Por ti haré todo

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-Si Lila dime- respondí cerca de ella.
-Carmen es una amiga mía ella se mudó, a un departamento en la ciudad y necesita a alguien de confianza que esté con ella,
aunque muy bien de qué trata en trabajo no sé- musitó algo agitada por la velocidad en la que había hablado.
-Oh Lila sí, sí, sí- dije alzando mi tono de voz.
-Bien cariño tienes una cita mañana ya te daré la dirección- con una enorme sonrisa en sus labios supe que estaba feliz.
-Vamos Sam hora del baño- repetí por tercera vez, pero no veía venir al niño. Me puse en marcha y fui en busca de Sam. Entré en la habitación donde lo vi por
última vez. No lo podía encontrar cuando noté que algo se movió debajo de la cama, logré ver sus piecitos.
-Sam- hablé caminando en círculos en la habitación. Lograba escuchar su risa
-¿Dónde estás? - dije nuevamente al no obtener respuesta. Subí a la cama ocultando mi cuerpo. Hice silencio, bajé rápidamente mi cabeza y mirándolo grité:
- Te encontré. El pequeño empezó a reír, salió de su escondite y se abalanzó hacía mí, riendo.
-Mami ¿cómo supiste que estaba allí? -sonaba intrigado.
-El monstruo de las cosquillas te delató- comencé a hacerle cosquillas
-Mami, mami, ¡pará!- replicaba en medio de las cosquillas.
Le deposité un beso suave en la frente.
-Vamos es hora de bañarse- ordené.
Ya había terminado de bañar a Sam, lo
vestí y se puso a jugar nuevamente
-Cariño voy a ducharme, ya regreso. El asintió con la cabeza y me dirigí a la ducha. Me perdí en la ducha tratando de hacer que mis preocupaciones se vayan a
medida que el agua caía. Solo me concentraría en el trabajo que vería mañana, en buscar un departamento
para Sam. Salí ya de pijama. Fui a la cocina a traer agua, regresé a la habitación tomé el medicamento de Sam.
-Sam ven, toma- le ordené con el medicamento en las manos. El hizo una mueca y abrió gigante su boca donde
deposité el remedio. Él tragó con dificultad, tomo agua y nuevamente hizo una mueca de desagrado. Yo le sonreí.
-Vamos ya a descansar Sam. El dejó los juguetes y se recostó en la cama. Devolví el vaso con agua a la cocina y cuando regresé él estaba ya dormido. Me recosté a la
par de él.
-Te quiero mami- hablo entre dormido
-Yo igual amor . Deje un beso en su mejilla, pero el niño se había dormido nuevamente.
A la mañana siguiente me despertó el reloj. Me vestí y observé que Sam aún no se movía de la cama.
-Cariño, Sam, Sam. Ya Sam despierta. Movía al pequeño para lograr despertarlo.
-Oh mami- respondió girándose y volviendo a cerrar los ojos
-Sam dale ya es hora de levantarse vamos- le ordené. Se sentó en la cama y sonrió. - Vamos pequeño.
-De acuerdo mami. aún estaba  dormido
-Ven, te vestiré. Le puse su uniforme y salimos a la cocina. Ya preparado tomó su leche con chocolate, y yo mi café. Nos
despedimos de Lila y nos marchamos. Dejé a Sam en el colegio y tomé el autobús. Me encontraba muy nerviosa.
Llegué al departamento. Era muy lujoso grande y lindo, guardias, cristales, blancura, frescura, lujo y delicadeza, había en todas partes en cada ángulo.
Tomé el ascensor y llegué al piso correcto. Me planté justo en la puerta aún nerviosa. Toqué el timbre y la puerta se abrió.
-Buenos días, soy Rosie- me presente rápidamente.
-Buenos días, Rosie, soy Carmen- saludó una señora extendiendo su mano. Su piel era suave. Muy delicada.- Pasá hija- se hizo a un lado para permitirme entrar.
Al entrar observé todo a mí alrededor con una mirada rápida.-Tomá asiento ¿Quieres café? Ofreció aún sin sentarse.
-No, por favor. Tranquila. Estoy bien. Disculpe es que estoy nerviosa- mis palabras se entrecortaban por los
nervios ( ya perdí el trabajo susurré a mis adentros).
-Calma hija, estás contratada, solo te quiero conocer.
Esas palabras me asombraron, pero logré
tranquilizarme al fin.
-Bien entonces- dije suspirando
-Empecemos- ordenó con voz suave la
señora. -¿Cuántos años tienes? - preguntó.
-Veinte- respondí rápidamente como si fuera un examen en el que me debería apurar
-¿Por qué buscas trabajo y no estudias? - disculpa mi pregunta, es que necesito conocerte y necesito sinceridad
para que pueda darte mejores posibilidades.
Esas últimas palabras quedaron vagando por mi mente, mejores posibilidades, ¿a que se refería?
Finalmente pude responder.
-Porque tengo un hijo de cuatro años al cual cuidar- dije sin dar más detalles.
-Entiendo hija. Y dime esposo, novio o amante- empezó a reír con lo último.
-No nada- dispare con una sonrisa.
-Bueno, Rosie, te necesito tres veces a la semana medio tiempo. ¿Aceptas?
- Si claro- susurré inmediatamente.  ¿Cuándo empiezo?
-El lunes- contesto, cariñosamente.
Mi entrevista terminó y llamé a Lila para informarle y agradecerle. Me fui al departamento de Margarita, toqué timbre y en cuestión de segundo abrió la puerta.
-Rosie- saludó alzando la voz y
abrazándome.
-Hola Margarita- saludé mientras la abrazaba fuerte.

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