VIII. Errores

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— ¿Confías en mí? —fue lo primero que dijo Eren después de largos minutos compartiendo besos. Era extraño estar en la habitación de su novio sin nada de ruido de fondo, los señores Jaeger habían acompañado a su hijo mayor a un recital de piano en Sina y no volverían hasta el día siguiente. Mikasa por su parte, le había dicho a sus padres que tendría una pijamada con Sasha esa noche. Después de muchos meses por fin tenían la privacidad que tanto deseaban.

— Sí —afirmó mirándolo a los ojos, ambos estaban nerviosos.

Eren ya se había puesto un preservativo. Después de casi 10 intentos fallidos, finalmente había logrado que su pene erecto se cubriera con aquella molesta bolsa de látex. El castaño le dio un beso en la frente a la pelinegra ya que lucía inquieta, ni siquiera se había quitado la ropa por completo pues a pesar de que llevaban ya varios meses de novios, le apenaba que la viera totalmente desnuda.

— Si te duele me avisas, ¿Está bien?

— Sí —respondió ella tímida mientras lo miraba a los ojos. El chico nervioso bajó la mirada hacia la entrepierna de su novia y trató de introducir su pene con torpeza. Sentía su cara hervir, no sólo porque era la primera vez que intentaban tener sexo, también porque no podía creer que fuese Mikasa con quien finalmente lo haciera.

La pelinegra se mordió la lengua tratando de ahogar un chillido. Sintió cómo Jaeger trataba de forzar la entrada de su miembro ya que este no cedía, era como si hubiese algo que lo obstruyera. Ambos estaban hartos de haberlo intentado tantas veces sin éxito por lo cual, permitió que el castaño fuera algo tosco en sus esfuerzos por entrar en ella, por esa razón, se tapó la boca para no pronunciar palabra mientras sentía cómo el miembro viril de Eren finalmente lograba penetrarla produciéndole un dolor y ardor inicial muy intenso y molesto.

La situación era muy distinta para Eren, casi sintió un alivio cuando por fin logró introducirse en ella. Por un par de segundos no se movió ni dijo nada, se permitió disfrutar de aquella nueva sensación mientras observaba atento las expresiones de Mikasa, quien ahora estaba con los ojos cerrados.

— ¿Estás bien? —preguntó él con la voz entrecortada.

— Sí... creo que ahora estoy mejor —respondió ella que empezaba a acostumbrarse a la sensación. — ¿Tú estás bien?

— Sí, de hecho, se siente muy bien —confesó él con una sonrisa. — ¿Te molesta si me muevo un poco?

— No, está bien —contestó ella tímida. Ambos sonrieron.

Mikasa observó atenta a Eren, se entretuvo con sus expresiones contenidas, parecía que evitaba gemir a toda costa. Ella misma se sorprendió gimoteando cuando los movimientos de su novio se hicieron más intensos. En poco tiempo la sensación había dejado de ser molesta y se había transformado en un intenso y satisfactorio cosquilleo que recorría su entrepierna, vientre y piernas.

— Oye, Mikasa... —la llamó casi en un suspiro. — ...Se siente muy bien —comentó de pronto el castaño. — Se siente muy húmedo, caliente y apretado —soltó de manera imprevista haciendo que la pelinegra se sonrojara aún más y riera nerviosa.

— ¿Por qué me cuentas eso? —preguntó descolocada. Eren la miró y rieron juntos.

— No lo sé, estoy nervioso —respondió aumentando el ritmo de sus movimientos.

El chico no dejó de pensar en lo bien que se sentía, por un momento era capaz de sentir como la vagina de Mikasa envolvía su pene con suavidad, la textura rugosa de las paredes de su vulva hacían del roce algo más placentero, era muy distinto a una paja en todo sentido. Una parte de él no podía creer que eso estuviera pasando, hace muy poco daba por hecho que una relación entre su mejor amiga y él era algo imposible, por eso, cuando Armin le dijo que Mikasa estaba enamorada de él, no lo pudo creer.

HILO ROJO (EREMIKA AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora