Mikasa manejó hasta su departamento con las manos temblorosas. Una vez Eren se marchó, se dio cuenta de lo que se venía y el afrontar las consecuencias de sus actos era en muchos sentidos horroroso. ¿Cómo se lo explicaría a Jean sin terminar pareciendo una total sorete? Se preguntó una y otra vez.Eran casi las diez de la noche; entre la plática con Jaeger y su lento regreso a casa, había aplazado el volver a su departamento pues no dejaba de pensar en excusas para justificar su tardía llegada. Incluso pensó en decirle directamente a Jean lo que había sucedido para que, si todo se iba a la mierda, sucediera lo más rápido posible. Mientras subía por el ascensor se miró el rostro en el espejo dentro de este y sintió vergüenza por estar tan ruborizada. También se miró entera críticamente: estaba portando la ropa de la oficina y llevaba en las manos el maletero de cuero que Jean le había regalado en su cumpleaños. Incluso si dentro del coche quiso fingir que era la misma que en la escuela preparatoria, la verdad era que en los últimos cuatro años, Mikasa había cambiado en varios aspectos. Se cuestionó si la Mikasa de veinticuatro años realmente era la persona adecuada para el Eren actual.
Respiró hondo antes de entrar al departamento, lista para enfrentarse a lo que sea que viniese. Pero, para su sorpresa, su hogar estaba vacío y en silencio.
"Quizá se la anda pasando muy bien con Sasha y Connie" pensó en un inicio. Sin embargo, conforme fueron avanzando las horas le pareció extraño que Jean no mostrara señales de vida. Su corazón se heló cuando de forma sorpresiva recibió una llamada de Connie a las 3 de la mañana. Le dijo que Jean había sufrido un pequeño accidente estando ebrio y se encontraban en el Hospital General de Shinganshina. La joven corrió de inmediato en su búsqueda y al llegar al hospital se encontró con Connie, Sasha y Niccolo cuidando de su novio.
- ¿Qué ha sucedido? -les cuestionó alterada.
- Como te dije, su vida no corre peligro. Sólo fue una tontería, tratamos de bajar un par de escalones y Jean tropezó. El problema es que tiene una fractura que no le va a permitir moverse por un par de semanas -le explicó Connie con mayor detalle.
Mikasa entró a la habitación donde se encontraba Kirstein a lado de sus amigos. El verlo consciente y bromeando le trajo tranquilidad pero una vez estuvieron solos no pudo evitar ponerse a llorar.
- Lo siento, Jean. Lamento no haber estado contigo cuando me necesitabas -le dijo ella mientras le daba un abrazo. Jean levantó una ceja confundido.
- Bueno, no es como que tú me hayas empujado por las escaleras -le respondió de buen humor, tratando de calmar a la pelinegra. Sin embargo, aún más sorprendido descubrió que en vez de parar de llorar, Mikasa se soltó a moco tendido. Jean no dejó de pensar en eso por varios días.
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Aunque Shadis no estuvo de acuerdo, Mikasa pidió un permiso de tres días para poder cuidar de Jean por al menos los primeros días que permaneció en casa. En una de esas ocasiones que ella había preparado la cena para ambos, el chico le tomó la mano con dulzura y la acarició cariñosamente.
- Oye, Mikasa. Quiero que sepas que aprecio todo lo que has hecho por mí. Te amo -le confesó enternecido por los buenos tratos de la muchacha.
La chica sintió cada palabra del castaño como un puñal que se le enterraba en lo más profundo del corazón. A partir de ese día y por el resto de la semana, Mikasa sintió un nivel de culpa que había experimentado muy pocas veces en su vida. Incluso evitó ir a sus citas con su terapeuta pues moría de vergüenza de contar todo lo que había pasado y cada vez que le respondía un mensaje cariñoso a Eren, ese sentimiento no hacía otra cosa que acrecentarse.
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HILO ROJO (EREMIKA AU)
RomanceDespués de años sin saber del otro, Eren y Mikasa rememoran su viejo pero importante noviazgo de adolescencia y tristes recuerdan cómo pasaron de ser esa pareja que parecía inseparable a apenas conocidos. Los dos tratan de retomar su amistad siendo...