No sabía si contarles esta anécdota, sé que hay más de una que me va a dejar mensajes ofensivos. Pero me debo a ustedes y lo voy a hacer igual.
¿Alguna vez escucharon hablar de las fracturas peneanas? Sí, no estoy jodiendo. Yo antes nunca había escuchado hablar de ellas, es más, no sabía que podía pasar. Convengamos que no hay hueso que romper. Hasta que me pasó...
Estaba en primer año de la facultad; ustedes saben lo que es esa edad. Los chicos nos queremos voltear todo lo que tenga pulso y un mínimo de movimiento. Y ahí estaba ella, Florencia. Una rubia hermosa, con unas curvas que ¡por Dios! No había un solo chico que no anduviera detrás de ella. Era la joya más buscada de la facultad.
En fin, se lo resumo y voy a lo que ustedes si quieren saber. Después de trabajarla por meses y cuando ya me estaba dando por vencido, Flor me dijo que sí.
Yo tenía lo mío, pero a ella, le gane por cansancio. Me lo dijo cuando accedió a salir conmigo. Ese es uno de mis super poderes, soy hostigador.
Comenzamos con salidas tranquilas, tomarno un café a la salida de la facultad, un fin de semana ir a comer pizza. Pero todo eso era la previa a lo que yo quería. El postre...
Obviamente que tenía mi recompensa a todo eso, algún beso, una mano traviesa posándose en donde no se debe, cosas tranquilas.
Un sábado la puedo convencer de ir a bailar. Esa era "la" noche. Joda, tragos, recompensa. Al menos, eso era lo que yo quería...
Miro la hora, son las once de la noche y ya casi es la hora que arreglamos para encontrarnos con Flor. Hoy estoy particularmente más ansioso que de costumbre. Sé que hoy es la noche. Algo dentro de mis calzoncillos me lo dice.
Así que después de arreglarme voy a la parada del colectivo a esperarla. No quiso que la vaya a buscar a la casa, por no sé qué historia con sus padres. Por mi mejor, no quiero que me ponga debajo de lupa.
Cuando se detiene el colectivo y Flor se baja, el enano salto de la alegría. Falto que grite "¡Iupi!".
Está absolutamente hermosa.
—Hola —le digo acercándome a ella para darle un beso—. Estás hermosa; más de lo habitual.
—Gracias. No sabía que ponerme.
—No importa lo que te pongas, todo te queda bien ¿Vamos? —le digo tendiéndole mi mano.
Después de una larga fila, logramos entrar en el boliche. Lo primero que hago es invitarla con algún trago.
—¿Qué vas a querer tomar?
—Una cerveza va a estar bien.
—Bancame que ahora vuelvo.
Me acerco a la barra que está infectada de personas. De acá no me voy más... Cuando por fin logro comprar nuestras cervezas vuelvo a donde la deje. Obviamente no está, con lo que tardé debe haber pensado que me fugue.
Comienzo a buscarla con la mirada y la encuentro bailando en una de las pistas. No puedo creer lo perfecta que es. Se contornea al ritmo de la música, me encanta.
Cuando me ve, se acerca sonriendo.
—¿Había mucha gente? —dice agarrando una de las cervezas y tomando un trago.
—Un montón.
Flor sigue bailando en el lugar mirando hacia la pista.
—¿Querés bailar?