Razón número tres.

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Harry estaba en su escritorio terminando de firmar papeles, había adecuado un escritorio en su casa para poder pasar mas tiempo con sus hijos sin descuidar su trabajo, además, le gustaba más este escritorio que su oficina en la oficina de aurores, en su casa había grandes ventanas y un aroma a hogar que no encontraba en ningún otro sitio.

—Amor, no falta mucho para la comida— sonrió Ginny entrando, Harry sonrió, estaba tan bonita, el pantalón corto dejaba a la vista sus lindas piernas, la camiseta tenía las huellas de las dos manitos de Lily con pintura rosa (una de las tantas manualidades que hacía con su pequeña), descalza y con el cabello atado en una coleta— ¿Todo está bien?— pregunto dándole un vistazo a los papeles, Ginny trabajaba medio tiempo como periodista de Quidditch, lo cual le permitía se independiente y al mismo tiempo compartir con su familia, cuando Harry tenía mucho trabajo, ella era su asistente, lo ayudaba y lo organizaba.

—Claro, solo revisaba unas cosas... Ven aquí— la sentó en su regazo para abrazarla— te quiero— Harry entrelazo su mano con la de ella y sonrieron al ver sus anillos de casados, la pelirroja lo beso como solo ella sabe hacerlo, Harry metió su mano bajo la remera para acariciarle la piel, cuando las cosas estaban subiendo de tono un golpe fuerte los hizo separarse de repente, ambos se miraron preocupados y salieron corriendo hacia la cocina para ver que ninguno de sus hijos se hubiera lastimado, cuando entraron a la cocina la olla estaba en el piso y toda la salsa desparramada, Albus estaba en un rincón con los ojos llorosos.

—¿Qué paso cariño?— pregunto Ginny preocupada— ¿te golpeaste? ¿te quemaste? — Albus negó con la cabeza.

—¿Entonces porque lloras?— pregunto Harry agachándose a la altura de su hijo.

—Fue un accidente— murmuro el pequeño Potter— yo solo quería mojar el pan en la salsa— dijo con un puchero—Lo siento.

—tranquilo Al, ya paso—lo tranquilizo Harry.

—¿Estas molesto?— pregunto mirando con ojitos de cachorro abandonado.

—¿Molesto? Estoy furioso...tan furioso que voy castigarte— Albus rio cuando Harry lo levanto y soplo en su pancita haciendo un sonoro resoplido, mientras Ginny reía, cuando Harry bajo a su hijo, el tenia una ancha sonrisa.

—Ahora mamá volverá a hacer la salsa y tu vas a ir a jugar con tus hermanos— dijo la pelirroja abrazando a su hijo— y no te acerques nunca a nada que este sobre la cocina, podrías quemarte—le advirtió antes de que el mini-Harry saliera corriendo.

Harry amaba a sus hijos y a Ginny mas que a nada en el mundo, y el hecho de que ella fuera tan buena madre solo hacía que la ame mas.

—Amor— dijo Ginny con una sonrisa— después de comer, cuando los niños duerman su siesta, terminaremos la...tarea que comenzamos en el escritorio— murmuro con picardía

—Me agrada esa idea— respondió dándole un beso a su mujer.

10 razones para amar a Ginny.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora