Solo tú me domesticas

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Dos semanas habían pasado, en donde la pareja empezaba a interactuar, ya sea para cubrir las apariencias o solamente por otros intereses pero de alguna manera se empezaba a notar un cambio en Diego de Portillo.

Habían notado que Imregel fruncía el ceño cuando Diego de forma prepotente regañaba a algún servidor y eso desconcertaba un poco a Diego, era como si empezara a importarle la opinión del joven rey, era interesante observar esa conducta, pues Diego normalmente era prepotente y de pronto Diego ya parecía más consciente de sus propias acciones.

Frecuentemente se miraba al rey fantasma observando a Imregel quien a su lado contemplaba alguna construcción en el reino, o escuchaba algún detalle de los militares.

Imregel empezaba a ver como Diego lo tomaba en cuenta, como parecía escuchar su opinión y como parecía prestar atención a las observaciones que este hacía, incluyendolo y explicando las normas del reino de Portillo.

De alguna forma veía en el frío y déspota rey a alguien que después de todo se podía sentir cómodo con Imregel cerca.

—Veo que tu opinión sobre mejorar el campo de entrenamiento fue escuchado, —Diego caminó junto a Imregel mientras se dirigían al interior del castillo.

—Eso es muy amable por parte del general, pero también gracias a que tú diste la orden.

—Diego sintió una extraña sensación en su pecho.

—¿Era orgullo o alegría? No podía reconocerlo pero le daba una satisfacción placentera cuando Imregel lo miraba con jodida aprobación.

—Pues me alegro que te tomes tu tiempo para interesarte en Portillo y mejorar la calidad de vida de los habitantes, —Imregel sonrió satisfecho. —En Heller disfrutaba mucho el recorrer la propiedad y dirigir personalmente a la gente.

—Diego sonrió, —puedo imaginarte dando órdenes, todo mandón e inflexible, sonrió el rey fantasma.

Una extraña camaradería se había formado entre los dos hombres y a Imregel le encantaba atrapar en su memoria esas raras sonrisas que Diego tenía.

—Ahora que la arena de entrenamiento ha quedado más funcional, deberíamos practicar tu y yo, —dijo Imregel emocionado. —Diego levantó la ceja asombrado, pero sonrió con complicidad. –Sería agradable ver tu técnica Imregel de Yazpik y Heller.

Imregel sonrió abiertamente. Solamente pensar en esa posibilidad era muy excitante.

—También sería agradable ver tu técnica de combate, Diego de Portillo y Duncan.

Diego se dio cuenta que cuando empezó a disfrutar de la compañía de Imregel, no necesitaba buscar algún hombre o mujer para compartir su cama, se sentía satisfecho con solo platicar y reír, algo que hacía años no practicaba.

También pensaba más en sus reacciones, de esa forma su mal carácter no lo gobernaba tanto.

Imregel había decidido una vez que entendió a Diego, que las personas tenían siempre motivos para reaccionar de alguna manera, así que se propuso conocerlo más. De esa forma podría negociar y sobrellevar su relación.

Pero en ese proceso Imregel descubrió que Diego era inteligente, firme, era culto y ameno. También el rey fantasma tenía una mirada tan intensa que disimuladamente a Imregel le gustaba observar.

Eso no significaba de manera alguna que Imregel bajara la guardia, sino solamente que ya no estaba tan a la defensiva con el siniestro rey.

—Iré a ver a los pueblos del oeste Imregel, ¿quieres venir?, —Imregel estudiaba un plano de una de las bodegas las cuales debían ser restauradas, cuando escuchó la grave voz de Diego y levantó la vista, —Claro, me encantaría, Imregel enrolló los planos que estaba observando.

En La Cama Del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora