Estaremos unidos

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En el viaje observábamos las plantas. A Sam le gustaban las grandes y ya quería tener árboles en casa. Luego observamos algunas tiendas, el niño jamás se aburría de aquel viaje, al parecer todos los días de clase que viajaba en el autobús observaba cosas distintas y lo disfrutaba. Pero
una persona que hace el mismo viaje casi todos los días, no notaria los detalles que Sam hacía o tal vez no disfrutaría como Sam. No estaba segura si todos los niños
eran así o simplemente Sam eres el único. Pero estaba segura de que Sam era el único. Era inigualable. Lo podría definir con una sonrisa en mis labios, porque era lo
que hacía siempre sonreír y era lo que causaba en las personas sonrisas, pero sonrisas verdaderas. Así, luego de unos veinte minutos el viaje acabó y quedamos frente al colegio.
-Buenos días, señorita Rosie. saludó la maestra.
-Buenos días, maestra Clark. Hice un movimiento suave con mi cabeza en gesto de saludo.
-Hola Sam, ¿cómo estás?. Preguntó al pequeño.
-Hola maestra, bien, ¿sabe que mamá me comprara un cachorro?- respondió mientras soltaba mi mano y
caminaba hacia la joven maestra de ojos marrones. No era de cabello oscuro, de mi altura y siempre sonriente, llevaba su delantal con el nombre de ella pegado al lado derecho de su pecho que claramente se podía leer CLARK.
-Genial Sam- le respondió con mucha alegría- Vamos Sam que ya es hora de pasar.
-Adiós mami- se despidio Sam girando hacia mí, rodeándome con sus brazos.
-Adiós amor, pórtate bien. Mami te ama- esta vez se lo recordé yo.
-Si mami- respondió y caminó hacía Clark.
-Ve que yo ya te alcanzo- habló Clark mientras acariciaba la mejilla del
pequeño.
Una vez que quedamos solas comencé a hablar.
-Maestra Clark hoy lo viene a buscar Lila cualquier cosa usted me llama. Siempre avisaba con quien se marcharía Sam,
aunque la maestra ya sabía.
-De acuerdo, señorita Rosie, pero antes me gustaría saber si Sam tuvo alguna complicación en este último tiempo.
Hablaba con serenidad.
-No, pero está medicado. Y por favor dime Rosie- era doloroso hablar de eso.
-Muy bien Rosie, muchas gracias- dijo ella.
-Adiós maestra Clark- dije ya despidiéndome.
-Solo Clark- me sonrió y se marchó. Me giré y empecé a caminar
rápidamente ya que era martes y debía trabajar medio tiempo en el bar. Mi celular sonó. Me hizo asustar. Observé y era un mensaje de texto de Margarita. De prisa
que Ford está lleno. Al leer eso apuré ya que solo estaba a algunas cuadras, prácticamente corrí hasta allí. Al fin
llegué, de inmediato dejé mi bolso me coloqué el delantal del bar y me puse a trabajar.
-Hola Rosie- saludó Margarita.
- ¿Hola, está el jefe? -pregunté preocupada ya que el jefe no era malo, aunque a veces tenía sus días y temía que si seguía llegando tarde me despidiera.
-No él no está, tranquila- me regaló una pequeña sonrisa.
Suspiré y empecé a trabajar. Así la mañana pasó y mi trabajo estuvo bien. El bar estaba cerrando ya eran las doce del mediodía, me despedí de todos y me marché a
casa. No tomé el autobús (casi nunca lo hacía para guardar la plata del pasaje). Mientras caminaba pensaba
en Sam. Cómo había crecido y como seguía creciendo. Él era mi todo. Antes de llegar a casa me paré en una pequeña tienda
que quedaba cerca de nuestra casa, compré unos dulces para Sam. Abrí la puerta de casa dejé mi bolso y observé
como de un salto bajó Sam de la silla al suelo.
-Mami- gritó hasta chocar contra mí.
-Hola cariño- lo tomé entre mis brazos- ¿Estás almorzando?
-Sí mami, vamos- hablo indicándome la mesa con el almuerzo.
-Ve tú, yo me iré a lavar las manos y te alcanzo- besé su hermoso rostro y lo devolví al suelo.
Sam regresó a su lugar y tomó asiento. Fui a la cocina y encontré a Lila.
-Hola- la saludé mientras me dirigía a lavarme las manos .
-¿Cómo te fue?. Su voz era casi un hilo
-Bien Lila, gracias. Observé sus ojos estaban vidriosos. ¿Estás bien?- hablé  mientras secaba mis manos.
-Sí, Rosie- sonaba desilusionada
-Vamos, Lila te conozco -insistí nuevamente.
-Ven, Rosie tomá asiento- ordenó. Obedecí y tomé asiento.
-¿Pasa algo en el colegio con Sam?. Pronuncie exaltada ya me
había empezado a preocupar.
-No cariño. Todo está bien calma- dijo veloz al verme preocupada.
- ¿Entonces?- no entendía qué estaba sucediendo.
-Rosie, hoy llamaron mis hijos y me llevarán a vivir a Canadá con ellos. Quedó en silencio y luego de un instante continuó... debo vender la casa.
Al escuchar esas palabras mi vida cayó en millones de pedacitos. Ya no solo sentía que se había acelerado mi corazón, todo mi cuerpo se aceleró, quedé en shock. Pero
cuando observé los ojos de la vieja y dulce Lila sabía que extrañaba a sus hijos, me alegré por ella. Pero la pregunta
era ¿dónde viviremos con Sam? Ya que era su casa y solo nos hospedaba, estábamos allí hace años, y ella era mucho más que una amiga.
-Rosie- escuché su voz y desperté de mis pensamientos.
--Lila te felicito- respondí alegre, pero mis ojos estaban llenos de lágrimas.
-Rosie, cariño, lo siento. No quiero dejarlos en la calle a ti y a mi pequeño Sam.
Sonaba triste y al igual que yo ella también tenía sus ojos llenos de lágrimas.
-Lila, Lila... Tú has hecho mucho por nosotros. Tranquila. Sam y yo podremos- respondí, aunque a mi cabeza solo venían preguntas.
-Pero Rosie. ¿Cómo harán?
-Buscaré otro trabajo, en el bar solo trabajo los martes y jueves, buscare para mis
días libres y así pagaré un departamento- pero a decir verdad no sabía cómo hacer.
-Con Sam. ¿Cómo harás?.
No dejaba de hacerme preguntas
-Ya Lila calma, no te preocupes más. La regañé un poco, me asomé a ella y la
abracé. Ella me devolvió el abrazo.
- Y entonces Lila ¿cuándo te marchas? – pregunté curiosa.
-El lunes que viene niña- dijo mirando mis ojos.
-Perfecto,buscaré un trabajo hasta ese día.
-Mamá- llamó Sam desde donde se encontraba- Vengan a comer.
Con Lila nos dio gracia y empezamos a reír y nos marchamos a almorzar.
Mientras almorzábamos Sam nos contaba sobre su mañana en el colegio, jugó con Kevin en los columpios y también dibujo con pinturas de muchos colores. Con Lila
sonreíamos ante su relato.
Lavé los platos, limpié la habitación mientras tanto escuché a Lila llamarme.
-Rosie, Rosie.... -gritaba fuerte por la casa.

Siempre juntos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora