Amor en tiempo de guerra

II.

Lograron salir de París, pero eso era lo apenas lo primero y lo sabía, justo ahora se encontraba atrapado entre la multitud de personas que habían logrado salir caminando, sus hermanas lloraban, su madre lloraba, él lloraba, se sobresaltaban ante cualquier ruido extraño y los minutos se sentían como horas.

-Mira que son estúpidos-dijo Jay- ven el coche y no se mueven- tocó el claxon a modo que las personas comenzaran a moverse, Louis la apartó del volante y lo tomó fuerte entre sus manos.

-¿A dónde iremos?

- Auvers-Sur-Oise

-¿Con los abuelos, mamá?-dijo Charlotte desde la parte trasera

-Duerme un poco Lottie-contestó Louis- tardaremos en llegar.

La niña asintió y se acomodó en su asiento quedándose callada, después de todo Louis era su hermano mayor, le habían enseñado a obedecerle desde siempre. Llegaron al pueblo cerca de seis horas después, gracias a Dios el coche tenía el tanque lleno de combustible, el ojiazul no hubiera sabido qué hacer si se paraba en medio de la nada. En cuanto llegaron tomó el camino que ya conocía hacia la casa donde pasaban sus vacaciones de verano desde que tenía memoria. Su padre había adquirido muchas tierras y propiedades después de la gran guerra y ésa había sido una de ellas, era prácticamente una mansión, con dieciséis habitaciones, cuatro salas de estar, dos despachos, una enorme cocina y un jardín que lo cubría todo alrededor. Estacionaron en la parte de adelante y bajaron del coche. Suspiró, estaban a salvo, cuando menos por lo pronto, ayudó a las niñas con sus equipajes y bajó el propio, en cuanto entraron su madre se encerró en la que sería su habitación dejando a las gemelas con las mucamas.

-¿A dónde va mamá, Lou?-le preguntó felicité preocupada

-Mamá no se siente bien-le contestó él- déjenla descansar ¿de acuerdo?

-Sí, Lou- el chico les sonrió y luego las tomó a ambas en un abrazo, lo había logrado, las había sacado de ahí... momentos atrás cuando escuchó la primera bomba caer el pánico lo invadió por completo, él era el responsable de su familia a falta de su padre, él tenía que protegerlas y lo había logrado, cuando menos por el momento.-Vale, ahora vayan a desempacar

Las niñas subieron corriendo las escaleras de mármol y Louis dio indicaciones a los trabajadores de la casa, de bajar y colocar sus cosas en el cuarto que estaba continuo al estudio de su padre, cansado por su repentina huida de la ciudad se recostó en uno de los muebles de la sala de abajo, prendió la radio, Pétain había vendido Francia a los Nazis, lloró del coraje, de la desesperación de no poder hacer nada y más allá de eso, lloró por no haber podido hacer nada para retener a su amado, la guerra había llegado a París y no tardaría mucho en llegar a dónde estaban ellos.

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Harry Styles era el teniente general a cargo de la toma de la parte noroeste de Francia, había participado en la toma de París a cargo de los dos primeros Bf 109E "Emil", ganó el cargo de teniente general gracias a eso, ahora debían tomar los alrededores de la capital y establecer su regimiento. Viniendo de una familia de militares, era de esperarse que adquiriera un cargo alto en poco tiempo, con veintidós años se había coronado como uno de los favoritos del Führer, siendo el más joven soldado en el cargo, el orgullo de la familia. Alemán por línea paterna y británico por la materna, a diferencia de las historias de los demás soldados, Harry no estaba en la guerra buscando gloria y reconocimiento; en realidad él ni siquiera se consideraba alemán. Su madre había tenido una aventura con un hombre casado, se había quedado embarazada primero de Gemma y luego de él. Sin poder ocultar su deshonra había vuelto a Londres al seno familiar, Harry recordaba muy poco de aquellas épocas, cuando cumplió cinco años su padre fue a por él, aún recordaba ese día como si hubiera pasado tan solo ayer, las lágrimas de su madre cuando aquél señor que nunca había visto entró diciendo que se lo llevaría. Recuerda haber llorado asustado cuando le obligaron a subir al coche, recuerda a su madre gritándole por la ventanilla la dirección de la casa y diciéndole que les escribiera. Después de eso tomó un tren hacia Alemania, en el camino ninguno de los dos habló, Padre e hijo callados uno frente al otro.