"Lleva dentro de ella varias lunas rotas, una por cada noche solitaria que ha tenido que soportar".
—Ron Israel.
Se suponía que las Princesas eran entrenadas desde nacimiento para dar todo de sí, para sacrificar lo que fuese necesario, debían de ayudar a mantener la paz en el mundo aún si eso terminaba con la de una misma, ¿hasta dónde estaría dispuesta a arriesgar?
Las asistentes de vestuario entraron en mi habitación de modo mecánico y casi ensayado, aunque no era la primera vez que lo hacían, incluso comenzaba a parecer un ritual por los patrones que solían seguir.
Una de ellas secó mi cabello, mientras otra, se encargaba de mi rostro y una más de mis uñas.
Como siempre mi madre quería que estuviera perfecta para ver a Acker, pero la situación ya me estaba pareciendo ahogante. Aun cuando estuve dentro de un elegante vestido rosa digno de la ocasión, no me sentía preparada mentalmente para la cena, muy a pesar de que físicamente sí lo estaba y más allá de los límites normales.
Bajé las escaleras, los tacones altos que llevaba chocaban contra el mármol del piso mientras llenaban todos los rincones de la casa con el eco que estos producían.
Mi madre estaba satisfecha con lo que veía, su rostro lo reflejaba.
Pero yo, al contrario, era un manojo de emociones negativas a nada de estallar, necesitaba parar todo eso, pero no se me ocurría un modo de hacerlo, uno para hacer que mi madre me escuchara por una vez en su vida.
—No hagas que me arrepienta de nada, Hannover —sus palabras golpearon contra mi pecho.
¿Qué se arrepintiera? ¿De qué? ¿De ser mi madre? ¿De haberme tenido? ¿De haberse hecho cargo de mí? ¿De comprometerme con Acker...?
Casi quise sonreír ante ese último pensamiento, de eso no se arrepentiría nunca...
Me despidió desde la puerta con una mirada cargada de advertencia, tenía puestas todas las expectativas en mí, quería que le brindara por lo menos una buena noticia, de las que no recibía cuando me encomendaba algo.
La mayoría de sus amistades siempre la felicitaban por tener una hija "tan excepcional" en tantos aspectos, yo era perfecta frente a tantos ojos, pero claramente no lo era para mí misma y mucho menos para ella, quien se encargaba de querer exprimirme al máximo: si ya estaba allí, no tenía más opción que aprovecharse de eso.
Acker tenía la extraña costumbre de que antes de todas nuestras citas, aunque habíamos tenido un par quizás, nos encontrábamos en el centro de la ciudad: eso posiblemente se debía a su gran necesidad de ser el centro de atención frente a la mayor cantidad de personas posibles, por eso, sabiendo cuál sería el lugar de nuestro encuentro antes de ir a cenar a cualquier otro lado, bajé en el mirador de la ciudad que ofrecía la viste da Suiza más preciosa a pesar de estar apenas a mediados del verano.
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Little Princess [PAUSADA]
Roman pour AdolescentsLa Princesa perfecta... ¿o tal vez no? Detrás de toda esa apariencia en televisión de un mundo perfecto, su madre la obliga a ser quien no es, estar con quien no quiere y hacer cosas que no le gustan... Hasta que decide que es momento de que "la pr...