La mejor victoria

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"Un rey puede poseer un reino, pero si además

posee un corazón que le ame, entonces ese es un rey feliz".

RGBK

Los rayos de sol se filtraban cálidos en las amplias ventanas.

La pareja agotada descansaba abrazada, con semblantes de plenitud y felicidad en sus rostros.

Diego nunca se había sentido tan bien, tan amado, pleno y satisfecho.

Mientras se desperezaba Diego miraba a Imregel que yacía en sus brazos dormido, vulnerable, confiado. Supo que no se cansaría de ver a su hombre por toda su vida juntos despertándose así cada día.

Imregel se movió solamente para abrir sus ojos y encontrarse con Diego y su descolorida mirada albina observando fascinado.

—¿Sabes que me gusta tu color de piel?, —preguntó Imregel mientras depositaba un beso en el hombro de Diego.

Diego suspiró y besó la parte posterior de su cabeza, tensó su cuerpo a la defensiva e Imregel lo sintió. Subiéndose a horcajadas sobre las caderas de Diego tomó con sus dos manos el pálido rostro de Diego y lo dirigió lo justo para mirarse frente a frente.

—¿Qué sucede?... Imregel no iba a aceptar que el tema pasase sin aclararlo.

Diego apretó la mandíbula sabiendo que no había escapatoria.

—Muchos hombres y mujeres han follado conmigo, —Diego besó a Imregel conciliador, pues era obvio que su esposo estaba celoso del pasado libertino de Diego , —por favor déjame continuar, —Diego apartó un mechón de cabello del rostro de Imregel, —nunca alguno de ellos me dijo algo así. Nunca me amaron, solamente les gustaba el poder alardear que habían dormido en mi cama. Cuando tu llegaste yo te odiaba, yo quería poseer tu reino y sus tierras, tu no me importabas, —Diego bajó la mirada, encontrándose con la de Imregel que estaba inexpresiva. Diego sabía que podía perder al único hombre que amaba, pero también que si era honesto podía afianzar su unión en la verdad y confianza.

—Cuando te invité después de repudiarte públicamente el día de nuestra boda, yo tenía un plan, el de conquistarte y hacer que cedieras el reino a mi favor. Pero tu... —Diego besó la frente de Imregel que se relajó con el tacto, —eres el oponente más digno que he conocido. No te Intimidaste. El día del festival de luces yo llegué tarde, había follado hasta caer muerto. Pero al llegar vi que no te portaste como un imbécil indignado, sino por el contrario tú estabas platicando con mi gente los cuales parecían muy cómodos junto a ti. —Diego abrazó y besó suavemente a Imregel quien se apretó en su pecho para escuchar su corazón latir.

—Después, fuimos conviviendo y te fui conociendo. Me parecías tan fascinante, y ahora lo eres más.

Tú me confrontaste a ver lo peor de mí. Por años mi familia me repudio por ser albino, mi padre como no tenía el valor de matarme por su propia mano me enviaba a las más salvajes batallas, yo sólo tenía once años y pensaba como un niño. Y pronto mi mundo cambió la ver el resultado de las batallas.

Después la gente empezó a temerme y se hicieron leyendas de mi persona, entonces decidí que si no me amaban, haría que me temieran con todo su ser.

Cada que mataba a alguien inocente o no, era yo queriendo demostrar con fuerza como superaba las adversidades de mi condición.

—La mirada débil, mi piel que se lástima con facilidad, todo era una batalla en la cual mi peor enemigo era yo mismo y mi maldito albinismo que me puso en la mira de mis padres y de las personas que quisieron acabar conmigo.

La mirada de Diego se llenó de dolor y angustia, —ahora aquí estoy, temiendo que me alejes de ti, temiendo que mis brazos no vuelvan a sentirte. Mírame Imrry, —Diego levantó el rostro de Imregel quien tenía acuosos los ojos, —mi vida está completamente en tus manos

Imregel de Heller y Yazpik, yo no quiero tu reino, eso no vale nada para mí. Pero por ti yo sería el más hijo de puta si estuvieras en peligro.

