Parte II; Capítulo VI: El Comienzo De Un Nuevo Mundo.

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Habían pasado dos meses de la tragedia. TaeHyung se había puesto más opaco de lo normal y su comportamiento se había hecho arisco y cortante, penoso para muchos de la alta sociedad. Los sirvientes alegaban haberlo escuchado llorar de la impotencia, reviviendo una y otra vez a modo de tortura la muerte de su hermano. Los lamentos del príncipe se escuchaban dolorosos, todos que pasaban por la habitación del príncipe era testigo del dolor y sufrimiento que cada día vivía.

En una semana sería la boda de los príncipes, y la formación de la Alianza entre ambos reinos. Bella estaba en la habitación de TaeHyung, aún con la mirada gacha viendo el semblante apagado de su amigo. Se sentía tonta por no se hacer nada al respecto. Solo una simple espectadora de como su único amigo sincero se carbonizaba en las llamas de la angustia. TaeHyung apenas levantaba la mirada opaca para verla, solo alcanzaba a ver una porción del vestido crema que traía y una parte de sus brazos. Bella suspiró rendida, tomando la confianza necesaria y sentarse al lado de TaeHyung. Estaba pálido y lleno de ojeras, sus ojos rojos y su cabello negro revoltoso por el mal cuidado. Más bien era la versión horrenda de TaeHyung, pero aún así con aquellas pintas deprimentes tenía una pizca de salvación con atención y cuidados. Bella movió los cabellos con delicadeza, una mínima acción que apenas se notaba. TaeHyung en respuesta solo gruño molesto, girando la cabeza hacia el lado izquierdo asimismo la hundía más en sus brazos. Bella volvió a intentar, pero a cambio recibió la misma acción de antes. Se dijo mentalmente que dejaría a su amigo descansar en paz, se paró mirando el aspecto de su amigo y salió por la puerta en silencio.

TaeHyung se volvió a romper una vez Bella se fue. Sus llantos eran lastimosos hasta para él mismo, su alma se rompía en mil pedazos como un cristal, pero solo las personas contemplan dicho acontecimiento con ojos ciegos, solo que ve la realidad. Gritó, gruñó, sollozó y golpeó con tal de liberarse. Cada día era una tortura no estar con la gracia de su hermano, su aroma a menta que lo calmaba de todo y su voz, la que le cantaba canciones de niño por su experiencia innata en el canto. Iba a extrañar eso y mucho más.

Se levantó de su lecho de algodón fino, parándose en el balcón blanco y lleno de plantas azules que daba al patio interior del castillo. Miró con la mirada perdida el patio. Vio que NamJoon entro con un traje de terciopelo y algodón morado, su cabello ceniza recogido en una coleta improvisada y la postura relajada y no tensa como lo vio la semana pasada. Se sentó en el pasto. TaeHyung sintió una necesidad de ir sentarse también a su lado, pero estaba demasiado dolido por la perdida que no tenía el entusiasmo de siempre.

NamJoon se dio cuenta que lo veía. Se giró y lo encaró, le dio una sonrisa bella y genuina para volver su vista hacia las plantas del lugar. TaeHyung había extrañado muchas cosas también, y una de esas era ver desvergonzadamente su ojos con heterocromía.

Salió de su habitación aún con un camisón blanco de tela tersa y un pantalón marrón semejante al color de su piel. Fue hacia el patio en donde se encontraba NamJoon. Casi parecía un alma en pena, como la de las leyendas que las mucamas se contaban entre si, pero no le quito las ganas que traía de ver a NamJoon.

Al llegar al patio, casi es llevado por el viento que se notaba. Estaba lánguido, pero su musculatura tosca se conservaba. Dio con NamJoon a unos metros de él, y no perdió tiempo en ir hacia él. Bien la necesidad podía con él. No negaba que le causaba intriga su forma de ser tan calmada y al mismo tiempo recta y sin perjuicios. Le parecía interesante su personalidad, solo eso.

── Buenos días TaeHyung.

También extraño la forma sensual en como pronunciaba su nombre. Era cortes, pero sensual a sus oídos, parecía de las músicas prohibidas de tonos lujurioso que en los antros de la ciudad se cantaba. Con una perezosa sonrisa se sentó a su lado.

── Buenos días NamJoon.

── ¿Cómo has estado tú?

── No te mentiré porque de alguna manera extravagante, te das cuenta cuando miento que me sería imposible hacerlo... No estoy bien.

Y era verdad. Necesitaba ayuda. Su mente divagó en aquella noche, y recordó con sumo de detalles como le gruño a NamJoon cuando esté intentaba ayudarlo. La culpa lo azotó con fuerza, más de la que debía. Se giro con su rostro pálido y perdiendo la vitalidad de la piel, bajando al momento sus ojos de azul mar por la vergüenza.

── Yo lamento haberte gruñido aquella noche. Yo... No pensaba con la cabeza ── continuó disculpándose.

── No te preocupes, protegías a tu hermano y es normal desconfiar un poco de las personas a tu alrededor.── respondió ante la disculpa, tomando la confianza de tomar la mano enjuta de TaeHyung.

TaeHyung percibió la calidez de la mano de NamJoon. Era grande y fina. Le recordaba de igual manera la mano de su difunto de hermano, con la diferencia de ser esta más pálida que la de NamJoon. NamJoon apartó la mano bruscamente al ver su descaro de tocarla sin permiso.

── ¿Quieres que vaya está noche a tu habitación a leerte? ── inquirió NamJoon después de unos segundos con una tenue sonrisa en sus labios.

── Sí por favor.

Después de eso, nadie dijo nada y todo se fundió en un absoluto silencio. TaeHyung tomó aquello y comenzó a mirar la piel, los ojos, las manos y los labios de NamJoon sin perderse nada. Vio una rosa roja en uno de los arbustos. Era realmente hermosa, y cada pétalo rojo tan llamativo que enamoraba. La cogió con delicadeza, con cuidado de no pincharse con las espinas.

La miró por unos segundos más, y la puso en la cabellera de NamJoon. La acomodó bien, que se regocijaba en felicidad por su sentido del gusto. NamJoon sonrió ante el gesto tan adorable. Tocó la flor en su cabeza, y no objeto ni dijo nada acerca de aquello.

La brisa mañanera en el Sur era increíblemente primorosa. Traía una frialdad agradable, que hacía que cada poro de su tu cuerpo anhelara calor, pero no le quitaba lo agradable. Los dos comenzaron a hablar sobre temas que posiblemente aburrirían a cualquiera, pero a ellos no.

Era lindo ver como TaeHyung retomaba su vigorosidad por unos poco momentos a los ojos de NamJoon. Tan risueño como lo recordaba meses atrás cuando lo conoció. Cortés cuando le saludó y amado por todos cuando lo entendió a fondo. Se sentía agradecido con Dios por haber hecho que su vida se cruzara con la de dicho ángel precioso. TaeHyung también tenía el pensamiento sobre NamJoon. Ambos se quedaron viéndose con cierto amor en sus ojos, solo un simple destello, algo que con el tiempo incrementará.

"Después de las lágrimas, el dolor, la angustia, la ansiedad y el hambre un rayo de luz surcará el cielo con tal de verte renacer entre las cenizas del miedo."

- UN ÁNGEL CAE DEL CIELO; KTH

THE CROWN 成 kth&knj ¡!。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora