Capítulo 3: Muertos y fantasmas.

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Faltaban aproximadamente dos horas para que Caleb y yo saliéramos en camino rumbo a Nueva York. Le había dicho a Austin que mi vuelo se había atrasado un poco. Por suerte, no había visto las noticias, como siempre, y se creyó todo aquel cuento. No quería decirle que Caleb también iría, quería ver su cara de sorpresa cuando lo viera llegar.

—¿Segura que has empacado todo? —preguntó mamá por milésima vez.

—Si mamá, lo he verificado dos veces.

—Bien —dijo—. Oh cariño… Me encantaría ir con ustedes pero ya sabes cómo es mi jefe de estricto.

—Lo sé. No te preocupes, Austin lo entenderá.

La abracé. Sí que iba a extrañar sus gritos de las mañanas y también sus deliciosos waffles. Nos separamos cuando mi teléfono comenzó a sonar. Ella salió de mi habitación y yo contesté.

—¿Hola?

¡Kate! —exclamó Jess al otro lado de la línea— Sólo quería decirte que no podré ir a despedirme. El restaurante está repleto y mis padres me tienen trabajando. Y eso que les pedí un montón que me dejaran ir.

—Tranquila, Jess. Está bien. Te llamaré durante el camino ¿de acuerdo?

De acuerdo. Oh, y también quería decirte que tu madre me comentó que Caleb está locamente enamorado de ti.

—¿Qué? Mamá se ha vuelto loca…

Yo le dije que no te enamorarías de él ni en mil años, así que una cosa llevó a la otra y terminamos apostando.

—¡¿Qué?! ¡Dios! No puedo creer que hayas hecho eso con mamá.

¡Ella me ha obligado! ¿está bien? Bueno, debo irme antes de que mis padres me maten. Que tengan un buen viaje y no te enamores de Caleb.

—No te preocupes amiga, ganarás esa apuesta.

¡Eso espero! ¡Adiós!

No podía creer que mamá fuera capaz de apostar tal cosa. ¡Yo no iba a enamorarme de Caleb! ¡Ni en un millón de años! Tenía que admitir que era guapo, pero nunca estaría con alguien tan arrogante, mujeriego y molesto como él. Por mucho que él intente seducirme.

—Kate, casi te olvidas de… —se calló cuando me vio de brazos cruzados mirándola con mis cejas levantadas— ¿Qué pasa?

—¿Cómo es eso de que has apostado a que me enamoraré de Caleb?

—Oh, así que era Jess al teléfono —respondió soltando una risita—. Es sólo un juego, cariño. No te lo tomes tan literal.

—Si lo apostaste es porque lo piensas en serio.

—Bien, me di cuenta de que le gustas a Caleb y bueno, van a compartir mucho tiempo juntos… Hoy puedes odiarlo pero mañana no lo sabes.

—¿Es en serio, mamá?

—Olvídalo —dijo poniendo los ojos en blanco entregándome mis calcetines de Bob Esponja—. Son tus favoritos.

—Mamá, tengo casi 18… No uso más esos calcetines.

—¿Ah sí? ¿Y por qué estaban en tu cesta de ropa sucia el otro día?

Diablos. Suspiré.

—De acuerdo, aun siguen siendo mis favoritos.

Los tomé y los guardé en una de las maletas que no estaba tan llena. El auto de Caleb sí que iba a estar pesado con mis tres maletas en él.

* * *

Después de comerme el último –por ahora– waffle de mamá, se escuchó el rugir del motor de un auto afuera de la casa. Ambas salimos para encontrarnos con un Caleb al estilo de “chico malo” bajando de su Mustang rojo. Tenía unos lentes de sol puestos y una chaqueta negra de cuero, debajo de ella una camiseta blanca común.

—¿Lista? —me preguntó cuando estuvo lo suficientemente cerca de nosotras.

Asentí aun masticando el waffle.    Luego de meter mis tres maletas en la maletera de su auto –junto con su bolso–, venia la despedida.  Mamá había empezado a llorar una vez las maletas estuvieron dentro del auto.

—Mamá… No llores porque luego me harás llorar a mi —le dije abrazándola.

—Dime a quién le gritaré por las mañanas —dijo sollozando—. A quién escucharé decir que mis waffles son lo mejor que existen.

—Mamá, por favor… —susurré en un hilo de voz. Al diablo, comencé a llorar desesperadamente.

—Lo siento —dijo separándose, secándose las lágrimas—. Sé que sólo serán unas cuantas semanas. Podré soportarlo.

—Estarás bien. La abuela prometió venir a acompañarte ¿no?

—Sí, tienes razón. No estaré tan sola después de todo.

Lloramos una vez más antes de que Caleb me subiera prácticamente a la fuerza al auto para que dejáramos de llorar. Éste se despidió de mamá y la escuché decirle “cuídala mucho” y él respondió con un “lo haré”. Luego subió al auto y enseguida aceleró. Menos mal, porque ver a mamá llorando me hacia dar ganas de quedarme.

* * *

El cielo estaba nublado. Calculaba menos de una hora para que la lluvia cayera sobre nosotros. No sabía exactamente por dónde íbamos, pero había poco tráfico a nuestro alrededor. Miré a Caleb. Éste miraba siempre al frente, aunque de vez en cuando me miraba de manera fugaz. De pronto encendió el reproductor de música del auto. Comenzó a sonar una canción de rap. Oh no. ¿Realmente íbamos a comenzar así?

—¿Puedes quitar eso? Me da dolor de cabeza —le pedí.

—¿Disculpa? ¿De quién es el auto?

Lo fulminé con la mirada. El cantante de rap hablaba de muertos y fantasmas. Muerto iba dejar a Caleb si no quitaba eso ahora mismo.

—Caleb, esa canción es horrible —insistí—. ¿Puedes, por favor, quitarla? Te lo estoy pidiendo amablemente.

—No.

—Pues entonces lo apago —contesté como una niña pequeña apagando el reproductor.

—Bien, sin música durante todo el camino entonces.

¿Todo el camino? No sabía si podía soportar todo el camino con aquel incómodo silencio entre nosotros. Así que lo encendí de nuevo, reproduciendo el rap en el pedazo donde había quedado. Lo miré de reojo y estaba sonriendo con satisfacción.

Idiota, idiota, idiota.

¡Hola! Buenosólo les quería decir que si les ha gustado el capitulo no olviden dejar sus votos, se los agradecería muchísimo

¡Besos! X.

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