Imregel cerró los ojos y abrazó a Diego. —Te amo Diego de Portillo y Duncan, y mi reino es tuyo. —Diego apartó inmediatamente a Imregel, —¡no! —Dijo Diego con vehemencia como si negara algún acontecimiento, Imregel lo miró confundido, —no quiero tu reino, ese es tuyo, no tenemos que unirlos, pero tú, tú eres mío y eres mi mayor tesoro.

Imregel besó suavemente a Diego, mordisqueando el rosado labio, —te amo Diego y quiero hacer el amor contigo.

Para esa hora la cadera de Imregel se insinuaba lujuriosa en el muslo de Diego quien amasaba el par redondo de nalgas voluptuosas. —Te amo Imregel y reinarás conmigo en partes iguales pero mi corazón es todo tuyo.

Imregel montó a Diego empalándose el mismo sobre aquella gruesa erección y disfrutando del sinuoso recorrido sobre la dura carne.

Diego se deslizó con facilidad hasta el fondo de la tersa cavidad que aún estaba mojada por la jodida de la mañana.

—Aaaaah, me encantas Diego, —Diego no podía sentirse más hombre que en ese justo momento en que levantaba las caderas de Imregel para luego hacerlas bajar y llegar a la pequeña protuberancia interna la cual hacía gemir como loco a Imregel.

—Te amo y te deseo, la voz ronca de Diego era como música para Imregel. Diego lo amaba y lo amaba a él, no a un reino.

Imregel había regresado a Heller. Pero esta vez entró de la mano con Diego.

Ger los abrazó a ambos, acogiendo a Diego como a un hijo. Diego estaba desconcertado. Nunca nadie lo había tratado así.

Si bien es cierto que al ver al rey fantasma entrar con un muy feliz Imregel les causó conmoción a los pobladores, pronto fue evidente el amor de ambos.

Ilse la escandalosa hermana del rey entró con su ahora esposo Liam, —¡hermano!, —la mujer se abalanzó a los brazos de su hermano haciendo a este tambalearse. Liam el general de Imregel hizo una reverencia a Diego quien asintió con la cabeza.

—Mira nada más lo bien que te ves, —dijo Imregel una vez se hubo apartado Ilse, Liam saludó a Imregel, —su majestad.

—Ilse te presento a Diego de Portillo y Duncan. La delgaducha y suspicaz mujer se apartó de Imregel y caminó hasta Diego.

Como si este fuera una pieza de exposición Ilse lo rodeo para estudiarlo, —¡vaya que eres guapo!, —Liam aclaró su garganta mientras Imregel escondía una sonrisa burlona detrás de la mano al ver a un muy incómodo Diego recibir halagos de esa forma.

Liam jaló a su mujer a su lado, pues la delicada e intrépida mano ya estaba presta para tocar las nalgas de Diego.

—Le ofrezco una disculpa a su majestad, —dijo Liam bastante apenado por la ligera conducta de su mujer, —como puede ver, de la que se salvó.

Imregel no pudo más y soltó una alegre carcajada. Puso su brazo en la cintura de Diego quien volteo a verlo aliviado mientras le besaba la mejilla, —es verdad, de lo que me salvé de estar casado con una mujer tan intimidante, en mi vida me he sentido tan cosificado como ahora, —dijo burlón.

Imregel abdicó a favor de Ilse, quien le había anunciado que estaba embarazada. la pareja Portillo y Yazpik sabían que era la mejor elección.

De regreso al reino de Portillo Diego besaba a Imregel, —¿te he dicho que te amo?

Imregel sonrió de lado, —solo hoy me lo dijiste como cien mil veces, —Diego mordió el labio de Imregel, —y lo que te falta escucharlo, hasta que seas tan arrugado como una pasa y tu rostro sea lo último que mis apagados ojos vean.

Podré perder batallas pero pierdo mi vida si tu corazón deja de latir junto a mí.

Diego e Imregel iniciaron un nuevo reinado... Uno que empezó con odio y deseo de muerte.

Pero cuando dos se enamoran, no hay armadura que proteja al corazón.

En La Cama Del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora