Estaba peligrosamente cerca de mi cara. Pero gracias al cielo, alguien a quien amo mucho tocó la puerta de su habitación, haciéndonos separar de manera brusca. Él se rascó la nuca mientras abría la puerta.
—¿Dónde está Kate? —escuché decir a la Sra Lawrence.
—Aquí estoy —respondí poniéndome al lado de Caleb— ¿Pasa algo?
—Tu madre quiere que veas algo en las noticias.
—Oh, está bien.
Miré a Caleb una última vez antes de irme de su habitación junto con la Sra Lawrence escaleras abajo. El Sr Hall y mamá estaban viendo la televisión, una noticia sobre unos perros abandonados. Me pregunté si mamá de repente quería adoptar a un cachorro. Pero cuando me miró, supe que era algo más serio que unos simples cachorros. Fruncí el ceño.
—¿Qué pasa, mamá?
—Dijeron hace un minuto en las noticias que todos los vuelos fueron cancelados por fuertes tormentas de lluvia —respondió.
Por un momento pensé que estaba bromeando. Pero cuando vi el rostro serio del Sr Hall y la Sra Lawrence, supe que estaba hablando en serio.
—Pero... —murmuré caminando hacia las ventanas— Ni siquiera está...
Me callé cuando al abrir la cortina, vi cómo la calle de al frente estaba completamente inundada. Había estado lloviendo todo este tiempo y no me había dado cuenta. ¿Cómo era posible?
—Lo siento cariño —me dijo mamá levantándose del sofá-, pero creo que no podrás ir a NY a visitar a Austin.
—Pero no le puedo hacer esto, se lo prometí...
—Kate, no es tu culpa ¿de acuerdo? Además, estoy segura de que él lo entenderá. Quizás para las vacaciones de navidad, ustedes...
—No. Yo quiero verlo ahora —repliqué como una niña pequeña pidiendo un caramelo.
Entonces se formó un nudo en mi garganta. Tal vez estaba actuando de manera infantil, de hecho podía verlo en las vacaciones de navidad, pero aun faltaba un montón y lo extrañaba muchísimo.
—Kate, tu madre tiene razón —agregó el Sr Hall—. Todo esto lo ocasionó el clima, no tienes por qué sentir que vas a decepcionar a Austin.
—Lo sé —respondí con un hilo de voz—. Es sólo que... Había estado planeando esto durante meses. Quiero pasar este verano con él, como si todo fuera como antes. Lo siento si estoy siendo...
—Yo te llevo —interrumpió Caleb.
Todos nos volteamos sorprendidos hacia él. En su rostro no se notaba ni un poco de arrepentimiento de haber dicho eso. Estaba hablando en serio. Su mirada permanecía clavada en la mía. No podía aceptar aquello. Por mucho que no soportaba a Caleb, no quería arruinar sus vacaciones teniendo que llevarme a Nueva York. No es lo justo.
—No Caleb, muchas gracias, pero no puedo aceptar —le dije.
—Concuerdo con ella —intervino mamá—. Caleb, es un viaje de casi doce horas, no creo que puedas solo porque, como sabrás, Kate aun no sabe conducir y bueno, en algún momento te sentirás cansado.
Asentí, de acuerdo con ella.
—No me importa —respondió Caleb, con seguridad, caminando hacia donde me encontraba— Kate, no me importa si son cincuenta mil horas de viaje para llegar allá, te llevaré si es lo que te hace feliz.
En otras circunstancias le hubiera dicho que era un idiota por decir esas cosas tan cursis para mi gusto. Pero estaba hablando en serio, así que me contuve. Sinceramente, no sabía qué responderle.
—Yo creo que él puede conducir todo el camino hasta allá —dijo el Sr Hall que había estado como meditando la situación—. Si se cansa, pueden simplemente quedarse en algún hotel.
Noté como Caleb comenzaba a sonreír pervertidamente. Lo fulminé con la mirada sin que nadie se diera cuenta.
—Richard tiene razón —dijo su esposa—. Ambos son lo suficientemente maduros para viajar solos.
—Está bien —habló mamá mirándome—, está bien que Caleb te lleve. Pero tú eres la que debe tomar la decisión.
Todos me miraron. Me sentía presionada, pero aun así debía pensar la situación con claridad:
Si Caleb me llevaba podía pasar las vacaciones con mi hermano como lo planeé, pero debía soportar a Caleb durante todas las doce horas con, probablemente, sus comentarios fuera de lugar y su estúpido ego.
Pero si le decía que no, no iba a pasar las vacaciones con mi hermano y tendría que esperar unos cuantos meses más para navidad. Lo bueno: No tendría que convivir tanto tiempo con Caleb.
Pues la verdad, no me importa que Caleb me moleste durante todo el camino si al final tendré la oportunidad de estar con Austin.
—De acuerdo —respondí finalmente, suspirando—. Pero he de advertirte algo: Si me dejas tirada en medio del camino, llamaré a la policía.
Todos rieron ante mi comentario. Era un hecho, Caleb me llevaría. Pero no le diría a Austin aun, quería que fuera una sorpresa.
* * *
Jess, mi mejor amiga, fue a mi casa cuando la lluvia por fin paró. Sin embargo, el cielo seguía nublado, lo que indiciaba que iba a llover de nuevo en cualquier momento. Le había contado a Jess que Caleb me iba a llevar a Nueva York. Al principio pensó que era una broma, pero luego de insistirle un montón de veces, lo aceptó. ¿Quién podría pensar que la persona que me hizo la vida imposible desde pequeños estaba dispuesto a viajar tantas horas sólo para hacerme feliz?
—Te extrañaré mucho ¿sabes? —dijo Jess— Cuando esté en las Bahamas con mis padres, estaré todo el tiempo pensando en ti.
—Aw —murmuré abrazándola—. Tenemos que prometernos que nos llamaremos la una a la otra cada noche. Ya sabes, para ponernos al día de las cosas que pasen.
—¡Obvio! —exclamó.
Nos pusimos a hablar entonces de un chico que conoció hace unos días en una cafetería. Al parecer, se lo había vuelto a encontrar cerca de su casa y hasta se intercambiaron sus números telefónicos. Me alegraba saber que mi amiga se estaba volviendo a enamorar. El último novio que tuvo le rompió el corazón tantas veces que le costó recuperarse. Así que rezaba en mi interior para que el nuevo chico no fuera a cometer el mismo error.
—¿Kate? —dijo mamá tocando la puerta— Caleb está en la sala, quiere hablar contigo.
—¿Este chico no se cansa? —le pregunté a Jess tras un suspiro.
—Te ama —bromeó ella.
Le dije que esperara un minuto mientras iba a ver que quería el idiota. Bajé casi corriendo las escaleras. Estaba sentado en el sofá tecleando en su teléfono, apartó la mirada de la pantalla para mirarme.
—¿Qué pasa? —le pregunté, sin rodeos.
—Sólo vine a asegurarme de que no te has arrepentido —murmuró con una sonrisa llena de arrogancia.
—¿Sólo eso? Pues no, no me he arrepentido.
—Eso espero —respondió poniéndose de pie, caminando hacia mi—. He lavado el auto para que esté listo para partir.
—Excelente...
Se estaba acercando cada vez más, lo que me ponía notablemente nerviosa.
No te dejes manipular por él, Kate. Se fuerte. Tú puedes.
—¿Cuándo quieres que nos vayamos? —preguntó.
—Yo creo que mañana mismo estaría bien, si puedes, claro.
—Claro que puedo.
—Bien, entonces. Nos vemos mañana —respondí nerviosa cuando acercó sus labios a mi mejilla para plantar un suave beso.
—Nos espera un largo viaje... —susurró en mi oído antes de irse.