HILO ROJO (EREMIKA AU)

IX. Inseguridades

NOTA: Es de relevancia que sepan que en esta historia los Fritz y los Reiss no tienen ninguna clase de lazo sanguíneo cx

Apátrida: Persona que carece de nacionalidad de manera legal.

Habían pasado ya más de dos semanas desde aquel día.

Historia llegó a casa alrededor de las 9 de la noche. Realmente era una mujer ocupada, tenía un importante puesto en el senado por lo cual tomaba vuelos a Sina regularmente. Ese día habían tenido una acalorada discusión acerca de visados y documentación. Llevaban meses negociando con Marley planes para mejorar sus relaciones entre naciones, cosa que era complicada pues la enemistad histórica entre ambas naciones hacía que casi siempre los planes de intercambio cultural y comercial fueran frustrados.

La rubia llevaba años defendiendo los derechos de las mujeres y niños, y el enfoque en su trabajo se centraba en la enorme cantidad de niños apátrida* regados por Marley debido a sus complicadas condiciones para conseguir la nacionalidad marleyana. Marley era un país muy rico y poderoso, lamentablemente, Paradise no tenía tanta influencia como les gustaría e incluso si sus condiciones de vida eran envidiadas por muchos países de primer mundo, estaban lejos de tener la importancia cultural y económica que deseaban.

Ymir al igual que ella, estaba muy metida en la política, era una abogada feroz con mucho talento que por años se había dedicado a defender los derechos de la comunidad LGBT en el continente, era una de los mayores referentes en el tema y ella misma le había inculcado ese deseo de luchar por los derechos humanos.

Incluso con ella fuera de su vida seguía manteniendo ese espíritu de lucha y no le importaba terminar con un fuerte dolor de cabeza al final del día después de poderosos debates con los miembros más viejos del gabinete, su deseo por cambiar las cosas la mantenía firme.

Pero se sentía sola sin ella.

O al menos así era en un inicio.

Eren era el único rastro de estabilidad que le quedaba en el ámbito personal; con sus padres divorciados, Frieda fuera del país combatiendo su adicción a las drogas y tratando de llevar una vida normal, ella por años sola. Su familia había pasado de ser la envidia del pueblo a una desgracia pública, cosa que le afectaba mucho pues los Reiss eran muy conocidos en la política nacional.

Conocer a alguien como Eren le había cambiado el panorama en muchos sentidos; era alguien estable, muy tranquilo, muy leal a su familia, de un grupo de amigos cercano e irremplazable. Incluso si a diferencia de ella no tenía mucho dinero o si se la pasaba teniendo trabajos muy mal renumerados o mediocres a ojos de la sociedad, él se veía tranquilo y feliz de no tener ataduras.

Eren se había convertido en su estabilidad emocional aunque le costara admitirlo.

Y ella no era estúpida.

Sabía que Eren quería dejarla, pero no quería permitirlo.

No podía estar furiosa, ella misma habría hecho lo mismo si Ymir hubiera vuelto a su vida en busca de cambiar las cosas. Hubiera corrido a sus brazos sin pensarlo, pero una parte dentro de ella no podía dejar de hacerla creer que su vida era más importante que la de Eren o cualquier otra persona.

Estaba en su esencia ser egoísta y era consciente de lo mal que estaba, pero no se quería desmoronar, sentía que no lo merecía. Soy una buena persona, pensaba. Trato de ayudar a los niños, a las mujeres, no le hago daño a nadie, él escogió ser mi pareja, no estoy dañando a nadie.

Le importaban las emociones de Eren, no quería atarlo a ella para siempre, no obstante, creía que ese no era el momento indicado para acabar su relación. Siempre había obtenido lo que quería, siempre había gente tras ella que la deseaba y la ponía sobre los demás, tanto así que de forma inconsciente había desarrollado un sentimiento de superioridad, el cual sabía que aunque sólo era una ilusión, genuinamente afectaba la forma en que percibía la realidad.