Rayo de sol

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- "Para finales de este mes, se va a llevar a cabo la entrevista que aceptaste, la cual se realizará por medio de la plataforma de comunicación que se usa actualmente, es muy buena, a veces mi primo la usa para jugar con sus compañeros y..."- Como si ya se tratase de una enfermedad, le fue imposible dejar de hablar por más de una hora, en la que pasé imperturbable sentada en el sillón.

- "Mmm" – Guardé silencio por unos minutos antes de añadir – "Intenta tener preparado un micrófono de calidad en mi oficina y procura que nadie esté cerca 45 minutos antes de que empiece".

- "¿Estás cuidando bien ese feo moretón?" – Señaló mi pómulo derecho con preocupación.

- "Por supuesto"

La sala quedó en un profundo silencio, podía verla retorcerse en su asiento en un intento fallido de formular la pregunta que la ha estado atormentado.

- "Era evidente, además, esas miradas no podrían pasar desapercibidas" – Respondí antes de que tan siquiera mirara en mi dirección. – "¿Al menos salió bien la cita?".

-" ¡Claro!"- Se levantó de golpe para acercarse a mí – "Es tan dulce, amable, considerado, pero, el único día que tiene libre es el día de tu entrevista"

Al ver tanto drama en ese pequeño cuerpo me fue imposible negarme ante sus intenciones – "Nunca tienes descanso conmigo por lo que puedes permitirte tener una cita con el amable doctor"

- "¡Narh, Narh te amo! ¡Eres la mejor! Voy a decirle a Henry, va a estar tan contento"- Por primera vez en meses la escuché decir mi nombre y hablar olvidando nuestros puestos de trabajo.

Al sentir que mis labios amenazaban con formar una pequeña sonrisa, levanté el vaso que se encontraba a escasos centímetros en la mesa para tomar sin descanso toda el agua que había en su interior – "Vete antes de que me arrepienta".

Luego de permanecer unos segundos acompañada nada más que por mi fiel compañero, la idea de sacarlo a pasear no sonaba tan extraña independientemente de la hora, para muchos apenas estaba cayendo el sol y se preparaban para el frío que llega tras eso, pero para mí, es un acontecimiento digno de que Ruth fotografíe con la excusa de que salí del apartamento antes de las 9 de la noche. Sunshine investigaba cada flor con la que se topa sin dejar de mover su cola a mi lado, a veces saltaba o ladraba a algunos perros que se encontraba por la zona, pero no daba la impresión de ser un animal agresivo, quizá por su color y porque tiene una expresión de ser profundamente imbécil o abismalmente adorable.

- "¿Qué raza es tu perrito?" – La voz provenía de una niña que se encontraba a mis espaldas.

Me giré para ver a una pequeña de no más de 9 años mirando a Sunshine completamente atraída por su encanto – "Es un samoyedo"

"¿Y cómo se llama?"

- "Sunshine"

La niña me miró confundida antes de preguntarme – "¿Qué significa eso?"

- "Depende, para algunas personas significa "Rayo de sol"" – Le dije intentando ignorar su mirada fija en mi rostro, la luz que aún había ya que no había terminado de caer el sol le permitía una visión completa de mi cara.

- "¡Ambos se parecen!" – Exclamó antes de empezar a reír.

No sabía cómo había dado a parar a esa conclusión porque Sunshine derrite los corazones con la primera mirada que le den – "¿Nos parecemos?"

- "¡Sí! Ambos son muy lindos, son brillantes" - Luego de esas palabras se despidió de la mano de su madre con una sonrisa de oreja a oreja.

Me levante para acariciar al canino y emprender un camino directo a casa, supongo que no tendría la misma sensación de no haber aceptado a ese cachorro, algunas familias suelen cumplir los caprichos de sus hijos, sean cuales sean sus pedidos, serán cumplidos, pero aquella época la familia tuvo una ruptura irreparable y gracias al divorcio, el padre se quedaría con el hijo, la madre con la hija, sin embargo, ya nadie quería al frágil cachorro que intentaba huir de sus peleas. Ese verano, dolida en su corazón por los actos de su marido, ya no quería saber nada del samoyedo de sólo un mes y medio de nacido, quizá dudó de mis intenciones cuando le dije que podría quedarme con él, por lo que no tendría razones para abandonarlo en medio del parque; cuando lo tuve en brazos comencé a comprar todo para darle la mejor vida al igual que lo llevé de inmediato a una veterinaria nerviosa por esa vida despreciada.

Una noche ese cachorro llegó con sus pequeñas patas hasta el estudio, siempre tenía esa mirada imposible de odiar, estaba tan agotada, pero al levantarlo y dejarlo sobre la mesa comprendí que él era mi rayo de luz, mi rayo de esperanza, a pesar de su tamaño y los tiernos ladridos que daba para llamar mi atención.

- "Sunshine" – Le dije con amor –"Eres mi familia"- Y una sonrisa estalló en mis labios. 

Preludio De InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora