"Huevo, leche, vino, pan de molde, avena..."
Mikasa no dejaba de ver el carrito de supermercado, estaba asegurándose de que las compras de la semana estuvieran completas. Odiaba que por olvidar una o dos cosas tuviera que volver a la tienda cuando tenía mejores cosas qué hacer.
Se fue a la sección de comida chatarra y algo tentada tomó un paquete de palomitas, luego se dirigió a las cervezas. Nadie podía creer que una mujer con tan buena forma comiera tan regularmente comida basura, pero ella sabía que la clave para cuidar su figura no radicaba en omitir por completo la cerveza y las frituras, si no en su constancia para ejercitarse y comer en mayor medida lo más saludable posible. Cuando abrió el refrigerador para tomar la marca de cerveza de su preferencia, notó que su rápido movimiento golpeó a alguien.
— Disculpe –dijo ella avergonzada. Mikasa al no escuchar respuesta levantó la mirada y se encontró con un sujeto de más o menos su edad, alto, de largo cabello castaño y que usaba un parche en el ojo. A primera vista no lo reconoció porque parecía otra persona, pero después de poner atención al tono verdoso de sus ojos quedó helada.
— ¿¡Mikasa!? —preguntó él sin poder creer que se trataba de ella.
— Oh dios, ¿Eren? —preguntó pasmada.
— No puedo creer que eres tú, digo, imaginaba que podías estar en cualquier parte del mundo menos en Shiganshina.
Mikasa bajó la mirada apenada. No tenía ni idea de cómo justificar el hecho de que después de tantos años de amistad no se hubiese dignado a llamarlo cuando volvió a su pueblo natal unos años atrás.
— ¿Cuándo volviste de Hizuru? —preguntó él yendo al grano. Mikasa hizo contacto visual con él y sonrió, pero Eren no le devolvió la sonrisa. Ciertamente no parecía molesto, sin embargo, la sorpresa en su rostro era tan pura que no podía descifrar si para Jaeger volverla a ver era una situación agradable o molesta.
— Un tiempo atrás —respondió con ambigüedad mientras colocaba el six de cerveza en su carrito de supermercado. – Te ves como una persona distinta, nunca creí que te dejarías crecer tanto el pelo.
Eren tomó su respuesta de mala gana. Suspiró resignado y al igual que ella sacó del refrigerador un six de cervezas de la misma marca. Era la marca de cerveza favorita de los dos desde que estaban juntos en el bachillerato. — Puedo decir lo mismo de ti, ¿Qué pasó con esa chica rebelde de 16 años? —preguntó con mejor humor.
Mikasa sonrió. – Creo que al final eso de ser gótica y usar crucifijos sólo era una etapa, lamento la decepción, ahora trabajo en un grupo financiero; todo el día ando haciendo cuentas y atendiendo llamadas.
Eren la miró de arriba abajo con cierto descaro, acción que a ella no le molestó pues sabía que no lo hacía con una intención morbosa, simplemente quería ver los cambios en ella. En el fondo no le sorprendía mucho, pues, incluso cuando Mikasa y él eran adolescentes y ella solía ser rara y tener un gusto especial por el gore y el satanismo, en el fondo siempre fue una buena chica, de esas que sacaba buenas notas y que jamás se metía en problemas con sus padres o en la escuela. Así que el verla a sus 24 con esa ropa de oficinista pulcra, con el pelo corto, bien recogido y peinado, pensó que era algo que se podía esperar de ella.
— Te ves bien —respondió Eren tajante mientras le dirigía una diminuta sonrisa.
— Gracias, tú también... Si dejamos a un lado ese parche, claro ¿Te ha pasado algo? —preguntó Mikasa preocupada.
— Un pequeño accidente, nada grave. En unos días mi ojo estará como nuevo —respondió él restándole importancia.
Eren desvió la mirada cuando tras Mikasa vio la figura de un viejo conocido que de manera muy familiar se acercaba a la chica de pelo negro y la abrazaba por detrás.
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HILO ROJO (EREMIKA AU)
RomanceDespués de años sin saber del otro, Eren y Mikasa rememoran su viejo pero importante noviazgo de adolescencia y tristes recuerdan cómo pasaron de ser esa pareja que parecía inseparable a apenas conocidos. Los dos tratan de retomar su amistad siendo...