VI

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- Valentina presta atención, necesitas calmarte y enfocarte. La señora de lo que podría suceder dice firmemente. Ante esas palabras Valentina parece estar regresando de su ataque de ansiedad.

- Te dijimos que estas en una encrucijada, justo este es el momento. Tienes que decidir que vas a hacer con la información que acabas de recibir.

- ¿Cómo logro que me perdone? Su voz es desesperada. ¿Es mas cómo consigo que confíe en mí para que me escuche?

- Juliana es una chica muy desconfiada y tiene muy buenas razones para serlo.

- Lo se, muchas de esas razones se las di yo. Interrumpe con voz culpable.

- No te guarda rencor, pero vas a tener que trabajar mucho para obtener su confianza. La ojiazul asiente con una mueca de preocupación.

- Recuerda Valentina que tienes un vínculo con ella muy fuerte que puedes utilizar a tu favor.

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- No... por favor no te vayas todavía. Permíteme agradecerte. La mirada de suplica y desesperación era notoria, el tono de la voz era amable y amistoso.

Su cabeza daba vueltas y vueltas, escuchaba a las señoras del destino preguntándole que decisión iba a tomar. Recordaba las sensaciones de lo que estas le habían mostrado y además tenía que lidiar con el cúmulo de emociones que se estaba generando justo en ese momento por tener a la castaña enfrente de ella.

Estaba totalmente confundida, por un lado, quería salir corriendo y tratar de entender que estaba sucediendo, pero también sentía una enorme necesidad de seguir cerca de la chica de azules ojos.

Juliana nunca tuvo oportunidad ante el puchero que apareció en el rostro de Valentina.

Finalmente, después de unos segundos que para ella se sintieron como horas asintió, provocando una sonrisa que nunca había visto en Valentina.

Se acerco nuevamente a la castaña y entre ella y Lucia le brindaron el apoyo necesario para llevarla a la enfermería.

- En serio no tengo nada, solo fue que me agoté después de la carrera que hice.

- No me importa Carvajalita, terminaste en el piso y con problemas para respirar. Te van a revisar. Si supieras la verdadera razón me mandas al psiquiátrico pensó la ojiazul.

Juliana mira divertida a lo lejos la interacción de las dos chicas sin decir absolutamente nada, fiel a su costumbre. Perdida en sus pensamientos.

¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Cómo pude hacer que se calmara? ¿Por qué cuando le toco me hace sentir como si fuéramos una sola persona? ¿Realmente me estaba buscando a mi?

Las dudas comienzan a llegar una tras otra.

Seguro ya estoy soñando otra vez. ¿En que momento me despierto?

Su memoria le juega chueco, pasando en su cabeza las múltiples ocasiones en que fue victima de la ojiazul en sus años de escuela.

¡No!, definitivamente no puedo hacer esto.

La morena se levanta intempestivamente y negando con la cabeza mira a la castaña.

- ¡Hey! Juliana ¿Estas bien? Cuestiona la ojiazul con su mirada de cielo brillando como en el mejor día de verano y una sonrisa que llenaba toda la habitación.

- Perdón, no puedo. Y sale del lugar dejando a ambas chicas sin poder decir absolutamente nada.

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