Siempre Juntos

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Siempre  juntos...
Mamá despierta. Sonó una voz alegre. Fui abriendo mis ojos, despertando poco a poco, me alegré al notar la inmensa sonrisa de aquel niño.
-Buen día mi pequeño Sam- saludé al niño. -Mami ya es hora de desayunar. Habló mientras arrastraba las sabanas que me cubrían...
-Bien, ahora vamos a desayunar que Lila ya debe estar despierta. Salí de la cama y Sam salió corriendo hacía la pequeña cocina. Me puse en marcha para preparar la leche con chocolate para Sam. Una vez que le preparé, la coloqué en su taza que tenía dibujos de autos... era su taza favorita. Preparé un café para mí, y mientras lo
tomaba iba preparando el uniforme del colegio de Sam y mi ropa.
-Buenos días, querida Rosie. Me saludaba Lila con un beso en la mejilla.
-Buenos días, Lila. -¿Y él pequeñoSam?- preguntó mirando hacía todos lados.
-Buuuuuuuh. Gritó Sam, tomándola por sorpresa
-Allí está- al terminar esa corta oración empecé a reír.
-Hola pequeño- lo saludó Lila.
-Hola Lila, ya tomé mi leche con chocolate, estaba muy muy deliciosa como siempre le queda a mamá.
-Me alegro- le respondió ella y depositó un suave beso en su mejilla.
-Ven cariño, te voy a preparar, llegaremos tarde. susurré en dirección al pequeño.
-Ve Sam- dijo Lila. Sam entró corriendo a la pequeña habitación, se paró junto a mí, lo tomé en mis abrazos y lo deposité en la cama. Empecé a vestirlo con el uniforme en silencio cuando su voz llenó el vacío.
-¿Mami? Su voz era tan suave, tranquila, o tal vez no era su voz, simplemente
era él como una brisa refrescante de otoño esas que traen consigo los ojos de momentos, pero las de Sam eran
momentos felices. Era imposible vivir un momento de tristeza junto a él.
-Sí, cariño. ¿Qué sucede? Pregunté observando su mirada.
-¿Me podrías comprar un cachorro? Como él de Kevin.
-¿Quieres un cachorro como el de tu compañero? .musité incrédula.
-Sí, mami- confirmó con una enorme sonrisa en sus labios.

-Si Sam, pero ahora no, aunque muy pronto lo haré, ¿de acuerdo? Respondí aun teniendo en cuenta que mi dinero era escaso y debíamos sobrevivir.
-Si mami, de acuerdo. Depositó un beso en mi mejilla.
Agradecí que Sam me comprendiera, terminé de vestirlo y coloqué sus zapatos.
-Ve a preparar tu mochila hasta que yo me vista. ordené con una voz dulce y lo observé como de costumbre.
-De acuerdo, mami. Salió corriendo a la cocina arrastrando con una mano su mochila, y no dudé en imaginarme como llegará llena de polvo al colegio. A lo
lejos lograba escuchar su voz y la voz de Lila mientras Sam le contaba de su nuevo cachorro aún inexistente.
Tomé mi celular y observé la hora, ya no tenía mucho tiempo. Me puse mis jeans color azul claro y una remera rosa pálido, coloqué un fino y corto cinto negro, mis
zapatillas, arreglé mi cabello recogiéndolo en una cola alta y até con un moño de color. Amaba mis moños de color.
Tomé mi bolso y salí de la habitación.
Dejé algo de plata en la pequeña mesita de la cocina para que Lila cocine. Encontré la mochila de Sam y observé para ver si todo estaba en orden.
-Sam- llamé al no verlo.
-Si, mami- respondió de lado del sillón
mirándome con sus ojos azules llenos de entusiasmo.
-Ya es hora cariño, despídete de Lila. Salió corriendo hacía donde desayunaba Lila, quien era una mujer de unos cuarenta y tres años audaz, muy amable. Ella me había ayudado demasiado siempre. Sam se despidió.
-Lila... -antes de terminar la frase ella me interrumpió.
-Si, Rosie, no te preocupes, yo iré por Sam al colegio. Me sonrió amablemente y yo le devolví la sonrisa en gesto de agradecimiento.
Suspiré aliviada, sin esa mujer no podría. Me despedí rápidamente y nos marchamos con Sam.
-Vamos cariño que se nos pasará el autobús. Justo en ese momento era verdad se nos estaba por pasar. Corrí arrastrando a Sam de la mano hasta poder pararlo.
Terminé de pagar los pasajes, pero Sam no estaba junto a mí, alcé la vista y me asusté al no encontrarlo.
-Mami, aquí. Miré hacia ambos lados hasta poder ver al pequeño levantando su mano en señal. Caminé hacia allí.
-Sam, me hiciste asustar, cómo te vas a marchar de mi lado lo regañé. Pero mi alma regresó a mi cuerpo al notar que el pequeño estaba allí.
-Lo siento, mami- se lamentaba por hacerme preocupar y su lamento tocó mi corazón.
-Está bien. Susurré mientras acomodaba su castaño cabello.

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