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Hoy comenzaría la fisioterapia, me habían sacado muy temprano de la habitación en una silla de ruedas.

Habían personas por todas partes, sentadas en la sala de espera llorando, caminando de un lado a otro, abrazándose entre si intentando obtener un poco de consuelo a sus desgracias; se podían ver también a muchos pacientes con sus pieles pálidas, expresión triste, muchos realmente delgados y con un vacío profundo en sus ojos como si estuvieran perdidos «y podría jurar que yo también me veo igual que ellos, vacía, sin ganas de continuar, respirando pero sin vida» los pasillos eran blancos y completamente sombríos acompañando el sentimiento de cada ser humano en el lugar «sinceramente nunca me gustaron los hospitales, se pierden tantas cosas en el, se pierden tantas vidas, tantas esperanzas que es abrumador».

Avanzamos un poco más y llegamos a una habitación muy grande, llena de aparatos como un gimnacio pero con muchas cosas extras.
Recorrí con mi vista el lugar y es exactamente como el resto del hospital, totalmente blanco pero sin ninguna ventana, la única diferencia es una melodía muy suave que se escucha de fondo verdaderamente tranquilizadora.
La mayoría de los que se encuentran en el lugar son pasientes con muletas y en silla de ruedas, todos acompañados de alguna enfermera o enfermero mientras un médico supervisaba los ejercicios que practicaban.

–Señorita Kim ¿me está escuchando?-la voz del mismo doctor de ayer me sacó de mis pensamientos, negué y frunció el entrecejo–Le volveré a explicar, lo que vamos a hacer será...

No me interesa para nada lo que está diciendo, ¿para qué me dice que haremos si de todas maneras no entenderé nada? Un sentimiento de tristeza me invadió sintiendo una gran presión en mi estómago y pecho, me siento como una inútil, no puedo comunicarme con los demás, dependo de alguien para hacer cada cosa, no importa lo insignificante que sea, no puedo hacerla por mi misma.

Me levantaron de la silla entre dos enfermeros y me dejaron sobre una camilla bastante incómoda, daban masajes por toda la extensión de mis piernas, luego en mi espalda y después en mis brazos, dolía, cada presión ejercida sobre mi piel dolía como el demonio provocando que soltara algunos quejidos y gemidos lastimado mi garganta.
Después de lo que parecieron horas interminables me devolvieron a mi habitación sentándome en la cama «es para que recuperes tu movilidad más rápido, es parte del tratamiento» fue lo último que dijeron antes de irse y dejarme completamente sola otra vez.

Me dediqué a mirar el cielo a través del ventanal, a intentar desifrar las infinidades de formas en las que se agrupaban las nubes, cambiando y moviéndose constantemente como si tuvieran miedo de permanecer demaciado en un mismo lugar, como si alguien fuera a descubrir los secretos que esconden.

El sonido de la puerta captó mi atención, un chico se abalanzó sobre mi estrechándome en sus brazos y detrás de él venían mis padres «es demaciado raro llamarlos así, ni siquiera los conosco tecnicamente».

–Mi amor me alegro tanto de que estés bien-no me dejó procesar sus palabras cuando ya estaba besándome; mi estómago se revolvió con el contacto, se siente como un error, como si hubiera algo dentro de mi que me dijera que no está bien, que mis labios pertenecen a alguien más, se siente tan ajeno, tan extraño, tan mal. Se separó al ver que no correspondí el beso–¿pasa algo princesa?-acunó mi rostro entre sus manos, yo lo miré con una mueca de desagrado, es muy atractivo, cabello castaño, ojos rasgados, labios abultados y sonrisa cuadrada, cualquier chica caería rendida a sus pies, pero estoy segura de que no es mi tipo, aunque no sé si tengo un tipo de chico en específico.

–Recuerda que tiene amnesia, su mente está completamente en blanco y no puede hablar aún-le aclaró la señora poniéndole una mano en su hombro; mi realidad me golpeó una vez más, no recuerdo nada, no sé nada de mi pasado, tal vez lo amaba y los sentimientos también fueron borrados. Me obligué a sonreirle, sus ojos brillan cuando me mira y está conmigo a pesar de mi condición, creo que me ama de verdad.

Correspondió mi sonrisa y se separó, solté un suspiro de alivio, sus manos ya estaban empezando a quemar mi piel, ¿como puedo fingir que lo amo si solo un simple toque me llena de incomodidad?

La semana pasó tortuosamente lenta, Taeyoung se esforzaba por hacerme sonreir, me compraba chocolates, flores y peluches, y por más que lo agradecía no me parece correcto aceptarlos. La presencia de mis padres también me incomodaba, sus abrazos, sus muestras de cariño, absolutamente todo lo que implica corresponder un sentimiento se me hace difícil e incómodo; prefiero esos momentos donde me dejan sola, ya me acostumbré e incluso es agradable, desde hace poco empezé a hablar y podía caminar con algo de torpeza y ayuda de alguien.
Me dedicaba todos los días a mirar por el ventanal, realmente no miraba a un lugar exacto hasta que descubrí a tres chicas que siempre están en el parque frente al hospital, una castaña, otra rubia con flequillo y una pelirroja, mientras que las otras dos chicas iban y venían en busca de comida para las tres, la castaña se mantenía en el mismo lugar hasta que llegaba la noche y se marchaban. Cada día es más la curiosidad de saber que hacen ahí ¿quienes són?¿a quién esperan?¿por qué sigo mirándolas? y ¿por qué mi interés en conocer a la chica castaña?

Hoy al regresar de la rehabilitación  había un ramo de flores sobre la cama, me acerqué para tomarlo, «claveles» creo que son mis flores preferidas aunque mis padres digan que son los jazmines, ambas son hermosas pero los claveles me transmiten una emoción que no sé explicar. Tomé la targeta azul marino y la abrí «Te amo mucho Chichoo, nunca lo olvides» sonreí inconcientemente, «Chichoo», me gusta ese apodo, suena muy tierno, por primera vez desde que desperté mi sonrisa fue sincera, mi corazón revoloteó en mi pecho ¿quién habrá enviado las flores y por qué me hace sentir así?

Fantasmas del pasado (Jensoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora