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora