IV

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El chico castaño regresó al comedor con su madre y hermanas.

-Ya lo has escuchado-dijo Louis- no tendremos que toparnos con él mientras estemos arriba.

-Prisionera en mi propia casa-sollozo Jay

-Solo será temporal-le consoló el castaño- sólo hasta que acabe la guerra o que regrese papá, lo que suceda primero.

Jay miró a su hijo, Louis siempre había sido un soñador nato, le gustaba creer en la parte utópica de la sociedad, en la que la guerras acaban a meses de haber iniciado y la paz regresaba a sus vidas, pero ella estaba segura que la guerra apenas comenzaba. La toma de París solo sería el primer paso y ahora por si fuera poco, debía convivir con un cerdo Nazi dentro de su propia casa.

-Mathilde que suban la comida-indicó a su mucama- a partir de ahora comeremos arriba y niñas no quiero que hablen con él ¿de acuerdo? Si él entra en alguna habitación en la que estén, salen de ahí inmediatamente ¿quedó claro?

-Sí, mamá

Louis miró como su madre subía las escaleras, seguida de sus dos hermanas, las gemelas se levantarían pronto estaba seguro, realmente esperaba que les diera uno de aquellos caprichos en los que lloraban toda la noche y así el teniente no pudiera dormir.

-Disculpa... ¿Louis, cierto? Voy a necesitar la llave del reloj principal que hay en la sala

El joven bufó antes contestar

-Cualquier cosa que necesite, puede pedírsela a Mathilde, estoy seguro que podrá comunicarse con ella- después de decir eso se sentó en la mesa a terminar de comer, él no dejaría que nadie llegara a tratar de intimidarlo en su propia casa.

-¿Por qué no fuiste reclutado?-le soltó el rizado de la nada- Ya has cumplido la edad necesaria

El chico no contestó y siguió comiendo con tranquilidad.

-Sabes Louis, podríamos hacer esto un poco más ligero para todos, si trataras de cooperar.

-¿Es una orden, teniente?- contestó finalmente retándolo con la mirada

-Es una sugerencia

-¿Puedo hacerle yo, una sugerencia?

-Adelante

-La próxima vez que usted y sus hombres se establezcan por la fuerza dentro de casa ajenas, no se esfuerce en tener tratos con la familia que allí habite, ellos muy probablemente lo desean muerto.

Continuó comiendo, mientras el rizado solo se daba la vuelta y abandonaba la habitación, después que hubo terminado regresó a la sala, y continuó con su lectura, vio como metían una cama al viejo despacho de su padre y momentos después de eso, observó al rizado entrar en la habitación.

-Buenas noches, Louis-dijo antes de cerrar la puerta, sin esperar recibir contestación.

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El chico llevaba desde las nueve y media afuera, sentado en la fuente de su patio sólo viendo a las estrellas, pensó en Greg, si es que acaso él le estaría pensando de vuelta, pensó en lo diferente que sería todo si él estuviera ahí, se hizo más pequeño en su lugar mientras daba otra calada a su cigarrillo, sobre sus muslos descansaba un cuaderno y algunos pedazos de carbón que utilizaba para trazar, la noche estaba hermosa, llena de estrellas y sin una sola nube que las cubriera, se preguntó cómo podría haber una noche tan hermosa con todas las cosas que estaban sucediendo.

Amor en tiempo de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora